De etarras a asesinos en serie

Pilar Muñoz
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Casi todos los terroristas de la banda ETA condenados han estado en la prisión de máxima seguridad de Herrera que, tras cuatro décadas, se ha quedado libre de estos presos, dejando terreno a otros igual de peligrosos

Imagen de las concentraciones de familiares y simpatizantes de ETA - Foto: Rueda Villaverde

Desde de Juana Chaos hasta Henry Parot pasando por Kubati. Casi todos los terroristas de ETA condenados han estado en la prisión de Herrera de La Mancha, que tras cuatro décadas se ha quedado libre de estos presos que han dejado paso a otros igual de peligrosos y execrables, como Tony King (asesino de Sonia Carabantes y Rocío Wanninkhof), José Bretón (mató a sus dos hijos), Juvenilson da Silva (violador de Pozuelo de Alarcón), Sergio Morate (asesino de Marina Okarynska y Laura del Hoyo), Miguel Carcaño (caso Marta del Castillo), Santiago del Valle (mató a Mari Luz Cortés), Valentín Tejero (asesinó a Olga Sangrador) o Gallego Fernández (violador del ascensor).

Herrera se construyó a finales de los 70 para presos peligrosos. «Era una cárcel de máxima seguridad por su ubicación, en medio de un erial, entre Manzanares y Argamasilla; y su construcción», indican a La Tribuna dos de los funcionarios más veteranos de la prisión.

 Explican que por entonces era una estructura novedosa, de hormigón, radial y modular que permitía controlar todas las celdas situadas alrededor de la torre central. Se diseñó con doble barrera, celdas de gruesos barrotes de hierro y dos puertas, una de ellas de rejas de hierro denominada ‘cangrejo’ que se abría con una llave distinta para evitar que el preso pudiera secuestrar al funcionario.

Policía y Guardia Civil tomaban la zona ante los miles de proetarras que se citaban en las inmediaciones de la cárcel de HerreraPolicía y Guardia Civil tomaban la zona ante los miles de proetarras que se citaban en las inmediaciones de la cárcel de Herrera - Foto: Rueda VillaverdeEn 1979 empezó a tener ‘inquilinos’ conflictivos y muy peligrosos como ‘El Vaquilla’. Poco después se empezó a llenar de presos de la banda terrorista ETA y en menor medida de grapos e islamistas tras los atentados del 11-M.

Herrera llegó a tener más de 300 etarras, pero a raíz de la política de dispersión quedaron más de un centenar. Los años 1990, 1991 y1992 fueron «muy malos» con motines, secuestros, agresiones, ‘chinazos’... A últimos de los ochenta y principio de los noventa el ambiente era muy hostil y «había que extremar las medidas para evitar atentados o que te secuestraran». Los funcionarios de prisiones estaban en el punto de mira. Nunca se les ha reconocido el trabajo, ahora tampoco.

Cada 28 de diciembre se desplazaban hasta las inmediaciones de Herrera las gestoras Pro Amnistía, miles de familiares y simpatizantes de ETA en 35 o 40 autocares y en coches particulares. En la explanada desplegaban ikurriñas y pancartas con el anagrama de ETA. Celebraban conciertos, lanzaban cohetes y gritos a favor de la banda terrorista. La Guardia Civil y Policía Nacional, a pie, a caballo y con tanquetas controlaban la situación y evitaban que se colaran corriendo por el barbecho. En Herrera han estado los terroristas más sanguinarios como Herri Parot, Juan Carlos Arruti Azpitarte ‘Paterra’; Castro Sarriegui, Ander Errandonea Arruti y Erostegi Bidaguren, entre otros muchos. La peligrosidad se medía por el volumen de expedientes, algunos tenían hasta 800 hojas.

amiliares y amigos de los presos, frente a la prisión de Herrera.amiliares y amigos de los presos, frente a la prisión de Herrera. - Foto: Fotos Rueda VillaverdeTodos compartieron cárcel con los presos comunes más peligrosos de España como Redondo Infantes, Ávila Navas, Losa López o Sánchez Montañés.

Cuando empezó la política de dispersión (el acercamiento de presos de ETA al País Vasco), de la cárcel de Daroca (Zaragoza) «nos trajeron unos setenta presos jóvenes inadaptados», reincidentes y encarcelados por delitos muy graves, muchos de sangre, recuerda un funcionario de Herrera de La Mancha que vivió la época más dura y mala de esta prisión que abrió un departamento para estos peligrosos presos. Eran presos peligrosos de la autodenominada APRE (Asociación de Presos en Régimen Especial), los más peligrosos de España. "Tenían condenas por asesinato. Habían protagonizado fugas, motines... Y en Herrera también la liaron".  El 91 fue uno de los años más duro por los motines, uno fue el 18 de marzo y el otro el 20 de junio, recuerda dos veteranos funcionarios de la prisión de Herrera de La Mancha. Entre los cabecillas del motín estaban Sánchez-Montañez, Javier Ávila Navas y  Losa López. 

En el primer motín "cogieron a la médico, la psicóloga y a varios funcionarios. Tuvo que intervenir la Guardia Civil (entonces había en Herrera un destacamento de agentes) y unidades especiales. El segundo lo protagonizó Cristóbal Moral Fernández, ‘el Boba’, que mató en el patio de Herrera al marroquí Jilali Boubalati encarcelado por violación. Moral Fernández  participó en un motín, en Herrera. "Destrozaron el módulo, no asaltaron el bunker por las puertas de seguridad con 'cangrejos'. Se llevaron al hospital Ahijón Palma", recuerda uno de los funcionarios, quien añade que "hicieron un agujero en el techo de la celda para escaparse y cuando consiguieron sacar la cabeza, agentes de la Guardia Civil les sacudieron. Más tarde, Ahijón le dijo a su compañero de celda: cuando he conseguido sacar la cabeza me han roto los dientes".

Vázquez Ayude, otro de los presos que figuran entre los más peligrosos de España, encabezó otro motín en el penal manchego con el secuestro de un funcionario.

Fueron años muy duros, remarcan los funcionarios de prisiones destinados en Herrera de La Mancha tras reiterar que el clima era muy hostil por estos presos y por los de la banda terrorista ETA, que ejercían puro terrorismo. Tenían que mirar los bajos de los coches, tener cuidado con los paquetes» y en la prisión andar con mil ojos. "No teníamos un minuto de tranquilidad. Estábamos en tensión permanente", recuerdan. Ya no quedan terroristas de ETA en la prisión de Herrera de La Mancha, como avanzó La Tribuna a primeros de abril. Tampoco del Grapo, el último salió hace una semana. Pero sí quedan presos muy peligrosos y el número de trabajadores sigue descendiendo de forma notable porque no se renuevan las bajas por jubilaciones y la falta de oferta pública durante varios años, entre otras cosas. Como entonces, tras el primer motín, los funcionarios advierten del riesgo y de las consecuencias. Reclaman más personal y la figura de agente de la autoridad, un escudo contra las agresiones.  

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De etarras a asesinos en serie - Foto: Rueda Villaverde
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