Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Gento y los Gentos de ochenta

19/01/2022

Ando estos días empeñado en un programa que quiere recoger las aportaciones que debemos a nuestros mayores de ochenta años, la inmensa mayor parte de ellos personas de gran lucidez que, con sus experiencias, tienen mucho que enseñarnos. Ayer acudí a visitar a un hombre de más de noventa años, que acaparó muchos titulares de periódicos hace cuatro décadas, y con el que repasé buena parte del pasado. Ahora que la enseñanza de la Historia se ha convertido en una asignatura menor, creo que conviene reflexionar sobre cuánto le debemos a ese pasado que los más jóvenes desprecian, porque lo ignoran.

Confieso que hoy me lanzo a escribir estas líneas con la tristeza de acabarme de enterar de la muerte, a los ochenta y ocho, de Paco Gento, un enorme futbolista que jamás hubiese cedido a la tentación de convertirse en una de esas 'estrellonas' inasequibles que, como el tenista que usted y yo sabemos, se saltan, por soberbia y prepotencia, reglas y cánones perfectamente lógicos.

Como Gento, paisano admirado, a quien seguí antaño en no pocos partidos, el país está lleno de octogenarios -hasta la palabra la hemos degradado--, gentes de mérito, unos conocidos y en plena actividad -cómo olvidar a José Luis Gómez, al padre Ángel, Marcelino Oreja, Mario Vargas Llosa, Antonio López, Concha Velasco, Miquel Roca y tantos más--, otros retirados del mundanal ruido, disfrutando al máximo posible de los años de vida que les resten, en medio de las incertidumbres y lamentos que sobre todas nuestras cabezas arroja la pandemia.

Debemos, en todo caso, un homenaje a estos mayores que consumieron sus vidas para que nosotros pudiésemos disfrutar de otra algo más desahogada, mejor. Han sido las principales víctimas del virus, sí, pero también de nuestro olvido. No sé en qué piensa el señor ministro de Consumo --ahí le va un tema para la meditación, en lugar de tantas ocurrencias-- cuando colectivos de la tercera edad se lamentan de que no tienen oficinas bancarias en sus localidades de residencia, o se encuentran con que los pocos trabajadores que van quedando en estas oficinas no tienen tiempo para atenderles y los envían a realizar trámites informáticos que, lógicamente, muchos no entienden.

España está llena de ex Gentos que no alcanzaron su fama, ex Sauras que no llegaron a hacer su película, ex Raphaeles que no accedieron al estrellato. Pero que contribuyeron a hacer de España el país que, muchas veces pese a sus representantes, funciona y ha accedido a niveles de bienestar muy estimables, por mucho que encontremos, que los hay, agujeros lamentables de desigualdad, opacidad y falta de cariño hacia el ciudadano.

A este respecto, debo decir que me alegra algo que he leído, y que sé que es una medida 'electoralista' --claro que, sin elecciones, aún estaríamos en los tiempos del derecho de pernada--, en el sentido de que el presidente del Gobierno piensa salir más de La Moncloa y escuchar a la gente corriente, a esos jubilados que no saben cómo tratar con su banco, a esos cientos de miles, quizá millones, que, dice Cáritas, viven al borde la exclusión. A tantos que deberían ser objeto de mucha mayor atención que las vacas en los mítines y cuyo trato debería ser acreedor a mucha más atención de los poderes públicos que los gatos maltratados, por mucho que me congratule, faltaría más, que exista una preocupación oficial por al maltrato animal.

Vaya, en fin, desde aquí mi homenaje y mi solidaridad con todos aquellos que hoy no sabrán resolver, sin la ayuda de alguien cercano, si lo tienen, sus problemas informáticos. O con quienes ven limitado, cosa de los tiempos, su acceso a la sanidad por la que han cotizado toda la vida. Consuélense: quizá un día de estos reciban la visita a domicilio del presidente que llama a sus puertas y podrán, al menos, contarle sus cuitas. Porque, claro, a los ochenta también se vota, y usted y yo que lo veamos.