Esteve y la vida feliz

Diego Farto
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La escritora acaba de presentar su tercer cuento infantil, 'El payaso saltarín' con el que incide en una literatura de valores al mismo tiempo que colabora en las actividades de Cáritas Diocesana

Esteve y la vida feliz

Begoña Esteve ha vuelto a la actualidad literaria con el cuento El payaso saltarín, editado por Ruiz Morote, con ilustraciones de Amelia Rodríguez. La obra incide en su condición de autora para niños, que se dio a conocer con Un deseo para mamá y ratificó más tarde con El color de la igualdad, publicaciones realizadas con el mismo sello.

En una conversación con La Tribuna, la autora detalla que esta es una obra que llevaba escrita varios años. Su origen está «en una Navidad en la que los Reyes Magos le trajeron a mi hijo un payaso hecho de madera con un cordón que cuando tirabas de él se levantaba y saltaba. Un par de años después se me ocurrió este cuentecito que como otras historias se quedó en un cajón».

Sin embargo, el personaje principal «es un payaso bastante malo, no tiene amigos», a partir de ello crea una fábula para mostrar un personaje que busca la felicidad fuera, pero con el propósito de que el lector se de cuenta de que la vida «son momentos, que hay que vivir al instante, vivir el presente, que la felicidad está en vivir y aprovechar cada instante sin esperar a que la vida te ofrezca cosas, sino que vayas tu a por ellas».

Tras publicar sus primeros libros, Esteve entró en contacto con Amelia Rodríguez, a la que enseñó el manuscrito de la obra actual. «Ella hizo varios dibujos que me gustaron mucho, ella tenía ganas de ilustrar un cuento y nos pusimos manos a la obra», relata la autora.

Una vez iniciado el proceso, fue bastante rápido, «en el verano hizo todas las ilustraciones», comenta Esteve y a partir de ahí buscó la colaboración con Cáritas, «porque considero que va a llegar a mucha más gente». De hecho, la presentación de la obra, realizada poco antes del inicio de las Navidades contó con la presencia del director de Cáritas Diocesana, Fermín Gassol Peco.

Al mismo tiempo, recuerda que el apoyo de Ruiz Morote a este proyecto se realiza de una manera altruista lo mismo que quienes le ayudaron en la maquetación de la obra.

Esteve cuenta además con el respaldo de un grupo de personas que se organizaron a partir de la publicación de su primera obra, quienes ayudaron a la difusión de Un deseo para mamá, y que ha seguido ‘empujando’ los proyectos posteriores, como ahora ocurre con El payaso saltarín.

La escritora añade que la existencia de este grupo «me ayuda a difundir los valores que yo quiero transmitir, me ayuda mucho». Valores que son parte esencial de sus libros.

Aunque las obras que ha publicado hasta el momento están dirigidas a un público infantil, Begoña Esteve matiza que llega a muchos otros registros literarios. «Desde que soy madre escribo de los acontecimientos que vivo día a día, las Navidades de una manera más especial», admite. Sus libros publicados le han permitido mostrar su capacidad de conectar con los niños, faceta que también se ha reforzado mediante su trabajo con centros escolares. Pero al mismo tiempo, «escribo poesía y un proyecto que me ilusiona es que algún día pueda publicar un libro de poemas, pero es verdad que las circunstancias, el destino, ha hecho que se me vea como autora de cuentos» admite.

La autora considera: «La persona que se siente escritora tiene la literatura como forma de expresar sus sentimientos, igual que una pintora o un pintor lo hace a través de sus lienzos». Pero en su caso aprecia que a raíz de su relación con el mundo editorial «me sale mucho más, es como si fueras más tu mismo»; de modo que sigue escribiendo «y ya no puedo dejarlo». A ello se añadido su colaboración con un grupo de poetas para desarrollar actividades de literatura infantil y juvenil destinadas a chicos de hasta 16 años. A ello contribuye también que «me siento apoyada por un editor, que apuesta por mis proyectos», confiesa.

Las obras anteriores. De todos modos, esta publicación le ha permitido emocionalmente marcar más distancias con respecto a lo que supuso en su día la escritura de Un deseo para mamá. «Aquello era un acontecimiento de mi vida, narrado tal y como sucedió pero con un poco de humor para hacerlo más comprensible para los niños, pero todavía me emociona cuando lo leo o cuando me menciona que lo ha leído y me ha transmitido que le ha llegado» refiere antes de comentar que su relación con su primera obra «aún es bastante visceral».

También es diferente la relación que mantiene con su otra obra El color de la igualdad, donde se aborda las situaciones entre chicos y chicas, precisamente en clave de igualdad; una obra de la que asegura «están a punto de venderse los últimos cuentos de la primera edición porque los colegios de toda la provincia lo están trabajando», como un instrumento para promover la igualdad de género.