«La risa aligera, nos hace más llevaderas las cosas»

M. Sierra
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Entrevista a Miguel Magdalena, actor y compositor de Ron Lalá, que interpreta a Juan Rana, con el que el Festival pone el broche al escenario de la Antigua Universidad Renacentista este fin de semana

«La risa aligera, nos hace más llevaderas las cosas»

Si Cosme Pérez, actor cómico reconocido del Siglo de Oro, hubiera nacido en esta época seguramente sería ronlalero. El tiempo impide esta posibilidad, aunque sólo a medias, pues un día la compañía que dirige Yayo Cáceres, Ron Lalá, decidió rescatar del olvido a este personaje real y convertirlo en protagonista de una de sus propuesta, Entremeses y andanzas de Juan Rana. Una comedia en estado puro con la que el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro pondrá fin a su edición número 43, la más concentrada, en la Antigua Universidad Renacentista. Sobre este escenario, Miguel Magdalena será el encargado de dar vida a aquel actor cómico que recuerda al espectador la importancia de vivir la vida con sentido del humor.

¿Quién es Juan Rana?

Es el personaje que representaba el actor Cosme Pérez. Fue un cómico del siglo de Oro, que llegó a tener una dimensión tan grande, fue tan querido por el público, llegaba de una manera tan directa a la gente, que se convirtió en una súper estrella de la época. Escribieron para él Calderón de la Barca, Agustín Moreto o Jerónimo de Cáncer y Velasco. Fue un hombre real que nos ha servido para vehicular un espectáculo con el que le rendimos homenaje, y que, además, nos permite hablar del papel de la risa en la sociedad actual y de lo importante que es tener sentido del humor, ver la vida a través del prisma de la comedia.

Con una pandemia en el aire y la economía desplomándose, ¿hay hueco para la comedia?

Sin tomarme a la ligera lo que está sucediendo, yo diría que sí, que la risa es básica. Creo que la risa aligera, nos hace más llevaderas ciertas cosas, pero en ningún caso les quita importancia. Sí es tiempo de reírse, y no hablo de cómo nos reímos cuando nos cuentan un chiste, es tiempo de mirar las cosas desde un determinado punto de vista, desde el humor, que es lo que ha pasado cuando durante el confinamiento recibíamos ciertos memes que intentaban aligerar el momento que estábamos viviendo.

Y de pronto, un estado de alarma lo paralizó todo. ¿Ron Lalá vuelve a la vida en Almagro o ya se ha reencontrado con el público?

Tuvimos el jueves función en el Festival de Olite, en Navarra, que fue la primera después de terminar nuestra temporada en el Teatro de la Comedia de Madrid el 8 de marzo, con todo lo que aquello supuso. El 8 estábamos actuando, dos días después, el martes, me decían que mis hijos no iban a ir a clase y el sábado de esa semana, Pedro Sánchez anuncia el estado de alarma.

En medio de ese confinamiento, ¿volver al teatro en festivales como el de Almagro fue más veces una realidad o una utopia?

Durante el confinamiento hemos pasado por todas las fases. Ha habido momentos en los que teníamos claro que la cosa saldría adelante y otros en los que no veíamos nada. Hemos hecho planes para volver a todo y para no volver a nada. Hemos tenido que acostumbrarnos a esta nueva realidad en la que hay que vivir al día, a la hora, a la semana, porque no sabes bien qué puede ocurrir en un rato. Forma parte del día a día de nuestra profesión querer juntarnos con la gente, con el público, por eso el teatro siempre sigue estando ahí, a pesar de haber estado amenazado durante toda su historia... y seguirá estándolo.

¿El cómico hoy está tan bien visto como lo estaba Cosme Pérez?

España ha tenido siempre una gran tradición de cómicos y cómicas. El problema es que la comedia no tiene límite y eso se ha convertido en algo amenazante para un sector del pensamiento que busca poner esos límites que no deberían existir. Creo que se quiere poner un veto al pensamiento crítico en general, en el que la comedia tiene un papel importante. El cómico, hoy en día, tiene su lugar, pero si no piensa, tiene mucho más lugar.

Ron Lalá está este fin de semana en el Aurea, con el cartel de no hay entradas, pero con el teatro a medias. ¿Cómo se ve desde el escenario esta nueva normalidad?

Es un poco extraño. En la función de Olite creo que estuvimos al 60% y era raro, porque, además, cada espectador se sienta separado, aunque vaya con amigos o con familia. Están con su mascarilla, no sabes si están bien o están mal, es un poco extraño. No es igual. La imagen que vemos es un poco rara, nos muestra que aunque intentamos todos llegar a la nueva normalidad, esa nueva normalidad está cada vez más lejos. Lo vivimos con una cierta sensación de extrañeza. Nos hubiera gustado encontrarnos con el Almagro de otras veces, pero nadie pone en duda que estamos en una situación de fuerza mayor y por eso apoyamos los protocolos que se establezcan para garantizar la salud.

Protocolo también en el escenario, ¿pero eso es posible para Ron Lalá?

Que remedio. Nos juntamos hace un par de semanas para empezar con las adaptaciones, nosotros compartimos instrumentos, bebemos de las mismas botellas, nos echamos propóleo en la garganta. Llevamos muchos años juntos por lo que nuestro día a día era antiprotocolario. Hemos tenido que adaptarnos, con todo el cariño del mundo a esta situación tan dramática, y por eso ahora estamos todos muy lejos, muy separaditos, no compartimos instrumentitos y si lo hacemos, nos ponemos mucho gel y utilizamos mucho los guantes de nitrilo.

Vamos, que durante este comedia, algún guiño a la pandemia no va a faltar, ¿no?

Realmente, el protocolo que seguimos es casi imperceptible para el público. Pero Ron Lalá siempre ha sido una compañía que se ha nutrido mucho del aquí  y del ahora y eso significa que esta pandemia y sus consecuencias se dejarán notar en la representación. Creemos que el teatro es un amplificador de este tipo de cosas y sabemos que hay una especie de catarsis cuando a los espectadores les dices cosas que quieren oír o que les gustaría decir.