El balonmano español se sobresaltó ayer al conocer que dos de sus equipos de la máxima categoría se veían obligados a comenzar respectivas cuarentenas como medida de prevención ante un posible brote de coronavirus, a poco más de dos semanas del comienzo de la Liga Asobal. El afectado directamente es el Sinfín de Santander, que comunicó un positivo por COVID-19 en su plantilla, y el segundo perjudicado es su rival en el último amistoso del pasado sábado, el BM Ciudad de Logroño, capitaneado por el ciudadrealeño Miguel Sánchez-Migallón, y que por protocolo sanitario también se verá obligado a 'confinarse'.

Miguel Sánchez califica esta situación como "una faena" en una pretemporada que hasta la fecha transcurría con total normalidad. El extremo izquierdo ve ahora muy complicado que su equipo llegue en buenas condiciones a ese inicio liguero a primeros de septiembre, por lo que espera que se tome la decisión de aplazarlo, al menos en el caso de su equipo y del Sinfín. "Lo normal sería que aplazaran el inicio de Asobal, pero ha pasado todo muy rápido y no sabemos nada aún", explicaba a La Tribuna.

El capitán del conjunto riojano asegura encontrarse con buena salud, algo que corroboraba su club con un comunicado en el que garantiza que "nuestra plantilla y cuerpo técnico se encuentran en perfectas condiciones en sus domicilios a la espera de someterse a pruebas". Sin duda, se trata de una situación con la que habrá que familiarizarse a lo largo de una temporada que se presume irregular y accidentada.