"No estamos a niveles de contagios para cerrar hostelería"

Hilario L. Muñoz
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Entrevista a José Crespo, presidente de la Asociación Provincial y Regional de Hostelería

José Crespo. - Foto: Tomás Fernández de Moya

La aplicación de las medidas nivel 2 en Castilla-La Mancha la pasada semana es, por ahora, el último aspecto que afecta al día a día de la hostelería en el marco de la pandemia del coronavirus. El presidente regional y provincial de la asociación empresarial apunta a la necesidad de mantener abierta la hostelería o, en caso contrario, ofrecer ayudas sustanciales.

¿Qué opina el presidente de los hosteleros del cierre del servicio de barra de todos los bares de la región al cliente y de poner más restricciones en los aforos de los negocios?

Es una decisión que, de momento, aplaudimos porque es,mejor que si se nos hubieran cerrado como ocurre en otras regiones. Si esto sirve para que, al mismo tiempo que no cerramos, los contagios bajen y el nivel de riesgo sea menor, lo aplaudimos. A pesar de que en la categoría 2 se trabaja de forma restringida, se puede trabajar y podemos subsistir o tener cierta esperanza. El problema será cuando se pase a fase 3 y ahí es cuando acabaremos mal, porque solo se deja trabajar en terrazas y no hace tiempo de terrazas. Si entre todos conseguimos no subir a nivel 3 en ninguna población y las que están ahí bajen de riesgo, eso será una buena noticia de nuestros gobernantes.

¿El objetivo es evitar el cierre de la hostelería?

Es el propósito que tenemos y la petición que hemos hecho. Cerrarnos es muy peligroso porque reabrir es muy costoso. No soy yo el que tiene que juzgar esto, pero no estamos en niveles de contagio como para cerrar la hostelería en Castilla-La Mancha. Hay otras regiones que están mucho más altas y han tomado otro tipo de decisiones.

¿Qué le pide a la Junta, de la que dependería esa decisión?

Valentía con su industria hostelera y turística y sentido común en la aplicación de lo que tiene que hacer. También pido que si tienen que posicionarse en paralelo a alguna otra administración y, con eso, darnos ventajas a los castellano-manchegos, que sean valientes porque ahí les apoyaremos.

En Galicia, por ejemplo, se han anunciado ayudas directas de hasta 7.000 euros para la hostelería que ha tenido que cerrar. ¿Esperan algo así aquí?

Se habla mucho del dinero que vendrá de Europa y lo que sí esperamos una ayuda directa. No vamos a ir a ciertos niveles de Alemania, donde el Gobierno va a ingresar la falta de facturas del tercer trimestre del año a los hosteleros. Se trata de que la maquinaria quede engrasada para que en el momento en que vuelvan los turistas sigamos, porque si no lo hacemos, cuando vuelvan, corremos el riesgo de ahuyentarlos para siempre.

¿Cómo se plantea la Navidad en la hostelería?

Lo que hay es un barbecho de cara a Navidad. No hay reservas, no hay llamadas, no hay decisión porque hay mucha incertidumbre sobre qué se podrá celebrar y lo que no. Podríamos tomar decisiones sobre lo que organizar, podríamos estar planificando el cotillón de fin de año ya, pero no nos podemos envalentonar ni organizar nada así.

¿Cuál es la fecha límite para programar una Navidad ‘normal’?

Nunca antes del puente de la Constitución. No nos atrevemos a planificar nada antes. Todos tenemos una idea preconcebida sobre lo que podemos organizar e incluso podemos tener un plan ‘B’, pero no tomaremos decisiones hasta después del puente.

Hace semanas, la hostelería salió a la calle y hay un movimiento combativo. ¿Ha habido cambios con estas protestas?

Los políticos están para escuchar al pueblo y nosotros somos el pueblo. No nos han escuchado tanto en la administración central como en la administración regional. La primera protesta iba vinculada a la central y ahí no nos hicieron mucho caso, ni nos cogieron el manifiesto de forma personal, amparados en el COVID, y no hemos notado mucho cambio. No se nos está teniendo en cuenta a la hostelería como un sector económico importante y hay estudios científicos que demuestran que no somos fuente de contagios. Hay publicaciones que señalan que el 3% de los contagios procede de la hostelería, lo que es muy poco, sobre el volumen de contagios del país. No nos sentimos bien tratados y en caso de que planteen que la solución de cerrar la hostelería baja los contagios, vamos a estar de acuerdo, pero que nos ayuden, porque hasta ahora no nos han ayudado, salvo con unas ayudas de estar por casa. Si verdaderamente nuestro sector hay que paralizarlo, deben ayudar de forma más contundente.

¿Cuántos hosteleros sobrevivirán la pandemia?

El estadístico de la organización nacional barajó que entre el 20 y el 25% de la hostelería desaparecería y según vamos avanzando podemos entender que podemos llegar al 35 o 40%. No se sabrá si sobrevivirán los más pequeños o los más grandes porque, por ejemplo, esta semana pasada se supo que el Zalacaín de Madrid cerraba. Esto es una crisis y puede afectar a todas las empresas, incluso más a las grandes.

¿Qué va a pasar cuando acaben los ERTE?

Será la ruina para el sector y posiblemente arrastremos a algún sector paralelo. Esto puede implicar perder un 10 o un 20% del PIB y si un país pierde una cantidad porcentual así de su riqueza de golpe, los economistas tendrán que explicarnos cómo vamos a salir de esto.

¿De momento se mantienen los expedientes aunque estemos en el nivel 2 en Castilla-La Mancha?

El ERTE es una ayuda porque libera y, de alguna manera, se garantiza y se salva ese puesto de trabajo que queremos mantener, pero eso se hace inviable cuando no hay clientes. Los que estamos dirigidos al consumo del entorno estamos mejor que quien está dedicado al turismo exterior, porque es inexistente, al igual que aquellos que dependen de congresos o de que haya hoteles llenos. Los que tenemos una dedicación más de círculo inmediato no estamos tan mal, pero aun así, la factura media es del 40 o 50% menos. Nadie funciona con la mitad de de su facturación igual que nadie funciona con medio sueldo.

Aunque el verano, en el medio rural, se ha cerrado con cifras históricas, el turismo no es tan importante aquí como en otras provincias ...

La verdad es que por primera vez hay que alegrarse de que el turismo no sea el foco principal de nuestro negocio. Luego hay que tener en cuenta que ese turismo rural ha ido muy bien en verano, pero con todo, faltan las grandes celebraciones y congresos o las grandes fiestas de los pueblos que merman la facturación.

Desde Hostelería de España se apuesta por varias líneas para ‘salvarse’. Una es el reparto a domicilio. ¿Qué tal se está dando en la provincia?

Creemos que funciona, pero no es nuevo. Hay un refrán manchego que dice que ‘entre tierra y cantillo todo hace bultillo’ y esto es un poco un granito de arena que se añade. Esa mañana que hay pedidos enriquece la facturación y hace falta con la merma de la capacidad que nos van a dejar de aforo y a la que se suman aquellas personas que deciden no salir, pero que no quieren renunciar a disfrutar de la gastronomía. Un cliente de Casa Pepe que añora un plato, por ejemplo, nosotros agradecemos mucho que se acuerde de nosotros y se lo llevaremos a casa.

Otra línea es adelantar los horarios de las cenas.

Se va notando y el objetivo es hablar de las 20 horas para que vengan temprano y que se disfrute bien de la cena, de la tertulia, la charla o de la reunión de trabajo para que cuando llegue el toque de queda se pueda estar en casa.

Lo último es dar seguridad mediante sellos como el de establecimiento ‘seguro’ de la asociación. 

El sello implica que los hosteleros hemos pasado una serie de cursos que organiza Hostelería de España, el que no tenga el cartel puede tener otro tipo de protocolos. Lo que sí tengo que denunciar es que hay plagiadores de este tipo de títulos. Si no estás en la asociación es inviable que tengas el título de forma legal.

La pandemia llegó en un año en que Ciudad Real celebraba su primera estrella Michelín, varios soles de Repsol y recomendaciones en guías turísticas. ¿Se mantiene la calidad tras el cierre?

Entiendo que sí y, de hecho, podríamos llevarnos la sorpresa de que se ha mejorado. La semana pasada hubo un encuentro de turismo en la Ciudad Real donde se puntuaba 4,6 sobre 5 a los establecimientos de Ciudad Real. La escasez de clientes agudiza ingenios y permite poner algo más de tiempo y cariño a las cosas.

Un ejemplo de esa calidad es Tapearte en la capital y otras ferias del estilo. ¿Cómo han funcionado?

Se han suspendido muchos pero Ciudad Real ha sido valiente y Tapearte ha funcionado bastante bien, en los márgenes que permite la situación. Falta el boom de otros años porque se celebra cuando hay muchas visitas del exterior y eso ha faltado. Este Tapearte nos lleva a reflexionar que no podemos parar nuestro tren, no sea que nos despertemos sin este agobio de la pandemia, que deje de ser un problema, y no nos coja preparados. El turismo volverá y hay que atenderlo como merece, incluso con un plus o un premio por volver a elegirnos.