Vigilantes de las torretas detectan más de 10% de incendios

Ana Pobes
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En los últimos cinco años, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha ha modernizado de forma integral siete de las 19 torres con una inversión de unos 700.000 euros, financiados con fondos europeos

Los vigilantes detectan un 10% de los incendios forestales - Foto: Tomás Fernández de Moya

La provincia de Ciudad Real cuenta con 19 puntos de vigilancia fija y 38 vigilantes (dos turnos por cada torre), cuya función es dar el chivatazo cuanto antes al Centro de Operaciones Provincial (COP) del Infocam de la aparición de un incendio. Son prácticamente los primeros que ven el humo en zonas puramente forestales, estratégicamente situadas, alejadas del mundanal ruido y   «donde no hay mucha presencia de público», por lo que su labor es fundamental para que el incendio no abrase todo un ecosistema de árboles y matas. Su rápida actuación puede impedir que la situación se descontrole y desencadene algo peor. Son los vigilantes del fuego.  

Juan Pedro García es el director del Centro de Operaciones Provincial del Infocam en Ciudad Real. Asegura que más del 10 por ciento de los incendios forestales son alertados por los vigías fijos, mientras el resto de avisos entran a través del Servicio de Atención y Coordinación de Urgencias y Emergencias 112 de Castilla-La Mancha. «Con las torres y los vigilantes cubrimos las visuales en zonas muy poco pobladas, como así ocurrió en 2018, cuando un ave se electrocutó en una línea eléctrica de Almuradiel y originó un fuego forestal que fue detectado por el vigilante de la torre», argumenta. Es tan solo uno de los muchos ejemplos que demuestran la importancia de estas torretas dentro del operativo de prevención y detención de incendios forestales. Y es que, «si la detención en una zona forestal no fuera tan rápida, podríamos tener un fuego de grandes dimensiones que podría llegar a durar días», añade el director del COP de Ciudad Real. 

De las 19 torres con las que cuenta la provincia, la ubicada en Puertollano capital es la que «más avisos recibe a través del Servicio 112 de Castilla-La Mancha». En el lado contrario, la instalada en La Torrecilla, en el término municipal de Mestanza, y que «lleva más de diez años sin ‘cantar’ un humo». Las dos son importantes, recalca García, pero «en la hipótesis de que hubiera que prescindir de alguna de ellas sería la de Puertollano». El motivo, que «el día que haya humo en la zona de Sierra Morena, que cubre la visual de esa torre de Mestanza, solo será visto por el vigilante, mientras la de Puertollano, a pesar de que es la que más humos detecta, muchos de ellos se alertan a través del servicio 112», argumenta. 

No obstante, todas son primordiales, y la Junta de Comunidades es consciente de ello. Fiel reflejo de ello es que en los últimos cinco años ha apostado por llevar a cabo un proceso de mejora y modernización y ha impulsado una forma integral en siete de las 19 torretas. En el resto, «se han ido haciendo reformas parciales». Ahora, el objetivo de la Administración regional es continuar con ese plan de adecuación total en las doce restantes. Para ello, contará con la ayuda de Europa, ya que los últimos trabajos, que han supuesto una inversión de algo más de 700.000 euros, se han llevado a cabo con la financiación de fondos Feder. Las primeras en someterse a este cambio será la torre del monte Santa María, a unos cinco kilómetros del pantano del Vicario, en el término municipal de Miguelturra, y la de Riofrío, en Puebla de Don Rodrigo.    

Atrás quedaron esos «chambaos de los años 90 con un vigilante al lado de un chaparro, y donde no se cumplía con ninguna legislación. Un cajón de sastre», recuerda el director del Centro de Operaciones Provincial (COP) de Ciudad Real. Sin duda, señala, una imagen bien distinta a la de hoy, en la que «se cuenta con una escalera homologada, cuarto de baño, luz, etc. No solo se ha renovado el puesto de trabajo para que sea más confortable para el vigilante sino que se cumple también con la prevención de riesgos laborales al cien por cien. Todo está controlado, incluso se cuenta con área perimetral desprovista de vegetación, un camino de acceso que sirva de evacuación del torretista y punto de toma de helicóptero». 

Fortificaciones en mitad de la nada. Rodeadas únicamente por vegetación y donde su estructura comparte protagonismo con el paisaje, donde se puede contemplar dos modelos de atalaya. Aquella de estructura metálica con escalera helicoidal y de veinte metros de altura, y la realizada en mampostería y de siete metros de altura. Así, «en lugares en los que no sea necesario ganar tanta altura se prioriza la de mampostería, ya que es más resistente y ofrece al vigilante más comodidades como es, por ejemplo, cuarto de baño y almacén».   

Infraestructuras y personal «imprescindible» para localizar el fuego forestal desde puntos estratégicos, apunta Alfonso Agudo, responsable técnico de Geacam en Ciudad Real.