«Era difícil imaginar a una mujer luchando contra ETA»

Pilar Muñoz
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La guardia civil Manuela Simón aplaude que Castilla-La Mancha reconozca la lucha diaria de las mujeres. Hoy recibirá junto a otras cinco mujeres 'imprescindibles' el reconocimiento del Gobierno regional con motivo del 8M

«La primera etarra que detuve me habría matado sin dudar»

A los dos meses de incorporarse a su primer destino, septiembre de 1989, fue desarticulado el comando ‘Araba’ de ETA, integrado por los terroristas más sanguinarios de aquella época, alguno de ellos había cometido más de 10 asesinatos.

Hace 32 años era difícil imaginar que una chica de 19 años, con cara de niña, era guardia civil y pisaba los talones a terroristas de ETA para impedir que llevaran a cabo atentados. «Nos batíamos para derrotar a la banda terrorista», afirma a La Tribuna Manuela Simón con énfasis, como si no hubieran pasado más de 30 años.

La cabo 1º de la Guardia Civil recuerda su infancia y trayectoria profesional que le ha hecho acreedora del reconocimiento que le rinde hoy el Gobierno de Castilla-La Mancha con motivo de la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres.  Manuela Simón es una de las seis mujeres reconocidas como ‘imprescindibles’, eslogan elegido por la Consejería de Igualdad para conmemorar el 8 de Marzo y distinguir a un puñado de ellas por su relevancia, trayectoria y aportación a la sociedad.; Manuela Simón garantizando la seguridad de los ciudadanos.

La distinción que hoy recibirá en el Palacio de Fuensalida de Toledo le llena de orgullo porque valora ser de una comunidad que reconoce la lucha diaria de las mujeres por la igualdad. «El camino se hace paso a paso y la voluntad es la que nos mueve; no tenemos ningún techo de cristal, en muchos casos los techos de cristal nos los ponemos nosotras y cualquier faceta que nos guste podemos alcanzarla».

Vocación. Manuela Simón pertenece a la primera promoción de mujeres que ingresaron en la Guardia Civil. «Era una idea que tenía desde muy pequeña. Siempre quise servir a la sociedad en la que vivía, me encantaba dar protección y seguridad a los ciudadanos. Pero entonces era impensable que hubiese mujeres en la Guardia Civil», relata tras subrayar que lo suyo es «vocacional».

Su padre encajó mejor que su madre su decisión de ingresar en la Guardia Civil en esos terribles años por los atentados de ETA. A su madre «le daba pánico que fuera destinada al País Vasco porque  aquella época eran los denominados años de plomo. Sin embargo, a pesar de ello, siempre estuvo ahí apoyándome en todo momento. Fue la que me acompañó a realizar las pruebas a Valdemoro».

Entró en esta Academia con 18 años, «pero 18 de una chica de pueblo, una chica de los años 80, cuyas fronteras no llegaban a Madrid. Pero me hacía muchísimo mayor cada día de academia militar, era un siglo de tu vida y los 9 meses un suspiro, qué largos los días y que cortos los años», dice con énfasis.

Nada más salir de la Academia, tras unas pruebas de selección, pasó a la Unidad de Servicios Especiales. «He  de decir que me acogieron muy bien, no tuve problemas de integración. Cuando te tratan exactamente igual en todos los aspectos, tú no sientes diferencias porque no existen», afirma una de las primeras mujeres que pasó a formar parte de un Cuerpo con casi un siglo y medio vedado a la mujeres.

Su primer destino fue la Unidad de Servicios Especiales de la Guardia Civil junto a 9 compañeras tras varios procesos de selección en la Academia. Una vez en Madrid y destinada en la Unidad de Servicios Especiales tuvo que pasar otro proceso de selección. «Quedamos cuatro que pasamos a esa unidad de élite en la lucha contra ETA».

«No tenían problema en pegarte un tiro». Confiesa que no tenía miedo porque «cuando eres joven no ves el peligro. La mayoría de las operaciones en las que he participado eran comprometidas. Seguir a los integrantes de un comando durante largos periodos es muy difícil, sobre todo porque en cualquier momento se pueden dar cuenta y ellos no tenían problema en pegarte un tiro. De hecho, ha habido enfrentamientos entre guardias civiles y terroristas». «Lo que me daba pánico era perder de vista a los miembros de un comando y que éstos pudieran cometer un atentado, era lo que más temía».

Una de las operaciones peligrosas, «aunque no fue de las de más riesgo, pero que creo que puedo contar al cabo de los años, es la de un sicario. Venía de Colombia, era muy poderoso allí y una banda contraria lo mandó a España, supuestamente, para entregar una maleta con droga, pero realmente era para que lo asesinaran. En el aeropuerto lo iba a recoger una mujer rubia y lo iba a acompañar durante dos días hasta que entregará la maleta y en ese momento otros le matarían. La mujer se asustó y se lo contó a la Guardia Civil que se marcó como objetivo desarticular la operación y ambos planes. A mí me caracterizaron y me tocó hacer el papel de la rubia», relata ahora con una sonrisa.

El olor a amonal... En cuanto a la lucha contra ETA, Manuela  Simón tiene grabado a fuego «el ruido tremendo de los coches bomba al explosionar, el olor a amonal, las imágenes de un asesinato, los muertos y heridos en el suelo. «Esas imágenes no se te van nunca de la cabeza. También se me han quedado grabadas las imágenes de los familiares de las víctimas cuando nos relataban su calvario, imágenes desgarradoras describiendo como habían matado a su hijo y  la ternura hablando de ellos».

Recuerda «perfectamente» la primera vez que detuvo a un etarra, concretamente a una miembro del comando Eibar en 1990. Manuela Simón está convencida de que «si me hubiese podido matar lo habría hecho». Llegado a este punto asegura que «éramos un bisturí, hemos hechos muchas intervenciones». A lo largo de su vida operativa «me he cruzado con numerosos miembros de ETA, pero que me hayan mirado sospechando que era guardia civil, uno: Juan Carlos Arruti Azpitarte Paterra del comando ‘Araba’ desarticulado el 16 de septiembre de 1989».

Su trabajo ha sido reconocido con un buen número de condecoraciones: tres cruces de plata de la Orden del Mérito del Cuerpo de la Guardia Civil, ocho cruces de la Orden del Mérito del Cuerpo de la Guardia Civil con distintivo Blanco y una con distintivo Rojo, una cruz al Mérito Policial con Distintivo Blanco y tres cruces a la Constancia en el Servicio, entre otras. "Lo más importante es el reconocimiento, el agradecimiento y la amistad de muchas víctimas", asegura.

Manuela Simón es coautora del libro 'Historia de un desafío', que «no sólo cuenta la historia de la Guardia Civil frente al terrorismo, también el origen de ETA, su evolución y final. Además tiene el valor añadido de los testimonios de los familiares de las víctimas», concluye Manuela Simón.