La protectora, en situación "límite" después de un año

Ana Pobes
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La presidenta del colectivo señala que la obligación de tener que seguir admitiendo animales ha impedido que el centro cierre sus puertas a pesar de la falta de medios

La presidenta de la Asociación Aspa, Verónica Hortelano, concesionaria del servicio de la protectora de animales de Socuéllamos, lamenta que la situación siga siendo «límite e insostenible» en la protectora tras casi un año esperando el cierre por falta de medios económicos y humanos. En diciembre del año pasado, la asociación decidió cerrar las puertas de la protectora, pero diez meses después no ha podido cumplir su deseo. El motivo, según Hortelano, es que «mientras estemos en las instalaciones municipales estamos obligados por ley a seguir admitiendo animales, y no paran de entrar» hasta tal punto, señala, que en la actualidad tienen a su cargo 70 animales (la mayoría perros), por lo que con una situación así «es complicado echar el cierre».

El objetivo pasa ahora por buscar un nuevo lugar en el que la asociación pueda seguir mejorando la calidad de vida de estos animales, pues aunque Aspa continúa con la idea de dejar de dar servicio en la protectora animal, la asociación «no desaparecerá y seguiremos haciendo lo que podamos, pero a un nivel en el que con casas de acogida o en un local más pequeño se pueda tener el número de animales que se pueda ayudar en condiciones óptimas». Y en eso es en lo que está trabajando desde hace casi un año, en la búsqueda de un nuevo lugar pero «no lo conseguimos» porque hay que cumplir con una serie de requisitos. Entre ellos, que las instalaciones estén alejadas del núcleo urbano y dispongan de un mínimo de agua.

Hortelano lamenta que esas condiciones dificulten la posibilidad de encontrar un nuevo espacio, «y cuando lo logramos, sus propietarios deciden no alquilarlo para este servicio, o se da la circunstancia de que el alquiler es demasiado alto». Diferentes motivos, explica la presidenta del colectivo animalista, que han hecho que la asociación continúe ofreciendo este servicio en el mismo emplazamiento. «Estamos en las instalaciones de manera forzada, pues sabemos que si dejamos a los animales, el Ayuntamiento sacrificará a todos, y no lo queremos, por lo que, de momento, nos haremos cargo de los que están con nosotros», añade.

La asociación pide adopciones, reubicaciones en otros albergues y donativos con los que poder reducir la deuda que arrastra desde 2010 y que asciende a unos 11.000 euros. Un déficit que impide pagar a los veterinarios, «muchos de los cuales se niegan ya a cubrir nuestras demandas ante la imposibilidad de poderles pagar». A lo que hay que sumar, además, la falta de voluntariado. «Situación -insiste- que nos aboca al cierre».

 

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