La producción intelectual sube en la provincia

Diego Farto
-

Mientras el Registro de la Propiedad Intelectual crece en 56 inscripciones, el Depósito Legal de Publicaciones desciende con respecto a 2018 en más de un centenar de unidades

Jornadas del libro en el antiguo casino de la capital en octubre - Foto: Rueda Villaverde

La provincia de Ciudad Real vio crecer su actividad intelectual en 2019, aunque paradójicamente el año recién concluido dio lugar a menos publicaciones que el 2018, según los datos facilitados por la Dirección Provincial de Educación Cultura y Deporte, que es la entidad que gestiona en su demarcación tanto el Registro de la Propiedad Intelectual como el Depósito Legal.

El primero cerró el ejercicio con 247 entradas, 56 más que las que se inscribieron en 2018. Por el contrario el Depósito Legal dio cuenta de 1.334 publicaciones de todos los tipos, cuando un año antes había llegado a 1.469; es decir, se produjo una merma de 145 publicaciones.

La diferencia de datos entre un registro y otro puede ser llamativa pero la directora de las Jornadas del Libro Litterae, Ascensión Almodóvar, advierte que «hay varias razones por las que el Registro de la Propiedad Intelectual crece más que el del Depósito Legal». Así detalla que normalmente «sólo aquellas publicaciones que tienen un soporte físico se envían al depósito legal», lo que deja fuera a numerosas obras digitales pese a que sus autores «lo lógico es que sí tengan inscrita la propiedad intelectual».

Por otro lado, Almodóvar comenta que en el conjunto de España hoy en día se publica mucho más que en el pasado, «por la autopublicación, la autoedición..., que han puesto al alcance de cualquiera llegar a publicar, pero quien lo hace por medio de empresas de autoedición, puede que tenga registrada la propiedad intelectual en su provincia, pero como el depósito legal lo solicita el editor, al final su publicación consta en la provincia donde tiene su sede esa editorial», aclara.

El lado positivo de la estadística es el de la producción intelectual, el mayor incremento se produjo en el de obras literarias, que pasaron de 106 a 139; aunque el aumento más notable en porcentaje es el de composiciones musicales, que llega al 132 por ciento al pasar desde 22 en 2018 hasta 51 el año pasado.

El tercer capítulo en importancia de la propiedad intelectual es el de obras científicas, que pasaron de 23 a 31 en el ejercicio recién concluido. Por el contrario, el sector que salió peor parado en la comparación entre 2018 y 2019 es el de las obras dramáticas, puesto que bajaron de 19 a 10.

También aumentó el registro de obras artísticas, que pasó de cinco a nueve, en tanto que las obras musicales desaparecieron en 2019, a pesar de que el año anterior se habían registrado seis. El único caso en el que se repitieron los datos de un año para otro fue el del obras cinematográficas, con tres producciones registradas en cada caso; mientras que el registro de obras audiovisuales pasó de una a dos y las obras fonográficas pasaron de tres a dos.

Además el registro incluye otros tres aparatados, obra técnica, página electrónica y programa informático en los que el año pasado no se presentó ninguna obra, pero que en el año anterior habían tenido una única solicitud.

A la hora de valorar los motivos del incremento de inscripción en el registro de la propiedad intelectual, Almodóvar observa que desde hace años «Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos) realiza campañas muy fuertes para que se inscriban las obras en el Registro de la Propiedad Intelectual», aunque luego, muchas de esas obras «verán la luz mucho más adelante, a los dos años, a los tres o incluso puede que no lleguen a publicarse en ningún formato», refiere.

Con todo advierte que para los editores locales, tampoco es fácil asumir todas las propuestas de publicación que les llegan, «muchas veces están trabajando a tope y les falta tiempo para más», incide.

En cuanto al Depósito Legal, en el que se exige la entrega de cuatro ejemplares de cualquier publicación realizada en la provincia en  cualquier soporte, presenta un paisaje diferente, con un descenso en los apartados de folletos y libros, que pasaron de 547 a 502, y de 253 a 181, respectivamente. En cambio el depósito de carteles llega a las cifras más altas para mantener valores similares, con 550 obras depositadas en 2018 y 549 en 2019.

A mucha distancia se encuentran grupos como el de marcapáginas, donde el año pasado se registraron 38, dos menos que en 2018; mientras que las publicaciones electrónicas en soporte pasaron de 17 en 2018 a 21 en 2019. Igualmente, se registraron dos publicaciones cinematográficas, cuando el año anterior no se efectuó ningún depósito dentro de dicho apartado. De hecho, la mayoría de las categorías establecidas para el depósito legal se mueven en cifras muy bajas, con entre cero y seis anotaciones en apartados como láminas, mapas y planos, documentos sonoros, documentos audiovisuales, películas cinematográficas, estampas originales, cromos, tarjetas postales, CD, revistas, tarjetas de felicitación o recursos multimedia.