Aventura sin final feliz

Manuel Espadas
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Los sanitarios Darío Rodríguez y Ricardo Valle regresan del Dakar con el mal sabor de boca de haber tenido que intervenir en la última etapa en el único accidente mortal de la edición

Ricardo Valle (derecha), junto a tres compañeros de la organización en dos Tangos 4x4 medicalizados. - Foto: LT

Darío Rodríguez y Ricardo Valle ya están de regreso en Ciudad Real después de vivir una nueva aventura en el Rally Dakar, celebrado en Arabia Saudí, formando parte del gran despliegue sanitario de la organización. El enfermero de Saceruela y el médico infanteño han repetido experiencia desde dentro en una carrera que coronaba este fin de semana al qatarí Nasser Al Attiyah en coches, que lograba su cuarto triunfo, y en motos al británico Sam Sunderland, que se hacía con su segundo trofeo en la considerada como prueba de motor más dura del mundo. Atrás han quedado más de dos semanas de intenso y agotador trabajo, intentando garantizar la seguridad de todos los participantes durante las 12 etapas de la prueba, con más de 8.000 kilómetros entre dunas, piedras y desiertos.

Una aventura muy enriquecedora y satisfactoria para ambos, que sin embargo no pudo tener el final feliz tan deseado por todos. Después de una carrera con escasos percances de importancia, en la última etapa, un vehículo de asistencia del equipo PH Sport sufría un violento accidente de tráfico, con el balance de un fallecido y un herido grave. El Tango 2 de Darío Rodríguez y su compañero, el francés Julian Coca, era el primero en llegar al lugar y el que se encontró con el aterrador escenario. A los pocos minutos llegaba el otro 4x4 medicalizado, con Ricardo Valle y Joaquim Terricabras, que se unieron a la actuación. Quentin Lavalée, un joven mecánico francés de 20 años perdía la vida casi en el acto, mientras que afortunadamente la rápida intervención de los sanitarios ciudadrealeños salvaba la vida a su copiloto belga, Maxime Frere, al que estabilizaban y preparaban para su traslado en helicóptero a un centro hospitalario de la ciudad de Jeddah, donde se recupera, fuera de peligro, de varias lesiones internas y una doble fractura de clavícula.

«No sabemos lo que les pudo pasar. Quizás por el cansancio acumulado el conductor se pudo dormir y estrellarse contra el camión. En el Dakar las cámaras siempre enfocan a los pilotos, pero el resto de personal hace un trabajo enorme, en el caso de los mecánicos conduciendo los mismos kilómetros que ellos y después trabajando toda la noche. De los 1.700 vehículos que se mueven durante el Dakar, sólo 500 son los que compiten», explica Darío Rodríguez, enfermero de la UVI Móvil de Ciudad Real. «Fue una gran pena. Era el último día y creíamos que el rally acabaría sin ninguna desgracia de este tipo», lamenta Ricardo Valle, médico de la UVI Móvil de Puertollano y del helicóptero de la Base de Almagro.

Joaquim Terricabras, Darío Rodríguez, Julian Coca y Ricardo Valle (de izquierda a derecha).Joaquim Terricabras, Darío Rodríguez, Julian Coca y Ricardo Valle (de izquierda a derecha). - Foto: LTPero al margen de este último amargo sabor de boca, los dos sanitarios ciudadrealeños han regresado de tierras árabes muy satisfechos con la labor realizada y con la experiencia vivida. En el caso de Darío Rodríguez, éste ha sido su undécimo Dakar, y dado el inminente cambio en su situación personal, con la paternidad a un mes vista, no descarta que haya sido el último, al menos, por ahora. «Quizás sea el momento de pensar en hacer un paréntesis. Cuando llegue la ocasión, lo hablaré con mi mujer. En el Dakar es normal este tipo de situaciones y si te haces valer siempre te guardan el sitio», confiesa el de Saceruela.

Los sanitarios reponen fuerzas en el vivac de la organización.
Los sanitarios reponen fuerzas en el vivac de la organización. - Foto: LT
Mucho más claro lo tiene Ricardo Valle, que ha vivido su segundo Dakar «disfrutando mucho, más que el año pasado, participando más y conduciendo más kilómetros, entrando en muchos tramos especiales, de noche, por dunas, con mucha navegación y muchas veces con sensación de peligro, pero disfrutando mucho y al final con una sensación de mayor cansancio, pero feliz». El infanteño, que reconoce haber pasado mucho frío en los parajes árabes, tuvo que dormir varias noches en mitad del desierto, metido en su tienda de campaña: «Es emocionante. Sabes que estás rodeado de madrigueras de zorros del desierto, de serpientes y escorpiones, pero estás tan cansado que enseguida coges el sueño. Es una aventura increíble y te sientes un privilegiado, tanto cuando te ves conduciendo entre dunas como cuando por la noche miras el cielo estrellado, en una oscuridad absoluta». Ricardo Valle es taxativo al apostar por su presencia en el Dakar 2023 -«si me llaman, ahí estaré»-, e incluso intentará acudir también a las próximas ediciones del Rally de Marruecos y del Rally de la Ruta de la Seda en Rusia. Sus vocaciones profesionales y su amor por el motor guían sus pasos.