Las plañideras no han faltado a su cita. Hasta el tiempo se ha vestido de luto en Ciudad Real amainando el viento y conteniendo la lluvia para brindar así su particular despedida a doña Sardina. Su entierro, escenificado en la plaza Mayor, estaba en riesgo desde el amanecer, pero finalmente fue incinerada siguiendo los ritos marcados en una celebración fúnebre en la que el animal fue ataviado con la forma y figura de Alonso Quijano, el célebre Don Quijote. 

Más de 600 kilos de sardinas, más otros 400 en previsión de aplacar el hambre que provoca el sollozo, han sido dispuestos para sobrellevar mejor el dolor de la multitud, que es menos cuando se comparte. 

Y para animar los espíritus entristecidos la música de la charanga Los Falillos y los bailes mexicanos con alusiones a la muerte de un desfile teatral que congregó en la plaza Mayor a familias en una fiesta que debería marcar el punto final del Carnaval, pero que en Ciudad Real todavía espera su apogeo con el domingo de Piñata. 

La cremación de doña Sardina, punto central de la celebración carnavalesca. - Foto: Rueda VillaverdeLa religiosidad del miércoles de ceniza con el inicio de la Cuaresma se ha tornado en ambiente festivo con el habitual duelo de las viudas en un suceso que contó con la participación de la concejala de Acción Social y Cooperación Internacional, Matilde Hinojosa, y la concejalía de Participación Ciudadana, Juventud e  Infancia, Sara Martínez, así como miembros de diferentes peñas. 

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