«Patrick Nogueira se tatuó la fecha de los asesinatos»

Belén Monge
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«Intenté entrevistarlo pero no quiso, ni quería que saliera el libro», señala la autora. «No veo el final del caso Patrick sin el caso Marvin, ambos son perversos»

"Patrick Nogueira se tatuó la fecha de los asesinatos" - Foto: Javier Pozo

Siempre le atrajo contar historias e investigar sobre ellas pero nunca imaginó que su primera novela versaría sobre uno de los crímenes más brutales cometidos en España, el asesinato de cuatro miembros de una familia brasileña en un pueblo de Guadalajara llamado Pioz, a manos del propio sobrino de cabeza de familia. En Olor a muerte en Pioz, la autora y periodista de sucesos de La Sexta, Beatriz Osa (Madrid, 1979) reconstruye cronológicamente el cuádruple crimen protagonizado por el joven Patrick Nogueira y como luego metió los cuerpos en seis bolsas de basura y huyó al otro lado del Atlántico. El hedor desveló la matanza y hoy, el asesino, cumple pena en prisión.

En su libro, Osa desgrana a modo de true crime sin novelar detalles nuevos y descubre al lector una serie de fotografías que hasta ahora no habían visto la luz; entre ellas, la que el asesino compartió con su amigo o cómplice Marvin a través del whatsapp en la que muestra su brazo ensangrentado tras perpetrar la masacre.

¿Por qué Olor a muerte en Pioz?

El crimen me impresionó y  también las lagunas mentales de Patrick en el juicio hasta que empezaron a salir a la luz las conversaciones de whatsapp que intercambió con su amigo Marvin. Todo dio un vuelco a medida que se iba descubriendo lo que la conversación y las fotos que se hizo en la casa y que intercambió con Marvin. Ahí empecé a encajar el tipo de personaje que era Patrick. Mi cercanía a él en la vista me permitió percibir que fichaba a todo el que entraba en la sala y no dudaba en levantar la cabeza para mirar.  

Hay una parte de mí que a día de hoy, al decir esto, se resquebraja. Reconozco que hace tiempo fui de esas que miraba a quienes hacía sucesos con monóculo, pero eso es lo que hoy   me lleva a entender esa mirada crítica que nos lanzan algunos a quienes escribimos o trabajamos en esto de otra manera. Cuando estudiaba la carrera siempre pensé en hacer cultura o contar los problemas sociales, nunca me vi ni trabajando en sucesos ni tampoco fui una lectora ávida de crónicas negras. A raíz de empezar a trabajar mano a mano con Manu Marlasca en Expediente Marlasca, del programa Más vale tarde, me entró el gusanillo ya que enganché con historias de casos de desaparecidos y crímenes sin resolver. Hoy soy bastión de crónicas de sucesos.

Una historia brutal en la que ha contado con muchos testimonios. Pero ¿Falta el vis a vis con el asesino? Creo que él mismo quiso escribir su propia historia.

Intenté entrevistarlo y no sólo no quiso sino que me dijo, a través de su abogada, que no quería que saliera el libro. Quizá fuese por eso, porque buscaba escribir su historia, pero no lo sé.  

¿Qué motivo el título?

Nos planteamos varios, pero parecía claro que en el título debía de salir Pioz porque es lo que identificaba el suceso. Sin embargo, barajamos otros como cuando Patrick dijo al forense Ortigado: «No me saquéis de aquí porque lo volvería a hacer». Al final, todo nos llevó al mismo punto, el olor que salía de la casa. Ahí arrancaba todo y aunque sonaba muy impactante, fue ese hedor lo que llevó a preguntarse a los guardianes y a los vecinos qué pasaba en el 594 de la calle Sauces, en Pioz.    

¿Alguna obsesión al escribirla?

Lo único que me obsesionaba era poder ser justa con las familias y reflejar perfectamente el trabajo realizado por la Guardia Civil, cómo se sintieron las personas que abrieron las bolsas o la desesperación del juez de instrucción para intentar sacar algo más a Patrick en su relato de los hechos.  Lo cierto es que, hasta los monstruos tienen secretos de sí mismos que no cuentan en un juicio y si lo hacen al  el personal que está acostumbrado a tratarlos y derrotarlos, como puede ser un forense, se puede llegar a saber hasta qué punto son monstruos y hasta lo que están dispuestos a hacer.

Tuvo ocasión de estar a unos metros de Patrick cuando le juzgaron en la Audiencia de Guadalajara. ¿Cómo lo vio?

Era una sala pequeña y pude observar bien a un Patrick nada compungido. Mi percepción sobre él en esa sala fue determinante para describir su imagen en mi novela, la imagen de un joven que en ningún momento agachó la cabeza afligido. El rostro que figura en la portada responde al momento justo del alegato final, cuando giró la cabeza tras escuchar a un familiar de tía Janaina insultarle.   

El Patrick que llegó al juicio tenía una imagen de niño bueno. ¿Se correspondía con la del detenido?

Patrick es un niño de una familia bien de Brasil y eso es lo que se vio en el juicio. Aunque su madre dijo que tenía un problema en la vista, lo cierto es que en prisión ya no lleva las gafas que llevaba en el juicio, donde el gesto que más repitió fue el de colocárselas porque se le caían.

¿Es una  reconstrucción cronológica de los hechos?

Relato lo que pasó a partir del hallazgo de los cuerpos y basándome en lo que vi, lo que escuché en el juicio, lo que leí y lo que me han contado familiares, forenses y otras personas, sin olvidarme de la cronología de los hechos e intentando reflejar la maldad de Patrick. También incluyo como cae la noticia en Brasil y cómo marca a los propios investigadores  de la Policía Federal Brasileña descubrir  ese chat de Patrick y Marvin en el que se dicen cosas muy duras. En sus propias diligencias llegan a   poner: «Esto es espantoso». En mi libro recojo la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, me quedó ahí. Casualmente, la publicación ha coincidido con el momento en el que el Supremo tiene que dirimir de nuevo sobre un Patrick que hoy cumple condena en Estremera y cuya pena ha sido recurrida por defensa y acusación.

Un crimen que conmocionó a la sociedad. ¿Inicialmente se barajó un ajuste de cuentas e incluso de un crimen pasional pero lo cierto es que el móvil del asesino parece ser aún una incógnita?

Está claro que es una de las verdades que no sabremos nunca como tampoco sabemos por ahora la de su amigo Marvin. No lo relato en el libro pero recuerdo que me impresionaron muchísimo las primeras informaciones que salieron y hablaban de que el asesino, tras cometer los crímenes, había dormido en el piso de arriba. Me imaginaba las bolsas de basura con los cuerpos y él encima, en una cama plácidamente dormido y ....Los peritos dicen que a un psicópata le da igual el móvil, que le vale con que te hayas cruzado en su camino. El forense Óscar Ortigado fue quien hizo la primera inspección del levantamiento de los cadáveres y también su evaluación de imputabilidad en la fase de instrucción. Una de esas veces fue la que dijo: ‘No me saquéis de aquí porque lo  volvería a hacer’. Una se pregunta ante esto: ¿Dónde queda esa amnesia y las lagunas que tuvo en la vista?. Conviene recordar también que apuñaló a un profesor en Brasil porque no gustaron las bromas que le gastó en clase, delante de sus compañeros.     

¿Saca muchos secretos a la luz en Olor a muerte en Pioz o queda aún mucho por saber?

En mi libro lo único que falta es la verdad de Patrick pero sí recojo la verdad que percibieron peritos, Guardia Civil y el entorno familiar más cercano de él que se prestó a hablar conmigo. Cuento algunas cosas que no figuraban en las diligencias ni en las declaraciones judiciales y que son detalles extras. Pero sobre la versión de los hechos del inculpado, me ciño a lo que contó en el interrogatorio con la Guardia Civil y a lo que dijo después en el juicio, donde añadió frases como «nn hombre de un solo destino» y alguna otra, pero todas en la línea de afianzar la estrategia de su defensa reforzando un testimonio que no había hecho antes.  

¿Qué es lo que le sobrecogió más a Beatriz Osa en este periplo?

Lo que más me impactó fue la conversación de whatsapp que Patrick y Marvin compartieron la noche de autos con frases como: «¡Qué difícil  la gorda ésta -hablando de su tía-!»;  «los niños no corrieron, solo se agarraron»  o «fue divertido matarlos; estoy esperando a mí tío, ya he limpiado la casa». Pero curiosamente, aunque escribió esto, en el juicio no se acordaba, le vinieron las lagunas y esto figura en un capítulo concreto de la novela que titulo Voy.

También me impactó la forma en la familia de Marcos Campos se enteró de las muertes. Fue viendo una foto del chalé de Pioz en las noticias. En España todavía estaban sin identificar los cadáveres cuando saltó a los medios la información que decía: Hallan a una familia muerta en un chalé. Walfran -hermano de Marcos- estaba con su madre y dijo:«¡Son ellos!». Su madre salió corriendo a la calle y se puso a gritar sin parar. Me imagino esa escena y me sigue impactando.  

¿Cómo puede caer en la familia el morbo de este libro?

Quizá la parte más morbosa sea la referida al momento en el que barajó una relación sentimental entre sobrino y tía. Los amigos de Marcos decían que él tenía celos y que volvió a su casa varios días antes de la hora para ver si los pillaba, pero a la familia no les consta. El capitán de la UCO también preguntó a Patrick en su día y lo que percibió fue una cara de absoluta sorpresa. La relación entre Patrick y Marvin también podría despertar cierto morbo pero si la hubo o no, no consta. Quizá fuese una relación de enganche. Tras los asesinatos, Patrick hizo a muchas búsquedas: Asesinato en Pioz, crimen de cuatro brasileños... pero, aunque no lo menciono en el libro, también buscó porno. Tampoco puedo obviar términos como descuartizar, diseccionar ni el suelo verdoso de la casa o imágenes como la foto que Patrick envió a Marvin con los brazos ensangrentados tras matar a su tío Marcos. Patrick tiene muchos tatuajes. Al escribir mi libro he descubierto que después de cometer los asesinatos se tatuó en su escapada a Brasil la fecha del 17 de agosto de 2016 en la clavícula;es el día en que  cometió los crímenes.

Casualmente su libro coincide con la llegada al Supremo de este caso. ¿Se arriesgaría a predecir un final?

Me parece muy osado pero la defensa de Patrick es peleona.   

¿Sabe cómo es el día a día del asesino en la prisión de Estremera?

Está en una celda de aislamiento en la que para cortarle el pelo hay que hacerlo a través de la reja. Pasa largas horas en el patio solo y lee mucho. Cambiaron a Sergio Morate de cárcel para que no se hiciesen amigos, pero tuvo relaciones y fue con un yihadista.

¿Qué final escribiría de este caso?

En el final del caso Patrick tiene que entrar el caso Marvin. No veo uno sin el otro.  Ambos son dos personas perversas  que en un pequeño radio de varios kilómetros fueron a dar el uno con el otro y comparten este cuádruple crimen. Obviamente, el asesino fue Patrick, pero Marvin fue su colaborador virtual y está pendiente de ser juzgado por ello.