Un año de plomo para la orfebrería

Pilar Muñoz
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El gremio de la orfebrería, el arte de labrar los metales (oro, plata), se resiente por la crisis sanitaria del coronavirus

Imagen desoladora de una de las naves de Orfebrería Orovio de Torralba, que hace dos años estaba repleta de arte sacro.

Es un oficio milenario, de los más antiguos que perduran, y, desde hace un año, en horas bajas por la crisis sanitaria originada por el coronavirus. El gremio de la orfebrería, el arte de labrar los metales (oro, plata) se resiente como asegura a La Tribuna Ramón Orovio Céspedes, el propietario de la Orfebrería Orovio de la Torre de Torralba de Calatrava, uno de los talleres cuya fama ha trascendido más allá de los límites de la provincia. No recuerda una situación tan mala como la que se arrastra desde hace un año cuando la pandemia de COVID-19 obligó a suspender las procesiones de Semana Santa.

«El 14 de marzo de 2020 se paró todo y un año después seguimos prácticamente parados», afirma Ramón Orovio, quien subraya que «somos un sector muy afectado por la crisis sanitaria. La hostelería lo está pasando muy mal, pero hay otros sectores igual o más afectados», aunque no hagan ruido y no se les tenga en cuenta.

«Los encargos han caído un 90%», dice con énfasis el dueño de un taller que a lo largo de treinta años de historia se ha labrado un prestigio nacional e internacional. «Recibíamos encargos de toda España: Andalucía, Extremadura, las islas, el País Vasco, Castilla y León, y también de Italia y Francia», indica para, a renglón seguido, añadir que en condiciones normales los meses y días previos a la Semana Santa son «un sin parar». Sin embargo, desde hace un año el panorama es desolador sin visos de mejoría y sin ayudas.

El año pasado se suspendieron las procesiones, pero hasta entonces «teníamos los encargos habituales de cualquier época. Luego con el estado de alarma hubo un parón y todavía tenemos trabajos de los que se tenían que haber estrenado en 2020», explica Orovio.

El 20 de marzo «tuvimos que cerrar» y los trabajadores pasaron a estar en ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo). Una situación muy «dolorosa» para todos por cuanto significa. El 1 de septiembre pudieron retomar la actividad. Empezaron a trabajar a media jornada porque «estaba todo muy parado», pero «había ganas de volver y también cierta expectativa de que este año iba a haber procesiones en la calle». Empezaron a recibir algunos encargos, aunque «nada que ver con lo que había sido otros años». Pero, «se pedían presupuestos, llegaban algunos encarguitos y cuando parecía que la cosa podía mejorar, se decretó el segundo estado de alarma. Se volvió a parar todo, la situación nos obligó a ir otra vez al ERTE y a seguir con la empresa cerrada».

Vergüenza torera. Se quedaron con cinco trabajadores a media jornada para ir atendiendo algunos encargos pequeños, sobre todo, de iglesias, parroquias y conventos para restaurar cálices, copones ... «Todo lo relativo a hermandades está parado desde hace un año», lamenta Orovio tras subrayar que la mayoría de los encargos provienen de las hermandades de Semana Santa y de gloria. «No hay procesiones en la Semana de Pasión ni en la festividad del patrón o patrona, de la Virgen de la Cabeza, de Peñarroya, de las Viñas o del Rocío ni Corpus», remarca.

De tener una plantilla de 20 o 25 trabajadores cualificados y fijos a jornada completa, «hemos pasado a cinco a media jornada y casi por vergüenza torera por si llega alguien poderle dar un servicio».

«¿El año que viene va a haber Semana Santa o no ? Es la gran pregunta. Es muy difícil vaticinar qué va a pasar», sentencia tras subrayar que «ha sido un frenazo en seco y llegar a la velocidad de crucero que teníamos va a costar muchísimo».