Dos mundos sobre ruedas

C. C.
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La reparación de bicicletas, nexo de unión en un programa de cooperación y aprendizaje mutuo entre alumnos del CEE Puerta de Santa María y solicitantes de asilo de Movimiento por la Paz

Dos mundos sobre ruedas - Foto: Rueda Villaverde

Las bicicletas acortan el camino, y en este caso unen dos mundos completamente diferentes: alumnos del Centro de Educación Especial Puerta de Santa María y solicitantes de asilo de Movimiento por la Paz (MPDL). El nexo, la reparación de este universal vehículo de dos ruedas en una actividad que ellos mismos denominan ‘recicleta’.

La colaboración, punto fuerte de un programa que se inició hace tres cursos en el CEE Puerta de Santa María y que ahora contará con el apoyo de la ONG con la visita dos días a la semana. La sonrisa de Lidia, Blanca, Christian, Ismael, David, Ángel Luis, José y Ramón lo dice todo. Son nuevos compañeros en el aula para compartir una de las actividades «más divertidas», como ellos mismos confirman, dentro del centro. Para ellos, ya acostumbrados a esta tarea -«no hay reparaciones muy difíciles»- es una oportunidad de mostrar los conocimientos aprendidos. No en vano, el director del CEE Puerta de Santa María, David Martín, subraya que «son más las capacidades que tienen que la discapacidad».

«El primer año consistió en organizar empezando a recibir algunas bicicletas, el año pasado fue ya de implementación y en el actual estamos en la fase de desarrollo en un proyecto de cinco años», señala Martín, que incide en que «es importante para que los alumnos trabajen en la autonomía».

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El mismo objetivo, con otra dimensión, se persigue para los peticionarios de asilo, ya que «se trata de fomentar la autonomía y la movilidad dentro de la ciudad, fomentar un ocio saludable y generar procesos de autogestión saliendo un poco del círculo del dinero, ya que no cuentan con muchos recursos y está bien que ellos sepan cómo reparar las bicicletas», señala José Luis de Gracia, que lleva a cabo este proyecto dentro de MDPL. Por último, «que ganen confianza en sí mismos, se trata de un proceso porque se van a ver con una mayor capacidad de desarrollo». Esta iniciativa irá acompañada de un curso de seguridad vial.

Una bicicleta supone un salto cualitativo enorme para este grupo de refugiados. Por ello, se invita a donar las bicicletas que ya no se usen, a aquellos ciclos viejos y olvidadas para que puedan ser rescatados y tener una nueva vida útil. Para ello, las puertas de las MPDL, en la calle Pozo Dulce, están abiertas a la solidaridad ciudadana.

Y no sólo bicicletas, ya que está ONG también demanda cascos. En suma, un proyecto que también entronca con la nueva filosofía del desarrollo sostenible, reutilizando un vehículo que todavía tiene mucho que aportar.

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recuerdos de cali. Daniel Urdinola trabajó en Colombia en un taller de bicicletas. A sus 45 años, reconoce que le encanta: «No es difícil, pero ha de hacerse con cuidado».

Esta labor le trae muchos recuerdos de su Cali natal, desde donde llegó a Ciudad Real en marzo del pasado año con sus dos hijos. Ahora, junto a su mujer, que había salido de Colombia el año anterior, busca una oportunidad laboral, y no será por falta de experiencia, ya que ha trabajado como «mensajero, en bancos cuando tuve mi oportunidad y también como taxista», y es que «nunca me quedé quieto, siempre trabajé en lo que pude». Extraña su tierra, pero, optimista, señala que «poco a poco van llegando las cosas».

Daniel es una de las 67 personas solicitantes de asilo que gestiona MDPL, cuyo responsable provincial, Manuel Lorenzo, explica la labor desde su punto inicial: «Abrimos la acogida a estas personas, con alojamiento, manutención, ropa… una primera fase que dura seis meses en la que también reciben clases de español si la necesitan, reciben formación y elaboramos un itinerario personalizado» y «cuando reciben su tarjeta roja, en la que tienen autorización de trabajo, viene la parte de búsqueda de empleo». Movimiento por la Paz es una de las tres entidades, junto a Fundación Cepaim y Cruz Roja, que gestiona el programa de refugiados en Ciudad Real.

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El tema laboral es «la parte más complicada, va en función del mercado laboral que tenemos en Ciudad Real, que es limitado», concluye Lorenzo, que ve en este tipo de actividades una ventana más en la búsqueda de oportunidades.