Una vacuna con ADN manchego

Hilario L. Muñoz
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El equipo de investigadores del CSIC en el que trabaja el socuellamino Pedro Alcolea se encuentra a las puertas de realizar el primer ensayo clínico de su vacuna. El biólogo lleva años trabajando para frenar las enfermedades infecciosas

Una vacuna con ADN manchego - Foto: Juan Lázaro

La vacuna contra el coronavirus es fruto de años de investigación para luchar contra las enfermedades a través de una herramienta única para atajar las enfermedades. Una obra científica de conjunto en la que hay múltiples ensayos y miles de personas trabajando a la vez. Entre ellas se encuentra el socuellamino Pedro Alcolea, biólogo molecular y químico, quien lleva años desarrollando una vacuna para una enfermedad olvidada y que emplea un método distinto a los de las vacunas COVID ya patentadas. Busca utilizar el ADN, inoculando un gen del virus en un vector circular llamado plásmido. 17 años lleva trabajando Alcolea en esta línea de investigación tanto en España como en Seattle, donde hizo su trabajo postdoctoral.

Alcolea lleva «muchos años trabajando» en el grupo del profesor Vicente Larraga en el Centro de Investigación Biológicas Margarita Salas. El equipo tiene casi aprobada la vacuna para la Leishmaniosis, la que será una de las primeras vacunas realizada por el método del ADN. Este método tiene como ventaja la sencillez y que es «muy estable», dos características claves para que sea fácil de producir y llevarla a bajo coste a los países en vías de desarrollo, donde hay problemas con esta zoonosis, una enfermedad canina que se puede transmitir a humanos. En España, por ejemplo, ha habido varios casos de esta enfermedad.

Tras años de desarrollo de esta vacuna canina, el socuellamino pertenece a un equipo que en mayo de 2020 le encargaron trabajar en el desarrollo de una vacuna contra la COVID usando este mismo método del ADN. Eso ha implicado sintetizar el ADN del virus para inocularlo a las personas. En estos 15 meses han desarrollado una vacuna y van a iniciar los que serán los segundos ensayos con animales. Ha sido un proceso muy rápido, condensado lo que sería un proceso largo de hasta cinco años, en solo uno. «La vacuna frente a la Leishmania empezó hace 20 años», por comparar esta labor. «Teníamos la tecnología preparada para ponernos a trabajar rápidamente en la vacuna contra la COVID-19». La idea, si los ensayos actuales salen bien, es que en el próximo otoño comiencen las pruebas con humanos de esa vacuna que, en parte, tendrá sello ciudadrealeño.

Una vacuna con ADN manchegoUna vacuna con ADN manchego - Foto: Juan LázaroLa labor de Alcolea en el CSIC consiste en coordinar las tareas, además de realizar físicamente los procedimientos que se deben desarrollar en los ensayos de inmunización y protección en modelos animales y los análisis de los datos obtenidos durante esta la fase preclínica de la investigación. Los ensayos de protección se desarrollan en colaboración con el equipo de la doctora Noemí Sevilla, del Centro de Investigación en Sanidad Animal del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (CISA-INIA). «Es imprescindible su colaboración para hacer esa parte concreta», señaló Alcolea, quien dice no recordar un trabajo que se haya hecho «con tanta intensidad». Los investigadores no pararon ni un momento durante el confinamiento, «ilusionados» por la posibilidad de frenar el virus, lo que les «da fuerza para trabajar», ante la necesidad de «llegar cuanto antes» a contar con esta vacuna.

Tras este año en que, apenas ha habido descansos, Alcolea se cogerá unos días para, entre otras cosas, dar el pregón en las fiestas patronales de Socuéllamos. «Es muy emocionante para mí y para toda mi familia», señala ante un reconocimiento «importante» que supo por la alcaldesa quien le llamó para proponérselo. Hay que tener en cuenta que en su pueblo nació su intención de dedicarse a la investigación. «En el entorno de mi familia siempre hemos tenido la cultura del esfuerzo y el espíritu de superación». En su caso fue un camino enfocado hacia la ciencia. «Me gusta aprender de todas las materias» y, tras un corto periodo de tiempo en que quiso ser profesor, supo que su pasión era «trabajar en un laboratorio de investigación biomédica». Su vocación siguió hacia las enfermedades infecciosas, a las que dedicó su tesis, y a la necesidad de desarrollar vacunas y fármacos. El destino ha hecho que se encuentre en una posición privilegiada desde la que observar la pandemia.

Del COVID, Alcolea saca la lección de que ha demostrado «la importancia de la investigación» y también del trabajo que su laboratorio ha realizado estos años. Ha sido, recuerda, «una carrera durísima», en la que han tenido muchas complicaciones, por ejemplo Alcolea, ha tenido que estudiar para obtener su plaza como funcionario y sigue estudiando. «A veces uno se desanima y dice hasta aquí hemos llegado, pero hay que perseverar». Hay que tener en cuenta, recuerda Alcolea, que ni siquiera en un laboratorio que trabaja con enfermedades infecciosas se esperaban una pandemia como la del coronavirus, lo que demuestra que «no hay que bajar la guardia». «Las vacunas han tenido un papel decisivo en la reducción de las enfermedades infecciosas» y la pandemia ha recordado que esto sigue siendo así.

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Una vacuna con ADN manchego
Una vacuna con ADN manchego - Foto: Juan Lázaro
Alcolea, en su laboratorio del Centro de Investigación Biomolecular.
Alcolea, en su laboratorio del Centro de Investigación Biomolecular. - Foto: JUAN LAZARO
Pedro Alcolea.
Pedro Alcolea. - Foto: Juan Lázaro

De hecho, la labor que desarrollan estos científicos españoles será importante en el futuro. Aún hay varios aspectos que se desconocen de la actual vacuna de ARN frente al COVID, entre ellos está la duración o cómo van a repercutir las variantes del virus. Por este motivo, la vacuna de ADN española será clave en el futuro al hacer más fácil su adaptación a nuevas variantes, modificando el ADN en lo que sea necesario.