Juliá eleva el amor maternal a un estatus universal

M. E.
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'Madre' supone un ejercicio de introspección con el que el escritor puertollanero vuelve a hablar del amor y de la muerte desde sus recuerdos de una infancia marcada por la referencia de su progenitora

Manuel Juliá, durante su entrevista con 'La Tribuna'. - Foto: Rueda Villaverde

Poco después de la publicación de su Trilogía de los sueños, el escritor y periodista Manuel Juliá (Puertollano, 1954) sintió la necesidad de volver a escribir sobre la muerte, el amor y la vida. Un impulso irrefrenable que le exigía volver a crear desde su yo más interior, desde el más puro ejercicio de introspección. Sabía que tenía que escribir, pero las ideas no terminaban de llegar. Un día, de madrugada, supo dónde y cuándo buscar la inspiración. Precisaba con urgencia un viaje a sus orígenes, como le enseñó Marcel Proust con En busca del tiempo perdido, su libro de cabecera. Esa fuente de inspiración manaba en su pueblo natal, en el barrio de su infancia, de los lugares que él visitaba, en el frío, en la niebla, en el olor de las fábricas, en el brillo tardío de las peñas en el cerro, en el bar donde su padre jugaba al dominó, en el olor a Cola Cao y magdalenas por las mañanas en su casa, en el sonido de la máquina de coser Singer, en su madre despertándole para ir al colegio...  Y entonces lo tuvo claro. Escribiría sobre la figura de su madre, sobre sus sentimientos hacia ella, sobre el amor maternal. Y el libro se llamaría así, Madre.

Madre (Hiperión) no es ni poesía ni prosa como tal. Juliá habla de una poesía estructurada en historias, dentro de su línea argumental. «Cada historia es una poema y cada poema es una historia». En él habla de su madre, sí, pero no solo de su madre, Anita, una mujer con la bondad por bandera; sino de un concepto universal de madre que trasciende a la maternidad para ser la energía que lo mueve todo. La madre como la razón de la existencia del ser humano. «Quería escribir sobre mi madre, y pensé que el mejor modo de hacerlo era usar el amor desde esa perspectiva maternal. Pero no sólo es un libro sobre mi madre, que a lo mejor no interesaría a la gente, es sobre el sentido de lo que es una madre, como esencia de amor y traslación al concepto general de la vida».

Madre rezuma admiración y gratitud, y también cierto arrepentimiento. ¿Por qué no fue capaz de confesarle en vida este sentimiento de amor a su madre? No lo hizo en su momento, y este libro es un modo de hacerlo por una vía espiritual, saldando una deuda pendiente. Manuel Juliá confía en que su creación también provoque un efecto  práctico inminente en el lector: «Que lo primero que haga cuando lea el libro sea coger el teléfono y llamar a su madre para decirle todo lo que la quiere, algo que no sé por qué no hice yo».

Escribir Madre fue un «impulso de inspiración absoluto». Lo hizo en poco más de una semana. Se sentó delante del ordenador y las ideas empezaron a fluir desde lo más profundo de su corazón. Escribía a todas horas, incluso comiendo. Sólo paraba para dormir. Le daba miedo parar por si se le desvanecía la inspiración . «Era muy feliz. En mi vida había sido tan feliz escribiendo un libro. Todo estaba dentro de mí y cuando terminé me sentí vacío. Fue un libro torrencial, escrito desde el sentimiento más puro», confiesa Manuel Juliá, orgulloso como escritor de haber dado vida a este su último ‘hijo’, y orgulloso como hijo de poder haber escrito Madre.

Este ‘ensayo poético’ sobre el amor hacia su madre como símbolo de la maternidad universal ya está disponible en www.hiperion.com y en breve llegará a las librerías.