La cifra de muertos a causa de la pandemia, más de 1.600 en la provincia, el dolor y el sufrimiento de muchas familias, el miedo, la incertidumbre o la desaparición de un ser querido del que ni tan siquiera han podido despedirse, darle el último adiós o decirle un ‘te quiero’ no es fácil de asimilar, ni como sociedad ni como seres humanos. Cuando una vida se quiebra todo su entorno se tambalea. El zarpazo es tal que encauzar nuevamente los pasos puede llegar a ser una labor muy complicada.

Para ayudar a afrontar esas situaciones tan difíciles como la permanencia de una familiar en el hospital o el fallecimiento de un ser querido, se puso en marcha desde marzo un servicio de apoyo psicológico. «Desde marzo, a raíz de esta pandemia, se entiende que pacientes, familiares y profesionales viven una situación de tensión emocional que hay que atender», afirma Inmaculada Vicente, facultativo especializada del área de Psicología Clínica, que explica que desde julio este equipo impulsado por el área de Salud Mental está en funcionamiento en la UCI.

«Lo importante es el soporte emocional que podemos proporcionar en estos momentos que son tan difíciles», subraya para concretar que se trata de un acompañamiento que se produce «desde que entra el paciente hasta que sale de la UCI y después».

Respiro emocional en momentos críticos - Foto: Rueda VillaverdeNo sólo es la enfermedad, también son sus características las que hacen que el factor emocional cobre aún mayor importancia ante este tipo de situaciones. «El no poder ver a los pacientes, que los pacientes no los puedan ver a sus familiares. Hay situaciones dramáticas, como cuando no pueden despedirse de ellos si las cosas no van bien».

Por ello, las máximas con las que actúan son dos: «Humanizar y cuidar». En esta tercera ola también han tenido una actividad intensa. En las tres últimas semanas han tenido unas 80 intervenciones con familiares y pacientes. Son, pues, «un ventilador emocional» que oxigena en momentos de ‘asfixia mental’. Vivir una pandemia conlleva sentir sensaciones como la «irrealidad, el bloqueo o el miedo», comenta esta especialista en psicología clínica. Tanta tragedia y pena generada por un virus tan cruel supone también una «preocupación extrema», un choque con una nueva normalidad difícil de digerir. Esta ayuda que se presta es muy bien recibida por muchas de las familias, concluye Andrea Salmerón, residente de psicología. 

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