Los Ribereños piden coherencia ante el trasvase a Las Tablas

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La Asociación de Municipios de Entrepeñas y Buendía señala que «si no gestionasen miseria y no nos hubieran esquilmado los embalses, otro gallo cantaría»

Sacedón, en la orilla de Entrepeñas. - Foto: Javier Pozo

La Asociación de Municipios Ribereños de los Embalses de Entrepeñas y Buendía, que engloba a municipios de las provincias de Guadalajara y Cuenca, ha reclamado coherencia a la Junta de Comunidades ante la intención de solicitar un trasvase para las Tablas de Daimiel.

En un comunicado, los municipios ribereños señalan que «el nivel 3 al que nos han forzado a llegar es para todo el mundo, es una situación de emergencia que, por cotidiana, no deja de ser grave», y apostillan: «Si no gestionasen miseria y no nos hubieran esquilmado los embalses, otro gallo cantaría». El nivel 3, o de situación hidrológica excepcional, se marca cuando la cabecera está por encima de los 400 hectómetros cúbicos de la barrera no trasvasable y, en el caso del mes noviembre, no supera los  609. Es el nivel previo a la prohibición de trasvases por falta de reservas.

Con los embalses en caída libre, los Ribereños piden lo mismo que solicitan ante los regantes del Segura, «medidas reales contra la sobreexplotación agrícola».

Señalan también que son conscientes «de la dificultad de enfrentarse a la realidad, máxime cuando entran en juego las grandes corporaciones de la agroindustria», pero consideran «una vergüenza seguir alimentando una industria privada insostenible, capaz de secar ríos y envenenar albuferas; de beberse ellos solitos un acuífero de más de 5.500 kilómetros cuadrados de superficie».

«¿Cuántas joyas de nuestro patrimonio natural, como el Tajo, el Mar Menor o las Tablas de Daimiel tendremos que sacrificar para poder decir basta ya?», se pregunta la presidenta, María de los Ángeles Sierra.

Desde la Asociación de Municipios Ribereños de los Embalses de Entrepeñas y Buendía, matizan que no es una guerra contra la agricultura, sino contra la sobreexplotación de recursos, y reclaman un debate nacional sobre el agua que ponga de manifiesto los miles de millones que les cuesta a los españoles la agroindustria y la codicia de unos pocos.

«Siempre se presume del mucho dinero que genera, pero nadie se atreve a preguntar cuánto nos cuesta, suponiendo que se pudiera poner precio material a un río», concluyen.