Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


La patria y la ‘hispanidad’ en 2021

12/10/2021

En esta semana que celebramos un año más la fiesta nacional de España, opino que conviene recordar que hoy en día la finalidad de las patrias y de sus ordenamientos democráticos no es otra que seguir dando amparo a lo más concreto de nuestros derechos (a través de cuidarnos, por ejemplo, nuestro empleo, salud o educación) y no de meternos en vena un subidón de adrenalina espiritual.
El 12 de octubre es una fiesta para poner el acento en lo que nos une, y no en rescatar rencillas históricas o de ultramar. Los que quieran una fiesta para pelearse han de aguardar hasta la cena de Navidad. Modernizar las celebraciones nacionales para centrarlas en la atención a la gente y a sus derechos, es perfectamente compatible con sentir el amor por tus símbolos o disfrutar de desfiles e himnos, pero lo segundo no puede prevalecer sobre lo primero. Particularmente sangrante es la operación de división en el hermanamiento que, hoy en pie de igualdad y respeto, se produce entre España y las repúblicas de Latinoamérica. La generalización desorientada de muchos responsables políticos, religiosos o de figuras públicas, hace mucho daño cuando intentar plantear la relación de hermandad y amistad queriendo resolver conflictos históricos que no tienen remedio y que más vale sobrevolar. A mí no me importa como español cuya familia jamás pisó América antes del año 1994, que un líder indígena me señale como genocida, pues está en la dinámica del folklore que hay que perdonar por lo que han pasado y lo que pasan.
Pero si me lo recordarse, pasa poco pero pasa, algún hermano latino con la piel más blanca que la mía, los ojos más azules, con apellido vasco o gallego y titular de cuenta abierta en una sucursal del barrio de Salamanca, me jodería más, pues precisamente fueron sus abuelos, y no los míos, los que hicieron pasta 'en las indias' a costa de los indígenas. ¿Ven? Si nos vamos al pasado nos cabreamos, así que mejor mirar hacia delante y si hay que pedir perdón, se pide, pero a continuación de eso pasemos a otra cosa para que dejen de entretener al personal todos los que dirigen la atención a 1492 o a 1936 con la finalidad de ocultar que nada saben hacer con el presente ni con el futuro. Concordia histórica frente a memoria histórica, en definitiva.
En cuanto a lo que dice el Santo Padre de Roma de todas estas gaitas, propongo relativizarlo: en unos años, es ley de vida, el Señor lo llamará a su seno y volveremos a tener un Papa italiano, etéreo, intangible y sublime, que se centre solo en lo que no entendemos, para así seguir tranquilos con una fe de parvulario y misa de patrona, sin hurgar ni molestar.