Cuando arrancan y terminan los campeonatos, los periodistas vaticinamos y resumimos, y buscamos la expresión más precisa posible. Ahora que ha terminado el curso 20-21, sospechamos que esta ha sido «la Liga de la COVID», jugada a puerta cerrada salvo la tibia excepción final en zonas privilegiadas, despoblada de emoción en el graderío, fútbol de mentira;o que se ha tratado de «la Liga de los descartes», por eso de Suárez y Llorente, exazulgrana y exmadridista festejando el título en el Wanda;o «la Liga de las manos en el área», caos, desgobierno y vergüenza... 
Pero esta, sin duda, ha sido «la Liga del cero». Pocas veces hemos vivido un campeonato con tan poco trabajo para los marcadores (183 partidos de los 380 disputados, casi la mitad, en los que al menos un equipo se quedó sin marcar... a los que habría que añadir los 27 empates sin goles) y unas cifras que nos sitúan a la cola de las grandes Ligas europeas en el aspecto que asegura el espectáculo en este deporte:el gol. 
En Italia, la nueva Liga de referencia para el fútbol a tumba abierta (¡quién les ha visto y quién les ve!) han marcado 1.149 goles en 38 jornadas, lo que supone una media de casi 58 por equipo y 30 por jornada. En Inglaterra, Francia y Alemania han firmado números muy similares: 1.024 tantos en la Premier (51 por equipo, 27 por jornada), 1.049 en la Ligue 1 (52 por equipo, 27 por jornada) y 928, con dos equipos menos, en la Bundesliga (52 por equipo, 27 por jornada).
En España nos hemos quedado en 952, menos de 48 por equipo y apenas 25 por jornada. Y para quienes sigan viendo «una pequeña diferencia», advertirles que no es una situación puntual sino una tendencia... y que este producto luego hay que venderlo a las teles. ¿Y qué quieren las teles? Espectáculo. O sea, gol.