La zona de entrada al Conservatorio Profesional de Música Marcos Redondo está dividida, marca rutas de entrada y salida con cintas blancas y rojas, los bancos del pasillo hacia las aulas han desaparecido y una funcionaria mide la temperatura a quienes llegan. A unos pasos tres limpiadoras desembalan nuevos cubos de residuos recibidos la misma mañana. Más adelante, todas las aulas tienen un papel junto a la puerta que señala su aforo máximo, cuatro, cinco, 11 personas... Y en cada una de ellas, sobre la mesa del profesor, hay un rollo de papel secamanos y un frasco de gel hidroalcohólico.

Ayer fue el primer día en que este material se utilizó activamente por el inicio de las pruebas de acceso a los cursos de segundo a cuarto de Enseñanza Elemental, el lunes será el día de los aspirantes al primer curso, con unos 90 inscritos, y el 8 de septiembre comenzarán las pruebas para la Enseñanza Profesional. En total son 190 alumnos, detalla el director del centro, Rafael Sanz Alcaide.

Entre los padres que acompañaban a sus hijos pequeños se encontraba Soledad Alberca, quien consideró «muy bueno que los niños accedan ellos solos» y se mostró satisfecha con la delimitación de espacios. Clara, de 13 años, sí consiguió que su padre le acompañase hasta el aula cargado con el contrabajo. A ella tanto control, le parece «un poco raro», pero lo vio adecuado para evitar contagios.