La variable incierta

Agencias
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La crisis en Cataluña es determinante en el resultado del PSOE, que se juega formar un Gobierno con el apoyo del independentismo o que sea el PP quien dirija el nuevo Ejecutivo

La variable incierta

Las elecciones generales se celebrarán casi un mes después de que se emitiera la sentencia del procés. Sin embargo, desde el pasado 14 de octubre, la crisis catalana y los graves disturbios contra el fallo judicial se han incrementado y se han convertido en uno de los temas estrella de la campaña. De tal modo que pueden pasar factura a varios partidos en las urnas, pero también dar alas a otros en las generales del próximo 10 de noviembre. Un efecto que las encuestas y analistas ven claro, aunque todavía no se atreven a cuantificar, a la espera de lo que ocurra en los próximos días.

La crisis en Cataluña es determinante en el resultado del PSOE que se juega formar un Gobierno con el apoyo del independentismo o que sea el PP quien dirija el nuevo Ejecutivo. Todo indica que los principales beneficiados serían el independentismo y la derecha, que Ciudadanos sería el que saldría peor parado, y que el PSOE se estancaría y lo tendría aún más difícil para lograr una mayoría para gobernar sin necesidad de alianzas.

Esto, sin tener en cuenta las manifestaciones o protestas que pueda haber el día de los comicios, lo que hacen impredecible aún el verdadero impacto en las urnas.

La última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) no recoge la posible repercusión de Cataluña en los comicios porque se hizo antes de que se publicara la sentencia, pero hay otros sondeos posteriores de los que se desprenden una serie de tendencias claras.

La mayoría coinciden en que el más favorecido será Vox, partido que lograría situarse en tercera posición con su discurso en defensa de la unidad de España, la aplicación del Estado de excepción en Cataluña y la detención del presidente de la Generalitat, Quim Torra.

Su líder, Santiago Abascal, valora con cierto escepticismo los augurios de las encuestas, aunque reconoce que nota «una tendencia positiva, una gran movilización en torno a Vox». En su opinión, la gente ve que el suyo «es un partido que da certidumbres, firmezas en un momento de desafío al orden constitucional y a la unidad nacional».

En menor medida, la crisis catalana también impulsaría al PP de Pablo Casado, partidario de la aplicación de la Ley de Seguridad Nacional en Cataluña y de enviar un requerimiento a Torra, como paso previo a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que estipula la intervención de la autonomía.

«Poner orden y exigir el cumplimiento de la ley» en la región. Eso es lo que promete hacer el dirigente conservador si llega a la Moncloa tras las elecciones.

En el caso del PSOE y su candidato, Pedro Sánchez, esta crisis le puede pasar factura y en el apoyo que obtuvo de los independentistas para sacar adelante en junio de 2018 la moción de censura. Las encuestas apuntan a un estancamiento de votos para los socialistas, aunque seguirían siendo la fuerza más respaldada. 

En lo que sí les influiría, y mucho, la crisis catalana es a la hora de negociar con otras fuerzas políticas para la formación de un nuevo Gobierno. Sánchez lo tendría más complicado para pactar con ERC y JxCat, pero sobre todo, con los anticapitalistas de la CUP, formación que se estrena en una elecciones generales y que, según los sondeos, irrumpiría en el Congreso con hasta dos diputados.

También sería complicado llegar a algún tipo de consenso con Unidas Podemos por sus posiciones tan diferentes en este tema y que aún se han distanciado más a raíz de los acontecimientos de las últimas semanas. De hecho, el líder socialista ha llegado a decir que, si hubiesen cerrado un acuerdo tras las elecciones de abril, con lo ocurrido a raíz de la publicación de la sentencia del procés, habrá quedado clara su inviabilidad.

Pablo Iglesias siempre ha apostado por el diálogo entre el Ejecutivo central y la Generalitat porque, a su entender, lo que está ocurriendo allí «no es un problema de orden público, sino que es un problema político». Por eso mismo, considera «grave» y «una tomadura de pelo a la ciudadanía» el hecho de que Sánchez evite hablar con Torra para intentar buscar una solución.

Su postura es totalmente opuesta a la de Ciudadanos, el partido de un Albert Rivera que hace de Cataluña su punto fuerte y que, según todos los pronósticos, se desplomaría después de sus últimos giros en relación con posibles pactos postelectorales.

De acuerdo con las últimas encuestas, el conflicto catalán también influirá en la movilización de los españoles y, por lo tanto, en la participación, que puede incluso superar el 70 por ciento. Sin embargo, señalan que ninguno de los dos bloques sumaría mayoría y que el resultado tras el 10-N sería, incluso, más complicado que el obtenido tras el 28-A a la hora de intentar llegar a acuerdos para conformar un Gobierno.