Mucho más que unas elecciones

M.R.Y. (SPC)
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La repetición de las presidenciales pretende devolver la calma a un país que no levanta cabeza desde la fraudulenta victoria de Evo Morales

El resultado de los comicios del 20 de octubre de 2019 provocó masivas protestas en las calles de la nación, que se cobraron decenas de vidas

El 20 de octubre de 2019 supuso un punto de inflexión en Bolivia. El entonces presidente Evo Morales lograba la reelección en unos comicios muy cuestionados tras la interrupción abrupta de la transmisión de sus resultados y que finalmente fueron anulados por fraude. Un recuento con irregularidades daba la victoria a Morales con un 47,08 por ciento de los votos, un porcentaje suficiente que le evitaba tener que concurrir a una segunda vuelta. Pero que rápidamente fue impugnado por la oposición y por las calles, donde se registraron importantes protestas. Casi un mes después, el 10 de noviembre, el mandatario aceptó repetir las elecciones y renunció a su cargo. El 12, salió del país para huir de la Justicia.

Fueron 48 horas intensas. Después de que un informe de la Organización de los Estados Americanos (OEA) apuntara a una «manipulación dolosa» de los resultados electorales, Morales anunció nuevos comicios, mientras los militares le sugerían que renunciara. Horas más tarde, presentó su dimisión, asegurando que era «forzado» por «un golpe de Estado». La violencia se sucedió al día siguiente, con importantes disturbios en las calles -que dejaron una treintena de muertos- y el 12, coincidiendo con la marcha del ya expresidente, la conservadora Jeanine Áñez tomaba el poder de forma interina al activar un mecanismo sucesorio como senadora. Hasta ahora.

Hoy, un año después de aquellas presidenciales, los bolivianos vuelven a las urnas después de que el país se haya sumido en una crisis inédita en la que la conservadora Jeanine Áñez ha tomado las riendas del Gobierno durante estos 12 meses.

Muchas cosas han cambiado desde entonces. En medio de la pandemia, los ciudadanos tendrán que ir al colegio electoral en turnos para evitar las aglomeraciones -el voto es obligatorio para los mayores de 18 años que residen en el país- y en las papeletas no estará el nombre de Evo Morales por primera vez en 18 años, al haber sido inhabilitado.

De poco le sirvió al exdirigente salirse con la suya en 2017, cuando el Tribunal Constitucional le permitió presentarse a un tercer mandato -llevaba en el poder desde 2006-, a pesar de que en 2016 esa opción fue rechazada en un referéndum popular. Su intento en 2019 y ahora ve desde Buenos Aires cómo evoluciona la situación en Bolivia.

El Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales, con el exministro de Economía Luis Arce como candidato, lidera todos los sondeos, pero no lo hace de una manera contundente, por lo que todo indica a que tendrá que celebrarse una segunda vuelta. Las encuestas le conceden entre el 26 y el 30 por ciento de los respaldos y en Bolivia es necesario superar el 40 por ciento para evitar una nueva ronda.

Por detrás se sitúa el expresidente Carlos Mesa, de Comunidad Ciudadana, que ya fue rival de Morales en los comicios de 2019 y que se sitúa entre el 17 y el 24 por ciento de los apoyos. El izquierdista podría superar a Arce en un cara a cara electoral al recabar los votos de todos los opositores al MAS en una llamada al voto útil contra los sucesores de Evo.

Apenas hay temor a que se repita un capítulo similar al vivido en el recuento del pasado año. Observadores internacionales vigilarán que no se vuelvan a registrar irregularidades. Eso sí, en lo que sí existe una cierta desconfianza es en la reacción de las partes. El MAS es el único partido que no se ha comprometido a respetar el resultado en las urnas, llegando incluso a plantear que un triunfo de Mesa solo podría llegar a través de «un fraude electoral». De hecho, algunos de sus dirigentes han avisado con «recuperar en las calles» el poder en caso de una derrota.

La tensión continúa en una Bolivia muy polarizada, pero que trata de buscar una normalidad perdida hace un año, aunque el proceso aún le llevará un tiempo.