Recurrir a derivados

I. Ballestero
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El análisis invita al sector a plantearse tres escenarios posibles en base a campañas altas, medias o bajas y utilizar la figura de la destilación y la regulación de la producción de mostos y vinagres para mantener estable en todo caso el volumen

Recurrir a derivados - Foto: Pablo Lorente

La Ley regional de la Viña y el Vino y la futura Interprofesional de Castilla-La Mancha son las dos principales herramientas que el Plan Estratégico del Vino señala para la autorregulación del sector, un autocontrol que persigue la estabilidad de bodegas y cooperativas a la hora de salir al mercado, y pretende evitar circunstancias como las que se han repetido de manera cíclica en los últimos años, cuando a una cosecha escasa que ha permitido defender precios elevados en las ventas le ha sucedido una sobreproducción que dificulta la comercialización. Para evitar esos vaivenes y para estabilizar las producciones, el documento de base del plan invita al sector a dibujar tres escenarios base y a adecuar la producción a cada uno de ellos, sin grandes oscilaciones en la elaboración de vino y utilizando la destilación y los mostos y vinagres como válvula reguladora.

El documento de base es todavía un texto abierto que está sujeto a las aportaciones del sector, pero dentro de su articulado y de sus conclusiones iniciales apunta una más que interesante: la posibilidad de reconducir las estrategias para adaptarlas de antemano a la estrategia del sector, y poder discriminar a priori qué parte de las cosechas va destinada a cada uso, para que bodegas y cooperativas no tengan que lidiar con las características de cada campaña una vez que ésta ya está en las bodegas. Una fórmula, al fin y al cabo, para que estabilizando la producción de vino se puedan embridar los precios.

«La vinculación territorial de orientaciones productivas diferenciadas: mostos, vinos, vinagres y alcoholes, entre otros, en función de aptitudes agronómicas globales y de condicionantes agrológicos espaciales, permitiría ajustar las previsiones anuales de producción a la coyuntura estratégica y a la planificación del sector», dice el documento, que pone un ejemplo práctico basado en tres casos que el sector tiene muy presente: una producción baja como la de 2017, una producción media como la del año 2015 y otra baja como la de 2013, y a partir de las destilaciones y de la derivación de existencias hacia el mosto y el vinagre mantener constante, pese a los cambios considerables en la producción total, la producción de vino. Para ello, habría que tener en cuenta qué parcelas y explotaciones son más idóneas para los derivados.