El impulso creativo del artista plástico daimieleño Eusebio Loro tiene también una vertiente literaria que ya se ha plasmado en varios libros, como la novela El hidalgo de La Mancha (va por su segunda edición) y algunos poemarios, una lista que acaba de engrosar con Lágrimas de barro.

La obra muestra una clara evolución de la poesía de Loro, que muestra «el amor como protagonista», en sus diferentes variantes, donde la pasión y el erotismo son uno de los motores literarios, pero que evoluciona hacia el desgarro, la decepción y el dolor del desencuentro.

A través de estos poemas, el autor muestra sus sentimientos más íntimos en un recorrido marcado por una lírica impulsiva, más pendiente de la emoción que transmite que de los criterios formales con los que forma su poesía.

Es una poesía cargada de verdad expresiva, de una voz sincera que no teme desnudarse ante el lector, pero que poco a poco va alcanzando nuevas cotas en su expresión literaria, siempre con la idea esencial de mostrarse tal cual es.

Al mismo tiempo, la obra es una ocasión de reencontrarse con el perfil del daimieleño como pintor, puesto que el diseño de portada y contrapartida es la reproducción de una de sus obras pictóricas.

En ese sentido, la pluralidad de enfoques estilos artísticos en los que se mueve Eusebio Loro como pintor y escultor, se ve correspondido en su faceta literaria con la vivacidad de su exploración a partir de la palabra y en los brazos de los sentimientos.

Loro también está en fase de promoción de la segunda edición de su novela El hidalgo de La Mancha, una obra que vio la luz por primera vez hace diez años y que ahora vuelve a las librerías en una edición más cuidada. La novela, una comedia, se ambienta en el siglo XIX, con un protagonista fugado de un manicomio que recorre los pueblos de La Mancha para entrar en contacto con un gran número de personajes, mientras la Guardia Civil intenta darle alcance.