Una batucada con vocación comunitaria

D. F.
-

El nuevo grupo, Dundele Batukedum, que se formó el pasado mes de marzo, plantea realizar un taller en el barrio de La Granja, en cuyas celebraciones se ha implicado activamente

Una batucada con vocación comunitaria

Cualquier celebración festiva en la vía pública, ya sea pasacalles o cabalgata, cuenta hoy en día con un ineludible crepitar de tambores, cajas y otros instrumentos de percusión. De esta forma, en Ciudad Real se han creado varias ‘batucadas’ palabra tomada del portugués para referirse al ritmo afrobrasileño de un grupo de percusión característico, pero también a la formación que lo interpreta.

En Ciudad Real se han formado varias bandas, la más reciente es Dundele Batukedum, que tomó forma el pasado mes de marzo y aún está en proceso de formación, en el que la ilusión es el principal argumento de quienes acuden a sus ensayos.

El director musical del grupo es Jesús Velasco, quien detalla que su proyecto busca llegar a un nivel muy alto, para lo que «hay que ensayar mucho». De momento lo hacen todos los sábados y domingos durante un tiempo variable, normalmente dos horas, pero han llegado a superar los 180 minutos en una jornada, y cuando es posible quedan también otros días de la semana.

Velasco añade que el grupo tiene una vertiente social, así ha colaborado con el Movimiento por la Paz y se han implicado en actividades vecinales del barrio de La Granja. «Estuvimos allí colaborando en las hogueras de San Juan», lo que también fue una forma de darse a conocer en la zona. En este sentido, avanza: «En septiembre queremos hacer un taller para que venga más gente», que se realizará en el espacio que tienen cedido para ensayos en el mismo barrio.

Velasco recuerda que participar en un grupo como este no es especialmente complicado, «se puede manejar cualquier instrumento sin necesidad de saber mucho de percusión», precisa, aunque evidentemente siempre hay un proceso de individual, de manera que «poco a poco se pueden ir aprendiendo y elegir el instrumento que mejor le vaya».

En cualquier caso, el director de Dundele Batukedum, observa que esta actividad está abierta a personas de cualquier edad.

El ejemplo práctico es José Luis González, de 57 años. «A mí siempre me ha gustado la percusión, pero nunca había estado en ningún grupo», precisa el más veterano de la batucada. Una vez metido en la actividad, comenta: «Tocando me siento mejor, me ha dado otra posibilidad, me libera, me suelto».

A González le atrae especialmente la idea de llegar a formar un grupo con un nivel profesional, en el que siente que puede seguir progresando y con un estado de ánimo por las nubes.

A su lado está su hija, Leticia González que es la profesora de baile de Dundele Batukedum, quien además presume de lo fácil que es su trabajo porque «con la percusión es tu propio cuerpo el que te pide moverte».

En su caso, lo que tenía que aprender era a manejar los instrumentos, «hay que ir poquito a poco», pero en unos pocos días «se va cogiendo el ritmo».

En su trabajo de diseño de coreografías en colaboración con el director musical cuentan los bailes africanos, el reggae, la samba-reggae y en general todas las danzas compatibles con la percusión rítmica.

Otra de los integrantes del grupo fundacional de la batucada es Olga Pilar Rubiano, madre de dos niños que también están en las filas de Dundele Batukedum y que ya ha pasado por varias formaciones. En su opinión, el hecho de haber conocido diferentes formas de trabajar, «es lo que te permite saber si estás progresando, si realmente consigues hacerlo bien», y en este sentido se siente plenamente satisfecha con su aportación a esta nueva batucada. En cuanto a la participación de sus hijos observa que es «una de las pocas actividades en las que no te tienes que preocupar de con quien dejarlos».