Un icono sin focos

Marta Garde (EFE)
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Rodeado del silencio mediático, Alain Delon cumple 85 años como el eterno galán francés que conquistó a muchas mujeres y directores

Un icono sin focos - Foto: SEBASTIEN NOGIER

Alain Delon irradiaba una belleza insolente que atrajo a espectadores, directores y mujeres en casi 100 películas. Alejado de los focos con un silencio mediático que rompe de forma puntual en las redes sociales, cumple hoy 85 años.

Su última aparición pública se remonta al Festival de Cannes de 2019, un certamen en el que se llevó la Palma de Oro de Honor por su trayectoria. Su recibimiento puso en evidencia las diferentes aristas de la persona y el personaje, tan venerado por el séptimo arte como criticado por asociaciones feministas debido a comportamientos tachados de misóginos.

«Nadie está obligado a estar de acuerdo conmigo, pero hay una cosa en el mundo de la que estoy seguro y orgulloso, una sola cosa, y es mi carrera», aseguró al recoger ese reconocimiento que le entregó, entre ovaciones, su hija Anouchka.

En Cannes comenzó de hecho su leyenda. Fue allí por primera vez en 1956, invitado por una de sus conquistas. Y pese a que aún no había rodado ninguna película, su físico y descaro le permitieron irse con una buena agenda de contactos. «Si no hubiera sido actor estaría muerto. El cine era mi destino», reconoció en 2017 el intérprete, nacido en Sceaux, en la periferia de París y en el seno de una familia desestructurada que le hizo acabar en manos de una familia de acogida.

Abrazó la profesión de forma autodidacta por petición de su primer director, Yves Allégret, quien en 1957 le dio un consejo que se convirtió en su mantra: «Sé tú, no actúes». La lista de cineastas de primer orden con los que trabajó hace que Delon sea no solo un icono francés de los 60 y 70, sino uno de los grandes emblemas internacionales. La consagración le llegó en 1960 con Rocco e i suoi fratelli, pero en su filmografía destacan títulos como La Piscine (1969), o, en ese mismo año, Le clan des siciliens.

Larga lista de romances   

Algunos de sus romances más sonados los tuvo con compañeras de trabajo. A la austríaca Romy Schneider la conoció en 1958 en el rodaje de Christine, cuando ella ya era famosa gracias al éxito de Sissi.

Durante cinco años fueron los «novios de Europa», hasta que rompió con ella para irse con la modelo y actriz Nathalie Canovas. Su relación con Brigitte Bardot siempre fue platónica, y de historias más largas, como la que le unió a la holandesa Rosalie van Breemen, de la que nacieron sus dos hijos pequeños.

La vejez lo retiró de los focos y el accidente cerebrovascular que sufrió en 2019 acabó de recluirlo. Tras ser operado, encontró refugio en su propiedad de Douchy, donde asegura que querrá ser enterrado.