El Palacio de Riánsares, en alerta roja

R.L.C.
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El Duque de Riánsares mandó construir un palacete en Tarancón junto a la ermita de la patrona en el año 1846. En 1925 la finca pasó a ser propiedad del Obispado, que a principios de los 2000 cedió el uso del palacio y la pradera al Ayuntamiento.

El Palacio de Riánsares, en alerta roja

Al estado ruinoso en el que se encuentra desde hace años el Palacio de Riánsares anexo a la ermita de la patrona de Tarancón, a unos cinco kilómetros de la localidad, hay que sumar las consecuencias de la borrasca Filomena de principios del pasado enero, lo que ha provocado que el edificio histórico entre en alerta roja. El mal estado del tejado y las estructuras interiores contrarrestan con una fachada mejor conservada, en la que aún se puede ver en el enrejado de uno de los balcones, DR 1846. 

Y es que fue a mediados del siglo XIX cuando el Duque de Riánsares mandó construir este palacete junto a la ermita de la Virgen de Riánsares. En 1925 toda la finca pasó a ser propiedad del Obispado de Cuenca, que lo cedió en uso para 50 años al Ayuntamiento, en la primera legislatura de Raúl Amores como alcalde (1999-2003), para disfrute de los taranconeros y sus tradiciones, como las romerías de traslado de la patrona, el 28 de enero y el 15 de agosto. El acondicionamiento de la pradera sí llegó, y se ha mantenido, pero no ha corrido la misma suerte el palacio. 

La Hermandad de la Virgen de Riánsares, que tiene cedido el uso de la ermita sine die, ha lanzado la voz de alarma en numerosas ocasiones, la última a raíz del histórico temporal de nieve. «El edificio está muy muy mal, cada vez está peor, no hay prácticamente techo, cada vez se hunde más y da miedo que se lleve por delante la capilla», confiesa Francisco Arcas, presidente de la cofradía. En reiteradas ocasiones ha trasladado esta preocupación tanto al Obispado como al Ayuntamiento, al que agradece atendiera su petición de asfaltado del camino de acceso a la ermita y la explanada, así como la subvención menor recibida en la pandemia para saldar una deuda  y ayudar a contrarrestar la reducción de donativos al no haber podio procesionar la Virgen en su día, el 8 de septiembre.

peligro para la ermita. Aunque se han reducido los ingresos, que solamente en esta procesión eran de una media de 16.000 euros, la Hermandad de la Virgen está haciendo un esfuerzo por afrontar todos los gastos y mantiene la ermita en perfecto estado, mientras que el palacete anexo se encuentra totalmente abandonado desde que, a finales de los noventa, alojó a la última congregación religiosa, de sacerdotes del Lumen Dei.

Desde el Ayuntamiento, el alcalde, José Manuel López Carrizo, asegura que «somos conocedores de que el deterioro se ha ido incrementando en los últimos años». Y manifiesta la intención de abordar con el Obispado en breve la necesidad de tratar el asunto y actualizar el Patronato de Riánsares, que no se ha renovado desde la época en la que María Jesús Bonilla fue alcaldesa (2011-2015). En su creación en 1925 está recogido que esta institución debe estar formada por el alcalde, el cura párroco, el juez municipal y dos vocales vecinos de Tarancón, elegidos por los tres ya citados y aprobados por el Obispado, que en la última etapa eran el presidente de la Hermandad de la Virgen y el empresario Emilio Loriente.  

Por su parte, el obispo de Cuenca, José María Yanguas, reconoce que el estado en el que se encuentra el Palacio de Riánsares «hace necesaria una intervención». También destaca la buena intención de todas las partes, pero matiza que «las crisis económicas  de los últimos años han impedido que se le pudiera prestar la atención que merece». 

peligro para la ermita. Estudiar la posibilidad de salvar este inmueble histórico y frenar el potencial peligro que puede generar su estado actual es toda una asignatura pendiente tanto para el Ayuntamiento como para el citado patronato y la Diócesis de Cuenca. Yanguas así lo reconoce, pero matiza que «estos momentos no son los mejores para acometer una obra que será necesariamente costosa». 

Tanto la ermita como el palacete contiguo quedaron destruidos casi por completo tras la Guerra Civil, pero fueron reconstruidos, bajo los auspicios del conquense Francisco Ruiz Jarabo, que empezó siendo juez en Tarancón y llegó a ministro con Franco. Después, la ermita volvió a ser lugar de culto de la patrona y el palacio fue sede de comunidades religiosas y tras la cesión al Consistorio no ha tenido utilidad.