La caída del turismo provoca graves pérdidas en el sector

Ana Pobes
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El parque, sin agua, registra menos turistas y eso ha obligado a los establecimientos a no abrir sus puertas o ajustar horarios. Las visitas se desploman un 60,6% de 2018 a 2020

La caída del turismo provoca graves pérdidas en el sector - Foto: Rueda Villaverde

No hay agua y Las Tablas de Daimiel no ofrecen su máximo esplendor. Una imagen que afecta también al sector turístico, que junto a la sequía, la pandemia y las restricciones perimetrales ha visto cómo los márgenes de beneficio han caído en picado en los últimos  años. Sin agua no hay turistas. Las visitas se han desplomado. En 2018 el Parque Nacional registró 196.223 turistas frente a los 157.242 de 2019  y los 77.220 de 2020, lo que supone un 60,6% menos en solo dos años. No obstante, este año, a fecha de 29 de septiembre, se han contabilizado 82.670 visitantes, de los que 31.000 lo hicieron en época estival, según los datos aportados por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco).

Unas cifras que han notado también negocios como hoteles o restaurantes, que en muchos casos han optado por no abrir y otros por ajustar los horarios. La tienda y la Oficina de Turismo están cerradas y Ecodestinos, una de las empresas que ofrecía el servicio de visitas guiadas, tomó hace un mes la «dolorosa decisión» de suspenderlas después de 21 años. «Sin agua es imposible avistar fauna», comenta su gerente, Jesús Pozuelo. Él es también el presidente de la Asociación Turística Tablas de Daimiel, y reclama un trasvase como se ha venido haciendo en los últimos años porque «los pozos ni nos salvan a nivel medioambiental ni turísticamente», argumenta.

Las oficinas de turismo del entorno «desaconsejan visitar Las Tablas por el estado de sequía» y los viajeros propagan por las redes sociales que no tienen agua, por lo que todo ello contribuye a que los hoteles «apenas registren pernoctaciones». «Y el que viene es porque no se ha enterado de cómo están», comenta Marcelino Sanroma, quien regenta el Mesón la Duquesa, en pleno parque, desde 1997. Desde entonces, el parque ha atravesado épocas muy difíciles pero «esta es una de las peores», sobre todo para los negocios, apunta, ya que a la falta de agua se suma la escasez de turistas, los efectos de la pandemia y la subida de la luz. «Aguantamos a trancas y a barrancas», reconoce. Es el momento de sacar la calculadora para seguir abriendo el mesón, que ha pasado de facturar una media de entre 50 y 60 comidas en un fin de semana a dar una veintena, lo que significa, «menos de la mitad», lamenta.

La caída del turismo provoca graves pérdidas en el sectorLa caída del turismo provoca graves pérdidas en el sector - Foto: Rueda VillaverdeAcostumbrados a que el Parque Nacional ingrese en la UCI de forma constante, «ninguna de las empresas que ofrecemos visitas guiadas dependemos al cien por cien del parque», señala Pozuelo. «Sabemos a lo que nos arriesgamos, y al final buscamos otras patas en las que apoyarnos ante la inestabilidad del parque, que no da para vivir al cien por cien de él», manifiesta».

La falta de agua y condiciones ambientales negativas que presenta el Parque Nacional no disuade aún a algunos pocos visitantes a recorrer las pasarelas que cruzan sobre las grandes tablas fluviales manchegas. Es el caso de Eusebio Loro, quien natural de Daimiel, recuerda que hace unos años acudía con más frecuencia al parque motivado por la diversidad de fauna que se podía contemplar y que a día de hoy «no se ve». Eusebio, junto con un amigo, son de los pocos ciudadanos que llegan al parque, que ofrece una «imagen desoladora» que «poco se corresponde al origen por el que se declaró parque nacional en 1973». Esos valores que lograron el certificado de nacional «hoy los ha perdido», sentencia Pozuelo. Era otra época, cuando «los novios hacían su reportaje fotográfico de bodas en un parque a rebosar de agua», recuerda Loro con nostalgia.