La capital aún sufre las consecuencias de la granizada del 11 de agosto y si primero fue por el arreglo de vehículos, con el paso de las semanas ha sido el turno de los edificios, con decenas de empresas de trabajo en altura que buscan arreglar desperfectos. Una de las zonas más dañadas por el granizo fue el barrio de Pío XII y, en concreto, la comunidad de propietarios, la zona de edificios de ladrillo, donde residen 608 familias, y que han pedido apoyo a las administraciones para efectuar el arreglo de los tejados de estos bloques. En total son 76 edificios, todos de los años 60, donde viven personas mayores o de familias humildes que ven cómo 300 euros de derrama pueden afectar a la economía familiar.

El presidente de la comunidad de vecinos, Jesús Cruz, señaló que es «urgente» que les echen una mano. La comunidad cobra a cada vecino 26 euros, en los que se incluye el agua, cambios de tuberías en viviendas y la limpieza de zonas comunes, que en este caso son muchas de las calles de tránsito que hay en el barrio de Pío XII. La entidad lleva años pidiendo ampliar ese pago, pero las circunstancias económicas nunca lo han permitido. «Quise por todos los medios solicitar un préstamo» y la respuesta fue que deberían hacer una derrama de 1.000 euros. Tras mucho preguntar, lograron ajustar a esos 300 euros que van cobrando poco a poco a cada vecino. Hicieron 31 de los bloques y quedan por hacer 46, en total ya se han gastado 87.000 euros y faltan 145.000 más.

«Hay viviendas que se están inundando» tras las lluvias de noviembre, dijo el presidente, para apuntar que piden que se les ayude «en la medida que puedan» para paliar los efectos de esa granizada. La urgencia es tal que la comunidad ha dejado de lado gastos como el de la limpieza para centrarse en los tejados.

Félix Fernández señala la grieta que ha provocado la humedad tras la granizada de agosto. - Foto: Rueda VillaverdeLa situación es tal que hay familias que se han ido de sus casas para evitar dormir con el olor a pintura húmeda o con «cascadas de agua» en el tejado. Uno de estos últimos es Félix Fernández, un vecino de un cuarto, que vive con el «desastre» de estar en una casa en la que no se puede vivir cuando llueve «por la humedad». De hecho tiene una niña de siete años a la que le falta la respiración por la humedad en ciertos momentos como el último día de lluvia cuando caía a borbotones por el hueco de la persiana. 

Más fotos: