El mapa del tesoro español

Javier Villahizán (spc)
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Miles de barcos continúan en el fondo del mar, tras cuatro siglos de Imperio, con cargamentos repletos de oro, plata y piedras preciosas

El mapa del tesoro español

Hubo una época en la que en el Imperio español no se ponía el sol, una expresión acuñada en los tiempos de Felipe II y que hacía referencia a que siempre había algún territorio perteneciente a la Corona en el que era de día, desde las Filipinas, llamadas así por el Monarca, hasta la costa oeste del continente americano. El Imperio perduró hasta el siglo XIX, con la pérdida de las últimas posesiones de ultramar, a excepción del Sahara Occidental y Guinea Ecuatorial, pero los siglos de mayor esplendor para España fueron el XVI y el XVII. 

Fue en esos momentos cuando el país dominaba prácticamente todo el mundo y su flota naval y la Armada eran la punta de lanza de un Imperio que luchaba a diario contra numerosos enemigos, desde los temidos piratas y el resto de potencias extranjeras, deseosas de arrebatar un trozo del poder al imperio dominante, hasta las inclementes tormentas y los peligrosos arrecifes.

Muchos fueron los barcos, los marineros, los militares y los diplomáticos que perecieron en los miles de naufragios que tuvo la Armada española. Pero junto a los barcos y sus tripulaciones también de hundieron toneladas de oro, plata, monedas, piedras preciosas, telas y especias. El ultimo inventario de hundimientos en aguas americanas supera los 700 registros, desde el de la Santa María de Cristóbal Colón y las naos de Hernán Cortes, Pizarro y Núñez de Balboa hasta los destructores sumergidos en la batalla de Santiago de Cuba en 1898.

La Historia de España está llena de fantásticos tesoros, terribles batallas navales y expolio colonial que cuentan los miles de barcos que siguen hundidos en el fondo del mar.

La ruta americana

Desde Madrid y Sevilla se canalizaban todas las expediciones al reciente Nuevo Mundo, que posteriormente se extendió a las llamadas islas de la Especies o Molucas, así como a Filipinas, además de ampliarse al resto del continente americano.

Para conectar esas vastas distancias, España se hizo el amo y señor de los mares, con el permiso de Portugal, que era la otra potencia dominante en aquellos inicios imperiales. Por eso, los españoles eligieron la ruta del Oeste, hacia sus posesiones americanas y Filipinas a través del estrecho de Magallanes, y los portugueses optaron por la ruta del Este, por el cabo de Buenas Esperanza para alcanzar Indonesia.

Las travesías comerciales y navales españolas se dirigían hacia tres puntos concretos de América: Santo Domingo-La Habana, Cartagena de Indias y Montevideo. A partir de ahí, los navíos españoles cruzaban el cabo de Hornos y alcanzaban Valparaiso, Lima, Panamá o Acapulco para iniciar la conocida como la ruta de Manila.

Fue en esos recorridos cuando los buques de la Corona española sufrieron miles de naufragios, ya fuera por causas bélicas, piratería o inclemencias del tiempo.

Ahora, cinco siglos después de muchos de esos hundimientos, se ha conseguido mapear algunas de esas naves sumergidas en aguas de Panamá, República Dominicana, Haití, Cuba, Bahamas, Bermudas y la costa atlántica de EEUU.

Sin explorar

De los más de siete centenares de naufragios documentados en aguas americanas, solo en uno de cada cuatro se tiene constancia de restos arqueológicos, el resto está aún por explorar. 

Cuba es el país con mayor número de hundimientos españoles identificados, cerca de 250, seguido de la costa este de Estados Unidos, con más de 150, que incluye la antigua Florida -todos los estados del sureste de EEUU- y el Golfo de México.

Según el inventario, y en contra de la opinión y la fantasía popular, la mayoría de los hundimientos tuvieron lugar por causas meteorológicas, casi nueve de cada 10 naufragios, tan solo algo más del uno por ciento se debía a combates con países enemigos y también en torno a ese porcentaje se debía a invasiones corsarias.

De los ataques piratas se han descubierto pocos restos, tan solo algunos en Camagüey (Cuba) en 1603 o tres barcos que encallaron en 1635 tras una encarnizada lucha contra los bucaneros.

Mención aparte merecen la nave Nuestra Señora de las Mercedes, descubierta por la empresa de cazaterosos Odyssey en 2007 en la costa de la Península Ibérica y la nao San José, encontrada también por la firma privada Sea Search Armada en Cartagena de Indias (Colombia). En ambos casos, y tras varios procesos judiciales los tesoros volvieron a sus respectivos dueños o se declararon Bien de Interés Cultural, como hizo Colombia con la San José.

Evidentemente, es muy jugosa la carga de las naves españolas que surcaban los mares ya que en sus bodegas almacenaban desde oro, plata, esmeraldas y marfil hasta productos de ultramar de lo más variado como cerámica, tabaco o vainilla.

Pero España cuenta con muchos más de los 700 precios registrados en aguas americanas. De hecho, aún quedan por documentar las naves hundidas en el Pacífico, el Atlántico Sur o Filipinas. 

El volumen de tráfico marítimo y de carga de los barcos con bandera española era tal que solo con la perspectiva del tiempo se puede calibrar la importancia que tenía Madrid en estos cuatro siglos de Imperio español. Un Imperio en el que el sol no se ponía.