El campo, bajo supervisión

Ana Pobes
-

La Guardia Civil, junto con la Policía Nacional y el Ministerio de Empleo inspeccionan la provincia en plena campaña agrícola para evitar el empleo irregular y el fraude a la Seguridad Social

Un momento de la inspección realizada hace unos días en los términos de Socuéllamos y Tomelloso. - Foto: LT

Entre las muchas funciones que desempeña la Guardia Civil, una de ellas es la de combatir el empleo irregular y el fraude a la Seguridad Social. Y con ese objetivo sobre la mesa, desde hace muchos años colabora con la Inspección de Trabajo en sus intervenciones, aunque de manera «más regular» desde 2013, año en el que se suscribió el convenio de colaboración entre el Ministerio de Empleo y el Ministerio del Interior sobre coordinación entre la Inspección de Trabajo y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.    

Con la llegada de mayo comienzan las diferentes campañas agrícolas. Así, en mayo y junio se inicia la del ajo, a la que sigue la del melón y la sandía en el mes de junio, la de la vendimia a partir del mes de septiembre y la de la aceituna en noviembre. Todo ello da un volumen de extranjeros que en algunos meses llega a más de 20.000 en Castilla-La Mancha. Es el momento en el que los asentamientos de temporeros regresan a La Mancha. Toca supervisar al sector agrícola y visitar aquellas zonas de la provincia en las que existen cultivos y campañas que requieren la contratación de personas. No existe ni lugar ni explotación específica. Las inspecciones «se realizan en cualquier parte de la provincia», comenta el teniente del Grupo de Información  de la Comandancia de Ciudad Real. En estas fechas toca vigilar al mundo agrario, pero el ámbito ganadero y el resto de empresas tampoco se escapan. «Las inspecciones se incrementan durante las campañas agrícolas puesto que es cuando mayor número de trabajadores eventuales se requieren por parte de los empresarios. No obstante se realizan inspecciones en cualquier época del año y en todos los sectores, empresarial, hostelería, etc», argumenta.  

Esa labor conjunta entre el Ministerio de Trabajo y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad tuvo parada hace poco más de una semana en los términos municipales de Tomelloso y Socuéllamos, donde dos inspectores, dos agentes de la Brigada de Extranjería del Cuerpo Nacional de Policía y dos agentes de la Guardia Civil recorrieron fincas, explotaciones y terrenos de cultivos en los que los trabajadores desarrollan su actividad. «Las campañas de siembra y recolección requieren de muchos trabajadores de manera eventual», y esa eventualidad (contratos por pocos días), explica el teniente del Grupo de Información de la Comandancia, hace que se propicien las contrataciones de estos trabajadores sin que sean dados de alta en la Seguridad Social. Por ello, no es de extrañar, que «la mayoría de las inspecciones conjuntas se lleven a cabo en estos lugares».  

El campo, bajo supervisiónEl campo, bajo supervisión - Foto: ARVisitas ‘sorpresa’ que «comienzan y finalizan en función de la jornada que va a ser objeto de inspección». Así, en el ámbito agrícola o ganadero «se inician a primeras horas de la mañana», mientras en el ámbito empresarial «se adecuan al horario de la empresa». El objetivo, evitar que se repitan escenas de extrema precariedad. 

 

Temporeros. La situación de los temporeros en la provincia y en la región no es exclusiva de la vendimia, pero es con ella con la que se ponen en marcha mayor número de mecanismos para el control de la situación de estos trabajadores. Muchos viven en condiciones infrahumanas, y muchos son víctimas de explotación laboral. Los pueblos están llenos de ellos en plenas campañas agrícolas pero aún así se desconoce con exactitud cuántos temporeros llegan en busca de un empleo en estas fechas de campañas. A pesar de ello, «se ha notado un notable descenso de infracciones en lo que respecta a las contrataciones de trabajadores de forma irregular» y en la actualidad, y en relación a años anteriores, «es menos probable que durante una jornada de inspecciones se detecten empleados sin dar de alta así como otras irregularidades». 

Si hay fraude y explotación en el campo hay que poner los medios para erradicarlos. Y en eso consiste las inspecciones, donde se controla hasta el más mínimo detalle. Así, entre las infracciones más comunes, «tener contratado a trabajadores sin estar dados de alta en el régimen de Seguridad Social». En  ocasiones, comentan desde la Comandancia, «se ha llegado a observar a trabajadores sin dar de alta estando en situación de desempleado y percibiendo además el subsidio por desempleo, así como jubilados por edad, enfermedad, etc». Al tratarse de trabajadores eventuales «no son sobradamente conocidos por los empresarios», y  eso facilita también la picaresca entre ellos, pues «se han detectado también casos en los que un trabajador sin dar de alta estaba sustituyendo a otro, que si lo estaba pero que no había ido a trabajar por encontrarse indispuesto. Y todo ello, sin conocimiento del contratador». 

Las nacionalidades más habituales en los empleados por labores agrícolas son la rumana, en su mayoría, seguidos por los marroquíes y los que proceden de América del Sur. A pesar de que «no se han detectado en la provincia personas o grupos dedicados a la trata de seres humanos si se han descubierto «a personas dedicadas a proporcionar trabajadores a los agricultores, obteniendo con ello un porcentaje de dinero del salario de dicho trabajador. Algo que es completamente ilegal», subraya.   Pero el engaño va a mucho más,  ya que «se han dado casos en los que los que los agricultores recurren a empresas de trabajo temporal para que les proporcionen trabajadores, resultando que no estaban dados de alta y que se trataba de una falsa  ETT».    

Más fotos:

El campo, bajo supervisión
El campo, bajo supervisión - Foto: AR
El campo, bajo supervisión
El campo, bajo supervisión - Foto: AR

Cáritas Ciudad Real lleva muchos años recordando la ‘vía de escape’ que supone el no tener recogido en el Convenio del Campo de Ciudad Real la obligatoriedad de dar alojamiento a las personas temporeras; esto supone que muchos de ellos no pueden acceder a alojamientos dignos por falta de ingresos, que haya personas que se aprovechen y enriquezcan alquilando casas, naves o locales con precios abusivos, donde viven las personas hacinadas y con gran falta de higiene, y que muchos opten por vivir en el campo, en tiendas de campaña o en asentamientos improvisados. Pero a pesar de eso, una mayoría de agricultores contrata en condiciones dignas. Son las dos caras de la moneda del campo.