Almas en soledad

Maricruz Sánchez (SPC)
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Limitaciones de aforo, citas previas y medidas sanitarias marcan una fiesta de difuntos atípica y con cementerios más vacíos de lo habitual

Entre las restricciones impuestas figura, en algunas comunidades, la peculiar prohibición de depositar flores - Foto: Jonathan Tajes

El coronavirus no entiende de almas, ni de sentimientos, ni de fe. No respeta a los vivos, y por extensión este 2020, tampoco a los muertos. La pandemia que azota sin piedad el mundo entero limita a una España de arraigada tradición religiosa, golpeada y cercada como está por el virus, y le impide celebrar hoy un Día de Todos los Santos como es habitual. Y todo en un año especialmente marcado por las pérdidas humanas, y la ausencia de despedidas en muchos casos.

Así lo avalan las cifras demoledoras que día tras día saltan a los medios. La Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef) ha registrado un aumento del 20 por ciento en el número de fallecimientos durante el primer semestre de 2020, con un total de 44.651 muertes más que las contabilizadas en el mismo período del año pasado. Está reflejado en el informe Radiografía del sector funerario presentado con motivo de la celebración de la jornada de difuntos. Es un dato similar al del Instituto de Salud Carlos III, que desvela un exceso de mortalidad de 44.585 personas entre marzo y mayo como consecuencia de la pandemia.

Sin embargo, las autoridades insisten: «2020 no es un año para ir a los cementerios, aunque sea una tradición muy arraigada en un país católico como España, ni para hacer fiestas de Halloween en plena segunda ola de la COVID-19».

Por ello, todos los camposantos del territorio nacional tendrán controles de aforo este Día de Todos los Santos, para evitar aglomeraciones. En algunos de ellos, incluso, se limitará el tiempo de estancia dentro. Los drones, en los más grandes, servirán para verificar que se cumplen estas pautas desde el cielo. 

Desde algunos obispados hicieron un llamamiento para vivir este momento de recuerdo a los fallecidos con la «prudencia» que marcan las restricciones sanitarias. Algunas personas optaron por adelantar su visita a las tumbas a lo largo de esta pasada semana; otras se decidieron por las citas previas; pero, sin duda, muchas no acudirán este año a rezar ante las lápidas de sus familiares, dejando a las almas más en soledad que nunca.

Para los que se resistan a que esto ocurra, la autoridad eclesiástica recuerda también que es obligatorio el uso de la mascarilla, mantener la distancia de seguridad de dos metros y aplicarse geles desinfectantes de manos.

En Madrid, los cementerios dependientes de la Archidiócesis (San Lorenzo, San Sebastián Mártir, San Isidro y San Justo) han adaptado sus horarios para facilitar la visita de los fieles. Asimismo, se mantiene la previsión de que el cardenal arzobispo Carlos Osoro presida en la capilla del cementerio de la Almudena una Misa funeral por todos los difuntos, que será emitida en directo por Telemadrid.

Mientras, en Gijón, el Ayuntamiento mantiene el horario de visitas a los camposantos pero limita el aforo, y aunque no establece un tiempo de estancia máximo, sí recomienda que sea lo más breve posible. El Vicario General de la diócesis de Oviedo, Jorge Juan Fernández Sangrador, hizo llegar a los sacerdotes un escrito en el que establece que la celebración de actos religiosos en la solemnidad de Todos los Santos será en las iglesias y no en los cementerios.

Prudencia

«En esta ocasión, la primera bajo esta situación de pandemia, hacemos un llamamiento a vivir el recuerdo de los familiares fallecidos con la prudencia que marcan las autoridades sanitarias y acudir a los camposantos respetándolas en todo momento», señalan las autoridades eclesiales, insistiendo en «espaciar» las visitas.

En esta línea, muchas diócesis han establecido más horarios de misas en las que no se podrá superar el aforo del 25 por ciento, en algunos casos, en otros de hasta el 50 por ciento, y se aconseja que las celebraciones sean en el exterior.

Además, los accesos a los camposantos estarán controlados por la Policía y personal de Protección Civil, cuidando mucho la limpieza y desinfección. Tampoco habrá responsos por quienes allí descansan, para evitar aglomeraciones.