El escritor Arturo Pérez-Reverte concita la atención de miles de lectores fascinados por unos relatos de personajes extraordinarios en medio de coyunturas ya extinguidas o casi inimaginables para el común de los mortales. El cartagenero, con un bagaje vital sobresaliente, reparó en uno de sus artículos de prensa en un pueblo de la provincia de Toledo. Fue hace dos años y se refería a Escalonilla, un municipio de 1.500 habitantes entre La Puebla de Montalbán y Torrijos. Allí, la Embajada de Rusia instaló el 3 de diciembre de 2018 un trípode conmemorativo del fallecimiento de uno de los soldados soviéticos en la Guerra Civil.
Las consecuencias de la pandemia han obligado a los toledanos a concentrarse en los límites de la provincia o de la región. En Escalonilla, a cuatro kilómetros del núcleo urbano, pueden toparse con el gesto conmovedor de un pueblo que inspiró a Pérez-Reverte. Los campesinos habían cuidado durante décadas el lugar donde reposaban los restos del soldado y dejado sin arar esa porción de tierra.
El escritor detallaba con morosidad cómo el embajador de Rusia, Yuri Korchagin, contaba personalmente el porqué del conocimiento exacto del enterramiento del soldado. La transmisión del respeto entre los vecinos de Escalonilla hizo posible confirmar hace unos años que se encontraba allí la tumba. El nombre popular de este lugar resulta esclarecedora: el valle del ruso.
Acto conmemorativo con representantes del Ayuntamiento y de la Embajada rusa.«Está en la divisoria de unas tierras y se respetó la linde», explica a este diario la alcaldesa de Escalonilla, Sonia María Gómez, quien mantiene contacto periódico con la Embajada de Rusia. «Cuando vienen de la Embajada, les acompañamos hasta el lugar», afirma sobre unas visitas interrumpidas por las consecuencias de la pandemia. «A lo largo de más de ocho décadas, los habitantes locales preservaban cuidadosamente y transmitían de generación en generación la memoria sobre el piloto soviético que cayó en los cielos de España, combatiendo por la Segunda República», recuerda en su página de internet el servicio diplomático sobre Escalonilla.
La Embajada de Rusia desempeña el delicado encargo de encontrar a los 99 soldados de las Brigadas Internacionales que murieron en España durante la Guerra Civil. De esta manera, aquel 3 de diciembre de 2018 y como conmemoración del ‘Día del soldado desconocido’, señalaron el lugar de la tumba del militar, aún sin identificación. «Los participantes del acto notaron un detalle simbólico: al instalar el monumento en memoria del piloto soviético, se despejaron los cielos de Escalonilla, dando paso al sol, que iluminó con la luz templada la perspectiva de las relaciones de amistad entre Rusia y España», detalla con lirismo el servicio diplomático.
El artículo de Arturo Pérez-Reverte mencionaba también la visita de dos familiares de otro soldado fallecido en la provincia. En Santa Cruz de la Zarza, concretamente. «Donde, en una lección de cordura y tolerancia -esto no lo dice Yuri, pero lo pienso yo-, coexisten con naturalidad el memorial de los pilotos rusos, el de los habitantes del del pueblo que fueron asesinados por los franquistas y el de los que lo fueron por los republicanos. Testimonios ecuánimes, en fin, del dolor y del horror, muy adecuados para los desmemoriados tiempos que corren», reflexionaba por entonces el autor.
Las dos mujeres, como relató este diario en noviembre de 2018, viajaron a esta localidad de la Mesa de Ocaña para recordar a uno de los seis militares homenajeados por el monumento del camposanto de Santa Cruz de la Zarza, otro municipio de la provincia, por tanto, que guarda un vínculo sólido con la Embajada rusa.