La pandemia agudiza la crisis de estructura y celebraciones

Hilario L. Muñoz
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Comuniones, bautizos o matrimonios descendieron en mayor medida por las limitaciones del COVID y la provincia perdió un monasterio, sacerdotes y misioneros durante el año 2020

La pandemia agudiza la crisis de estructura y celebraciones - Foto: Rueda Villaverde

Que 2020 fue un mal año para las celebraciones es algo que ha quedado claro en toda estadística que se ha ido conociendo sobre lo ocurrido durante la pandemia. No se trata solo de los dos meses del confinamiento, sino también de la incertidumbre ante lo que iba a durar el tiempo en casa, lo que ocurriría después y la sucesión de cierres perimetrales. Toda esta situación provocó que quienes buscaban un acto por todo lo alto decidieran dejarlo para épocas con una mayor certeza. Los actos religiosos, como los bautizos, las bodas, las confirmaciones y las comuniones, no han sido ajenas a esta situación, pero existen datos claves que muestran que se ha agudizado una tendencia a la baja que se venía produciendo en los últimos años en la Iglesia. Se trata de una crisis agudizada que también se encuadra en una caída del número de sacerdotes o de misioneros, de la propia estructura de la Iglesia. Basta con decir que Ciudad Real perdió otro convento en 2020, cerrado por la falta de vocaciones.

En este sentido, según los datos aportados por la Diócesis de Ciudad Real ante la celebración del Día de la Iglesia Diocesana, apenas se celebraron 144 bodas por el rito cristiano durante el año 2020, condicionado totalmente por la pandemia y sus restricciones. No obstante, fueron 713 en 2019 y 929 en 2020. El dato implica aproximadamente un 20% de todas las uniones celebradas durante el año de la pandemia, según los datos del INE, donde se refleja que hubo más de 700 bodas en la provincia, con datos provisionales aún. Hasta ahora tradicionalmente el dato se situaba en torno al 40%, en 2020 fueron apenas un 20%, lo que muestra cómo han descendido las uniones católicas con la pandemia.

Por ponerlo en comparación, hubo 3.304 comuniones. Fueron una de las pocas celebraciones que se recuperaron justo al término del confinamiento, pero no se libran de una caída, con 300 menos celebradas. En este caso se realizaron todas las previstas. En 2018 hubo 3.809 comuniones y en 2019 fueron 3.650.  Se ha perdido un 13 por ciento en dos años, no solo por el coronavirus.

«Hay una razón a causa de la pandemia en los datos, ya que no es lo mismo preparar una primera comunión, que con cierta rapidez se prepararon, que una boda, que se suspendieron en bloque con todo lo que una boda conlleva», explicó Miguel Ángel Jiménez, delegado Diocesano de Comunicación. Igualmente recordó que hay otros factores que se suman a ese escenario pandémico, como la caída de la natalidad que se produce «año a año», y que también afecta a esa cifra de comuniones. Lo mismo ocurre, por ejemplo, en el caso de los bautizos, apenas hubo 1.545, cuando en 2019 fueron 2.773, donde se muestra esa doble caída de las cifras por la natalidad y el COVID. El otro factor a tener en cuenta, según Jiménez, es «la secularización de la sociedad». Esto se refleja en que las parejas se vayan a vivir juntas antes del matrimonio o tengan hijos que no son bautizados.

«Se trata de tres factores que interactúan en los datos directos», aunque desde la Diócesis confían en que «el año que viene habrá un incremento de bodas fruto de todo lo que se ha suspendido este año», dijo Jiménez. Con todo, apuntó que «la pandemia se puede decir que es un dato estructural, pero el descenso de la natalidad y la secularización de la sociedad son más de fondo».

Estructura de la iglesia. A esta crisis agudizada en las celebraciones se suma la situación de los religiosos de la Diócesis de Ciudad Real, que también se han resentido especialmente con el COVID, pero que llevan varios años de caída. Ese ejemplo del cierre del convento de la Encarnación de Almagro que tuvo lugar en el otoño de 2020 es el más claro. Se trata del tercer cierre de un convento o monasterio desde 2014.

Además, no se trata solo de infraestructuras sino también de personal y es que en 2020 había 187 sacerdotes en la provincia, cuando hace cinco años eran 220. En este caso el envejecimiento y la pandemia, con varios fallecidos por COVID se encuentra detrás de la caída. También se reducen los religiosos, de 447 a 425 en solo dos años, o los misioneros que en el año previo del COVID eran 117 y el pasado 73. Se trata de cifras de un descenso en cada uno de los datos, tras años en que había algún aspecto que salvaba las cifras. En este caso, los catequistas, con 2.659, son solo 40 menos, y va en consonancia con lo ocurrido en las comuniones. Con todo, la Iglesia en Ciudad Real cuenta con una cifra para la esperanza en el seminario. El año pasado había 28 seminaristas, con un incremento respecto a 2019, pero lejos, por ejemplo, de los 36 que estudiaban para incorporarse a la Diócesis hace un lustro en la capital.