No hay que ser culpables por querer ascender y tener hijos

Pilar Muñoz
-

María Jesús Alarcón, magistrada presidenta de la Audiencia Provincial

No hay que ser culpables por querer ascender y tener hijos - Foto: Pablo Lorente

Desde niña quiso ser juez. Administraba justicia con cuatro o cinco años «desde un desván de mi casa sin saber lo que era un juicio», recuerda la magistrada María Jesús Alarcón (Baena, Córdoba, 1961) en una entrevista concedida a La Tribuna tras recibir el IV Premio por la Igualdad que otorga la Diputación de Ciudad Real coincidiendo con la celebración del Día de la Mujer, el 8 de marzo.

Nadie en su familia se dedicaba al mundo del Derecho, pero Alarcón siempre tuvo clara su vocación y en 2010 se convirtió en la primera mujer en presidir la Audiencia Provincial de Ciudad Real. Hoy se cuentan con los dedos de las manos. «Somos diez en toda España», sólo dos en los 17 tribunales superiores de Justicia y únicamente 16 de los 77 miembros en el Tribunal Supremo son mujeres. En la Sala Segunda del Alto Tribunal no había entrado mujer alguna hasta hace cinco años. Aunque las mujeres son ya más del 50% de la judicatura, la cúspide del Poder Judicial sigue mayoritariamente ocupada por hombres.

«En la judicatura se accede por mérito y capacidad, aprobando las pruebas selectivas. Tenemos el mismo sueldo e igual trabajo», pero el camino se tuerce cuando la mujer juez decide tener hijos. «El mapa se desdibuja respecto al del hombre por el modelo establecido» que fuerza a las mujeres a «elegir entre un trabajo sin maternidad o una maternidad sin trabajo». Y ya es hora de que «dejemos de sentirnos culpables por querer ascender en nuestra profesión y también tener hijos».

Alarcón reconoce que las mujeres juezas y magistradas «somos unas privilegiadas» porque «accedemos a la carrera por mérito y capacidad y tenemos igual suelo» y también confiesa que ella, como la inmensa mayoría de sus compañeras de profesión, sufrió una ralentización durante un tiempo por el cuidado de los hijos, aunque en su matrimonio había una corresponsabilidad. Es decir, relegó a un tercer plano su promoción en la carrera judicial.

Por ello, dice que la carrera judicial para las mujeres «es buena de inicio, pero con cierto problema para acceder a puestos de trabajo con mayor responsabilidad». A modo de ejemplo indica que «cuando abres un boletín ves las excedencias voluntarias para el cuidado de un hijo y en la mayoría de los casos es una mujer. Hasta hace poco era de más del 99%».

A su juicio, «la solución está en la conciliación no como una prerrogativa, sino como un derecho». La magistrada Alarcón parte de la premisa de que «la corresponsabilidad es esencial y, sobre todo, hay que fomentar que las mujeres puedan acceder a puestos de responsabilidad». Habla de la carrera judicial, un servicio público donde las opciones pueden ser diferentes, «excuso decir lo que puede ser en la empresa privada», remarca.

Las mujeres «no necesitamos que nos examinen, lo hacemos nosotras mismas diariamente. No sólo tenemos que hacer nuestro trabajo, sino demostrar que sabemos hacerlo. A un hombre se le presupone», subraya la presidenta de la Audiencia.

Considera que la legislación española es garantista en los principios de igualdad, diferente es cómo se apliquen, cómo se trate de adoptar esa igualdad. De ahí que juzgue necesario un cambio de mentalidad, más que de normativa. También cree que la mujer tiene que cambiar, «no se puede sentir culpable por ir a trabajar y tratar de triunfar como profesional. No podemos seguir con el sentimiento de culpabilidad; no nos reprochemos ser madres. Tenemos que estar orgullosas ello y también de ser mujeres capaces de triunfar en nuestra profesión», dice poniendo énfasis.

Cuando le entregaron el premio de Igualdad de la Diputación ya dejó claro que ella no quiere ocupar el sitio de un hombre. «Yo soy una mujer y lo que quiero es igualdad».

Para María Jesús Alarcón, el premio ha supuesto «una satisfacción por el cariño que me han transmitido los manchegos no sólo a mí, también a mi familia. Tenemos que dar la gracias a Ciudad Real por la acogida y el reconocimiento que nos han hecho y eso a mí como mujer todavía me llena más».

«Mi marido y mis dos hijos están muy agradecidos y orgullosos.  No he estado 24 horas con mis hijos, pero he optimizado los tiempos y creo que es lo que hay que hacer».

La magistrada Alarcón es un ejemplo de integración y promoción de la igualdad basada en los méritos de la mujer. Una mujer de ley.