La lucha contra la pandemia tiene también rostro de mujer. De hecho, según un estudio elaborado por el Instituto de Salud Global de Barcelona, las mujeres constituyen más del 70 por ciento de las trabajadoras del sistema sanitario y social, colectivos que están en primera línea de batalla contra el virus y, por consiguiente, más expuestos a los contagios.

María Luisa Gómez Grande es testigo diario del horror de la pandemia. Trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital General Universitario de Ciudad Real desde su inauguración y nunca ha vivido nada igual, ni siquiera parecido: «La primera ola fue terrible porque no paraban de ingresar pacientes, muchos a la vez. Había varias plantas habilitadas para el COVID y llamaban de todas a la vez».

El desgaste físico hizo mella en unas profesionales que trabajaban sin descanso, los siete días de la semana, y que algunas veces hasta tenían que doblar turnos. «La primera ola la vivías pensando en el verano, sabiendo que las cosas iban a mejorar; era una fuerza que ahora no tenemos porque estamos muy cansadas», enfatiza.

Imprescindibles en la pandemia - Foto: Rueda Villaverde

Muy cerca de María Luisa desempeña su labor como enfermera Pilar Rubio: «No sabemos realmente cómo es una guerra, pero pensábamos que así debían ser los hospitales de campaña». Del «desbordamiento» y la «locura» de la primera ola se ha pasado a una calma tensa y la «esperanza» de que la vacuna ponga fin a esta pesadilla. «Se han vivido situaciones muy complicadas y muy tristes porque aparte de lo que estás viendo en el trabajo, de esa situación que te desborda, luego vas con miedo a casa», enfatiza.

El papel de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado también ha sido clave. Jessica Álvarez, policía nacional desde 2015, asegura que afrontaron con «profesionalidad» una situación «dura y extraña» para toda la ciudadanía, de la que resaltó su «comportamiento ejemplar» y agradeció el apoyo que les ofrecieron desde el primer momento.

Protección Civil también estuvo al pie del cañón: desinfección de hospitales y colegios, reparto de material y medicamentos, control de aforos en centros con comedor escolar, toma de temperatura a indigentes... «Fueron días de incertidumbre y miedo, en los que nos apoyamos en los compañeros para sacar fuerzas», relata Patricia Aliseda, que se «enamoró» del mundo de las emergencias y la solidaridad, tanto que dejó su grado de Química para iniciar la carrera de Enfermería.

La pandemia cambió por completo la forma de trabajar en farmacias y centros educativos. La farmacéutica Laura Quintana recuerda «la sensación de desprotección y los nervios» de las primeras semanas por la falta de medios de protección. Unos días en los que «teníamos que hacer un poco de médicos por la saturación de los centros de salud». «Miedos e inseguridad» compartieron los docentes. «Queríamos hacer nuestro trabajo lo mejor posible, pero nos preocupaba no estar preparados, equipados y respaldados», apostilla Ascensión Rodríguez.