La «inseguridad» vial del parque forestal

C. de la Cruz
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Los vecinos de La Atalaya reclaman el reordenamiento de los sentidos viarios en el acceso a sus viviendas por el «peligro de accidentes» y el mantenimiento de la zona ante el riesgo de incendios

La «inseguridad» vial del parque forestal - Foto: Pablo Lorente

Cuando el acceso a tu vivienda se convierte en una amenaza es el momento de tomar medidas. Los residentes en el Parque Forestal La Atalaya tienen dos maneras de acceder a sus hogares con sus vehículos: a través de un camino de Moledores que cuenta con un tramo sin asfaltar y en muy malas condiciones o dando un vuelta de más de cuatro kilómetros por la cima de este espacio natural.

Todo cambió hace «cinco años cuando hicieron una reordenación viaria con una dirección prohibida hacia nuestras casas», algo que «no entendemos en absoluto, nos obligan a pasar por arriba con el peligro que conlleva para la gente que viene con sus bicicletas  o de paseo», señalan Bernabé Seguido y Eduardo Rodríguez, representantes de la Asociación de Vecinos La Atalaya.

No hubo justificación para ese cambio de sentido en 2015, arguyen, más allá de que «no quieren que pasemos por la Atalaya», pero el acceso externo, el de Moledores, «es impracticable». Con lo cual, y ya que «no tenemos esperanza de que arreglen este camino», sólo reclaman que «en la vía de acceso prohibido se señalice ‘excepto vecinos’». Es decir, recorrer apenas medio kilómetro en lugar de los más de cuatro que suponen dar la vuelta al depósito del agua y a la zona de antenas, la cual esconde un  notable riesgo: una vía estrecha con pendiente en su parte más externa  e invadido de maleza en algunos tramos por el que transitan personas, ya sea en sus propios turismos y a pie o en bicicleta. «El peligro es constante», señalaban tanto Seguido como Rodríguez.  A este riesgo se suma el hecho de la contanimación.

Explican que esta queja es tan antigua como el momento en el que se produjo el cambio: hace cinco años. Desde entonces «nos dijeron que lo iban a solucionar» tras dos reuniones con los responsables municipales,  pero «seguimos esperando».

Pero esta situación esconde otra incluso más dura: «el abandono del parque forestal» que provoca «el riesgo de incendios. Hay muchos árboles caídos, son teas puras». Aseguran que, salvo pequeñas labores puntuales, han transcurrido seis años desde la última poda, y «sólo en una zona del parque», así como que «no se ha limpiado de maleza en las dos últimas décadas».

De manera habitual residen en el parque forestal diez familias, número que supera la veintena en los casos de segundas residencias; son pocos, pero alertan de un problema global para toda Ciudad Real, sobre todo en lo que atañe a la inacción de las diferentes administraciones implicadas en la conservación del parque forestal.