No todo vale

M.R.Y. (SPC)
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La OMS avisa que las mascarillas caseras hechas con tela de algodón no solo no protegen, sino que ayudan a la propagación del coronavirus, por lo que hay que usar las homologadas

No todo vale - Foto: Susana Vera

Al inicio de la crisis sanitaria, la Organización Mundial de la Salud (OMS) quiso lanzar un aviso a la población: el uso de mascarillas -que se habían convertido en un bien preciado al que ya no se podía acceder- no solo no era necesario, sino que, además, se estaba extendiendo de una manera trivial y generaba confusión y una falsa sensación de seguridad. Según los expertos, este tipo de material de protección debía utilizarse únicamente en casos de situación de riesgo -contacto con infectados o prevención en los comercios que siguen abiertos al público- y, de manera individualizada, solo en aquellas personas que tenían sintomatología o con posibilidades de contagiar. «No se requieren para gente sana», insisten.
Sin embargo, las autoridades sanitarias no descartan ahora seguir los pasos de muchos países asiáticos, donde el uso de mascarillas es habitual en la vida diaria y desde el Gobierno estudian implantar la obligatoriedad de su empleo. Eso sí, una vez que se pueda hacer acopio suficiente como para que todos los ciudadanos puedan acceder a ellas.
De hecho, de cara a la vuelta mañana a la actividad laboral, Sanidad repartirá mascarillas higiénicas para aquellos a los que se enfrenten a lugares con aglomeración, como el metro, los cercanías o transportes públicos en grandes ciudades.
Ante esta situación, muchos han sido los que se han buscado la manera de tener una y los tutoriales sobre su fabricación se han sucedido a lo largo de los últimos días. Con camisetas, paños de cocina, servilletas... Un sinfín de materiales para conseguir una mascarilla de uso casero que, sin embargo, ha sido desestimada por la OMS: este producto no solo no protege, sino que ayuda a expandir el coronavirus, por lo que insiste en que el material empleado tiene que ser el homologado.
Por un lado, está la mascarilla quirúrgica, que se usa habitualmente en los centros clínicos con el objetivo de que el aire exhalado sea filtrado lo máximo posible para evitar contaminar a las personas que se encuentran alrededor, principalmente al paciente. Es la recomendada para el uso común, pero no para su empleo, ahora mismo, en hospitales.
Por el otro, se encuentran las de protección respiratoria, capaces de retener agentes, partículas, bacterias o virus del entorno a través de una válvula. Se dividen en función de la actuación de su filtro. La más floja de todas es la FFP1, mientras que sus hermanas mayores, la FFP2 y la FFP3, sí están consideradas EPI y su uso es recomendado para los profesionales de la salud. Porque en esta crisis, la mayor protección debe ser para los sanitarios. Para los ciudadanos, la mejor manera de mantenerse a salvo es quedarse en casa, cuando se pueda, y cumplir con las normas establecidas.

 

Los tipos

Quirúrgica

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Como su nombre indica, es la que se utiliza habitualmente en los quirófanos, ya que impiden que el aire que exhalan los profesionales sanitarios -y que podría estar contaminado- salga al exterior y, por tanto, cualquier tipo de bacteria se pueda transmitir a través de la respiración de quien la lleva.
Existen varios tipos, en función de su eficacia de filtración -tipo I y tipo II- y de su capacidad de resistencia a las salpicaduras.

 

Higiénica

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Una «solución temporal», como destacó ayer el presidente de Cantabria, es la mascarilla higiénica, la que el Gobierno comenzará a repartir mañana en lugares con grandes concentraciones de población y que algunos Ejecutivos regionales ya han empezado a distribuir entre sus habitantes.
 De un solo uso, está destinada a adultos sin síntomas para reducir el riesgo ante la imposibilidad de mantener el distanciamiento social. No debe sustituir a las otras mascarillas.

 

FFP1

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Dentro de las mascarillas de protección respiratoria, conocidas como FFP -Filtering Face Piece-, que sí son capaces de frenar la inhalación del aire del exterior, hay varios niveles, en función de su capacidad de filtrado.
La FFP1 es la de menor eficacia de filtración mínima, aunque se sitúa en un 78 por ciento. También es la que cuenta con el dato más alto de fuga hacia el exterior, con un 22 por ciento. Protege de residuos no tóxicos y no fibrogénicos de polvo o aerosoles.

 

FFP 2 y FFP3

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Son las más completas que se pueden encontrar en el mercado. La FFP2 cuenta con una eficacia de filtración mínima del 92 por ciento y un porcentaje de fuga hacia el exterior del 8 por ciento, mientras que la FPP3 (foto) cuenta esos datos en un 98 por ciento y un 2 por ciento.
Ambas están homologadas por las autoridades sanitarias y recomiendan su uso solo en actividades con riesgo «moderado o alto», es decir, para profesionales.