Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


La ecuanimidad, pieza política clave, aquí ausente

25/11/2021

No se quejará el actual PSOE del trato que le otorgan muchos de sus ideologodependientes -un partido de diez millones de votos, arriba o abajo, es obligado que los tenga- en especial en estos tiempos de pandemia en los que la gente debe pensar, debemos pensar, que no tal como anda el oraje no sólo se puede perder la vida, sino que se podría pasar un tiempo, más o menos prolongado, en el que algo tan fundamental, casi como la vida, el trabajo, podría desaparecer y tenernos por ahí, con un paro de risa que para café y poco más, dando badajazos -badajo es lo que le cuelga a una campana más o menos grande y aun más tiene sentido figurado- para al fin, morir. Y esto es lo que deben pensar y temer, ya digo, muchos. Porque hay que ver  con qué ímpetu y decisión se lanzan gentes de todo pelaje y condición, a mostrar apoyos y dar la cara por el señorito, que no otra cosa se me antoja a veces nuestro presidente Pedro Sánchez -Pedro I el mentiroso como le apoda Luis del Val- venga la cosa a cuento o no. Ejemplos, tres y cortos, por no cansar: la iracunda y furibunda y tremebunda intervención defensiva del dirigente socialista vasco Odón Elorza, que embistió contra el PP, o la derecha, o los fascistas -totum revolutum- porque utilizaban los asesinatos de ETA para atacar al PSOE; la manipuladora, ennegrecida y certera forma de guiar -conducir, o llevar, o…- algunos programas, cinco o seis al menos, en los que no hay pudor ni empacho, cuando conviene añadir o cortar, en silenciar el mensaje de algún invitado, generalmente gracias a la oscura, tonante y potente voz del principal, o casi,  telearriero de la izquierda española; la actitud, maniática y sectaria del actor Pepe Sacristán -… Galván, hijo y nieto de galvanes-, que en una entrevista tras recibir un merecido galardón a su dilatada vida de actor, arremete, como un buey desbocado, contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, que por cierto me está empezando a caer bien gracias a la innoble, inadecuada y extensa cadena de ataques como el descrito y otros peores.
Seguramente Odón, colega aproximado de calvicie, al echar espumarajos por la boca en su defensa de los asesinos de ETA, olvidó a sus propios muertos, los Múgica y compañía, y sobre todo, por ser lo que toca ahora, que el PSOE está en el Gobierno de España gracias a la fuerza que han dado a la izquierda separatista todos los asesinados, incluidos los socialistas y que su jefe, Pedro Sánchez y él mismo, son responsables de las conversaciones y acuerdos pro Presupuestos. De la censura, ocasional, de las teles, algunas teles, ayer mismo vi. cómo a un tertuliano se le enmarañaba la voz gracias a la más potente del conductor del programa, que espetó algo así como ahora no vamos a hablar de eso…,  porque, entiendo, no venía a cuento, mientras daba paso a un afín, barbado como un servidor, que habló, breve, cierto es, de dirigentes populares. Y de Sacristán qué quieren que les diga. La crítica a la presidenta madrileña, en el contexto de una entrevista festejadora y amable del Goya recién ganado, venía menos a cuento que todo lo anterior y aún más, pero él, Sacristán, debió verse obligado a defender su yo de izquierdas y así lo hizo. Así que, unos por defender la ideología, otros al partido y otros por quedar bien con los colegas y los señoritos, pues ¡velay!; que no nos entenderemos nunca. Cualquier día saldrán por ahí restos de comuneros o zumalacarreguistas, que aún deben quedar algunos aunque sea conservados en aguardiente, como los higos.