"Ser mujer y joven no frenó mi carrera internacional"

Pilar Muñoz
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La pintora Gloria Merino ha sido embajadora de La Mancha desde los años 60, cuando sólo un puñado de mujeres podía ampliar su formación fuera de España. Está «agradecida» y «orgullosa» por el reconocimiento del Gobierno regional

La pintura ha sido su vida y la mancha su inspiración - Foto: JUAN LAZARO

Empezó a pintar de niña, con cinco años,  «en cuanto tuve un lápiz y un papel empecé a hacer monigotes y a dibujar todo lo que veía», relata la pintora de trayectoria internacional Gloria Merino. Nació en Jaén, en 1930, pero se crió en La Mancha, una tierra que la cautivó por la luz, su atmósfera y sus gentes, y que fue fuente de inspiración.

«Mi padre era de Malagón, toda su familia era de La Mancha, y mi madre andaluza, de Jaén. Regresó a Malagón siendo yo niña porque encontró trabajo en una cooperativa de aceite», explica muy emocionada por el reconocimiento que hoy le otorga el Gobierno de Castilla-La Mancha con motivo de la conmemoración del 8 de Marzo.

Gloria Merino es una de las seis mujeres reconocidas como ‘imprescindibles', eslogan elegido por la Consejería de Igualdad para conmemorar el Día Internacional de las Mujeres y premiar a un puñado de ellas por su relevancia, trayectoria y aportación a la sociedad desde los ámbitos en los que han ejercido su carrera profesional.

Para Gloria Merino, «ha sido una gran sorpresa que me ha llegado muy hondo porque viene de la tierra que quiero y siento mía», dice emocionada en la entrevista concedida a La Tribuna. Se muestra muy agradecida al Gobierno de Castilla-La Mancha por este reconocimiento junto a «mujeres más importantes que yo», asegura abrumada.

«Es un gran orgullo compartir este día y distinción junto a estas mujeres», asegura Gloria Merino, cuya trayectoria ha sido reconocida nacional e internacionalmente.  Numerosos premios nacionales e internacionales jalonan su carrera de pintora, que llegó a compaginar con su otra vocación de canto, también muy reconocida.

Gloria Merino es licenciada en Bellas Artes, miembro del Instituto de Estudios Manchegos y académica de la Real Academia de Bellas Artes San Fernando de Madrid.

Volver. El homenaje que recibe del Gobierno de Castilla-La Mancha le ha hecho volver la vista atrás, a sus años de infancia. «Mi abuelo materno era pintor y algo de su talento habré heredado. No llegué a conocerle, pero era un buen pintor», recuerda Gloria Merino remontándose a sus inicios cuando  sus padres la llevaron al estudio del arquitecto Pedro Muguruza para que le hiciera una prueba porque «yo quería pintar a toda costa». Superó la prueba con creces y así obtuvo la primera beca. Fue la primera mujer que consiguió la prestigiosa beca 'Conde de Cartagena', con la que pudo cursar estudios en París. «Me la dieron por unanimidad» y le permitió estar tres años en la ciudad del Sena, dice con énfasis la pintora evocando aquella época.

«Aprendí la técnica de la litografía, que me interesaba mucho, al igual que otras técnicas porque favorecen muchísimo la soltura en el arte, se multiplica el conocimiento de la pintura», explica.

Estuvo tres años en la Escuela Superior de Bellas Artes de París, de 1961 a 1964. Consiguió la Medalla de Oro del Gran Prix de París, cuya exposición internacional se celebró en la Puerta de Versalles, en 1961. También, obtuvo la medalla internacional Villa de París, entre otros galardones.

Antes de marchar a la Ciudad de la Luz, cursó la carrera de Bellas Artes en la Escuela Superior de San Fernando de Madrid. También recibió clases de Ilustración con Carlos Sáez de Tejada y Pintura Mural con Ramón Stoiz. En 1956 obtuvo una bolsa de viaje del Ministerio de Educación y con ella viajó por Italia. «Estuve viendo museos, exposiciones, aprendiendo» y un año después «me dieron la beca Fundación Rodríguez Acosta y viajé a Francia y Países Bajos». En el 58 consiguió la beca del Ministerio de Asuntos Exteriores para intercambios culturales con Italia y permaneció allí otro año. Después viajaría a París para cursar estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes. En el 66 se hizo con la prestigiosa beca de la Fundación 'Juan March'. Estos años fueron muy fructíferos, como también la década de los setenta y ochenta. Ésta última la inauguró con otra beca para realizar una exposición de pintura en la Art Gallery Hispanic de Nueva York, donde dio su segundo concierto de canto. El primero fue en Barcelona con motivo de una exposición que realizó en esta ciudad de la mano de LA soprano barcelonesa Conchita Badía en homenaje a Enrique Granados.

Gloria Merino creció en el seno de una familia muy aficionada a la música. «Mi padre tocaba muy bien la guitarra clásica, mi hermano el laúd y mi madre tenía una voz muy bonita. Yo quería imitarla, empecé a cantar y mi afición hizo que ingresara en el Conservatorio de Música de Madrid. Empecé las clases de canto, pero tuve que aparcar provisionalmente estos estudios porque los horarios de la pintura y el conservatorio ya se comprometían mucho», refiere tras subrayar que tenía que acabar la carretera de Bellas Artes que había empezado. Pero Gloria siempre volvía a la música. Y la vida le brindó la oportunidad de inaugurar sus exposiciones con un concierto animada por Conchita Badía, que había sido su maestra de canto.  También ofreció un concierto en su querido Malagón, en un homenaje a Santa Teresa.

Los sonidos de su pintura. La música también se deja oír en su pintura, con un sello propio. «En  la Mancha encontré ese conjunto de personajes que van al campo, tan vivos, tan fuertes; pasaban delante de la puerta de mi casa de Malagón  y veía a los caballos, yeguas y mulas que salían al campo», dice reviviendo esos instantes que plasmó en sus pinturas. Sus personajes, campesinos y campesinas pueblan su obra. «He pintado aquello que me interesaba y me impresionaba y la Mancha tiene una  gran riqueza en luz, color y gentes». Sus obras están en el Museo de la Hispanic Society of América en Nueva York, en el Museo Reina Sofía, en la Academia de San Fernando, en el Museo Provincial de Málaga, en el de Pontevedra y en el «Gregorio Prieto de Valdepeñas», dice con orgullo la pintora, cuya obra también forma parte de la colección Müeller Winterthur de Suiza.