Un empujón económico del teatro pero a medio gas

M. Sierra
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El Festival de Almagro ha dejado algunas noches de terrazas llenas que dan un respiro a los empresarios, que agradecen el esfuerzo de la muestra, pero que reconocen que aún así este mes de julio las cuentas no salen

Una vecina de Almagro mira desde la puerta de una tienda de ‘souvenirs’ - Foto: Rueda Villaverde

La 43 edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro ha sabido a poco. Los empresarios del municipio, comercios y hostelería sienten que la muestra casi se les ha escapado de las manos. Han sentido el espíritu del festival, han visto cómo el teatro levantaba el telón, cómo las terrazas silenciosas se iban llenando de gente, han sentido por instantes que la nueva normalidad era solo normalidad. Aun así, las cuentas no salen porque la versión reducida de la cita cultural sólo ha servido para dar un pequeño empujón económico a la villa encajera.

A unos pasos del Corral de Comedias, origen y razón de ser del Festival, se encuentra el bar El Gordo, un clásico entre los clásicos. Local emblemático, que echaba a andar justo el mismo año que la muestra daba su primer paso, encontrar un hueco en julio en un su terraza suele requerir de algo de paciencia. Este año no ha habido gente esperando, pero sí noches en las que no se ha parado y tardes animadas.  Raúl Ramos, al frente del establecimiento, reconoce que «escalonar el inicio de los espectáculos (a las 20.00, 21.00 y 22.45 horas) ha ayudado a favorecer este movimiento que nos ha permitido reponernos un poco tras meses sin  abrir».  Y apunta que sin Festival «esto habría sido catastrófico. A ver si llegamos al 40%».  

      Estos días, María Rosa Baos ha sido testigo de cómo la terraza de El Gordo, y otras tantas que se reparten por la plaza Mayor, han conseguido llenarse al menos en momentos puntuales y especialmente los fines de semana. Lo ha hecho desde la puerta de su tienda de souvenirs, donde los viajeros suelen buscar un cachito de Almagro. Como el resto de almagreños mira el Festival con buenos ojos, aunque reconoce que  el mes de julio para ella no suele ser bueno, y este año «menos». «Las ventas por lo general en este mes son pocas», pero es que también ha sido poca «la gente que ha pasado a visitar la tienda».

También se ha notado en los hoteles que la edición ha sido concentrada, reducida, casi un aperitivo de lo que suele ser, dicen desde el Retiro del Maestre. A unos metros de la plaza Mayor, este hotel que suma más de 15 años de vida ha estado a medio gas. Como en otros años han tenido alojados a los técnicos de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, «pero este año apenas un mes, cuando lo normal es que estén en Almagro más de un mes y medio». El resto de las habitaciones, este año se han llenado a noches y con el cliente de trabajo. Desde la recepción del hotel confirman que esto es significativo porque indican que el visitante de la muestra este año no se ha alojado, cuando lo normal habría sido fines de semana sin camas.  Aun así valoran el esfuerzo del Festival por recuperar una parte de la normalidad de esta cita.

Otra parte de la Nacional suele alojarse en el camping Los Arenales. «Se toman su estancia como unas vacaciones», explica Nuria Núñez, una de las responsables del camping. Unas vacaciones que este año apenas han durado 15 días y eso se nota al hacer las cuentas. Tampoco salen si miran su albergue  que todos los años utilizan «las compañías invitadas» y este año está vacío. No se quejan, agradecen el esfuerzo de la fundación y reconocen que están al 100 % de ocupación gracias a que parte de las reservas que no se han hecho con motivo del Festival han sido cogidas por gente de la zona o de la provincia», apunta Núñez, que como el resto de almagreños ya espera con ganas que la 44 levante el telón, y lo haga sin pandemias.