Alfredo Pérez Rubalcaba y la UCLM

Luis Arroyo
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Rubalcaba impulsó las construcciones, los laboratorios, los fondos Feder, apoyó nuestra Facultad de Químicas que ha sido la madre de todas las batallas de la creación de nuestras ingenierías y medicinas

Alfredo Pérez Rubalcaba y Luis Arroyo en 1993 - Foto: Fotos Rueda Villaverde

 

Luis Arroyo Zapatero. Rector emérito

Se había forjado en el movimiento estudiantil contra el franquismo y en el de los profesores jóvenes contra una universidad anquilosada. En 1985 era Director General de Universidades con José María Maravall como Ministro de Educación, poco entusiasta de la creación de la Universidad. José Bono y José María Barreda consiguieron torcer la voluntad del mando con el argumento de peso de que no se podía concebir el futuro de una Comunidad Autónoma sin Universidad. José María, Consejero de Cultura, concretó el plan de implantación de la Universidad para octubre de 1985. Al frente de la Universidad estaba como Rector Comisario Isidro Ramos. Entre todos programaron la puesta en marcha de Informática -en la preexistente Escuela Politécnica- y Derecho en Albacete, la creación de la Facultades de Letras y de Químicas, para lo que se nombraron decanos a Félix Pillet y a Enrique Díez Barra, así como Bellas Artes en Cuenca. Les faltaba el Decano comisario para poner en marcha la Facultad de Derecho. No era fácil la tarea pues. Al que suscribe no le preguntaron, porque, entre otras razones, sabían que estaba en Alemania y en aquel tiempo no había móviles. Pero el crimen, que como el demonio nunca descansa, había organizado el que me fueran robadas durante el viaje todas las maletas de la familia, lo que nos llevó a regresar pasado apenas un mes. Al entrar en casa y sonó el teléfono y era de TVE. Había un asunto penal importante y los penalistas escasos que quedaban el 6 de agosto en Madrid estaban implicados en el asunto y les remitieron a mí. Aparecí en el “Pirulí” y en aquel 6 de agosto de 1985 en todo el telediario no hubo más que dos noticias: el aniversario del bombardeo de Hiroshima y el juez Lerga, y el que suscribe, que explicaba largamente lo último. Asombrados de mi presencia me reclamaron para el Ministerio. Me examinaron Rubalcaba y el Rector Isidro Ramos y me confirmaron el encargo.

 

Me pareció una persona rara, pues me invitó con entusiasmo a ver con ellos un partido de fútbol en la televisión grande de su despacho, lo que me pareció poco académico. Lo peor fue que me espetó: pon “eso” en marcha bien y en seis meses serás Rector. Bastante difícil me parecía a mí ser decano como para pensar a mayores. Pensé que no parecía que estuviéramos en buenas manos. Pero me sedujo de inmediato con su mirada limpia y seria y su sonrisa divertida. El augurio positivo era  que había sido profesor en el Colegio universitario de Ciudad Real y que su mujer, Pilar Goya, era una joven y brillante química que yo conocía del grupo de ex becarios en Alemania

 

Pero tuvo razón y a los dos años la UCLM era una Universidad que se palpaba y él nos ayudó en todo, incluso en la tarea de hacerme entender la responsabilidad de la Junta de Comunidades y su voluntad de adelantar la historia del progreso de Castilla-La Mancha, frente a mis propósitos de ir más pausados. Menos mal que no me hicieron caso, pues como sabemos hoy, lo que no se hizo antes de 2010 no se hizo nunca más.

 

Rubalcaba, con su colaborador Javier Vallina, que era catedrático de hebreo, impulsó las construcciones, los laboratorios, los fondos Feder, apoyó nuestra Facultad de Químicas que ha sido la madre de todas las batallas de la creación de nuestras Ingenierías y Medicinas.


 

A finales de 1993 me llamó para quejarse de que algunas Universidades no habían cumplido el plan Feder y había que devolver a Bruselas bastantes millones y le respondí que la Universidad que él había contribuido a crear, no solo había cumplido, sino que teníamos preparados proyectos -cosa que no se hacía en la Administración entonces- y obtuvimos y ejecutamos en 6 meses un edificio que llamamos “de laboratorios”, frente a la Facultad de Químicas.

 

Tuvo considerables efectos también el que, al disolverse las Cortes en 1993, Rubalcaba no tenía escaño de Diputado, pero José Bono le hizo una oferta que ni él ni nadie podía rechazar: “Haz que el gobierno entregue a la UCLM el espectacular convento de San Pedro Mártir, cuya rehabilitación acaba de concluir y nosotros te ayudaremos a ser Diputado” y, en efecto, lo fue por Toledo.

 

Rubalcaba se ocupó de otros asuntos más graves que la Universidad y no le fue mal el que en algún momento le regaláramos una navaja espectacular de las de Albacete, tres veces más grande que la que era nuestro modelo oficial. Asombrado y con su mirada acuciosa y su sonrisa siempre franca se daba cuenta de que le entregábamos un formato especial para afrontar los difíciles retos que tenía por delante, como el acabar con el terrorismo, en lo que alcanzó el éxito. Al final no usó de la mal llamada “puerta giratoria” y retornó a la Universidad, a la orilla de la que hace 30 años partió ligero de equipaje como hijos de la mar.