Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Un juego a tres bandas

09/12/2021

Han coincidido en el tiempo la apertura de la vista preliminar en un tribunal de Londres por la denuncia presentada por la examante del rey emérito, Corinna Larsseen, con la noticias de las exigencias que habría puesto sobre la mesa don Juan Carlos I para cuando se produzca su regreso a España que él quería que se produjera a la mayor brevedad posible, que se ve dificultada por ambos asuntos además de por la ampliación de la investigación de sus actuaciones que mantiene la Fiscalía, aunque todo apunta a que sus problemas judiciales en nuestro país serán sobreseídos por falta de pruebas y por las dos regularizaciones fiscales que ha realizado.  

Para resolver sus propios problemas y para no crear más a la Corona, el rey emérito tendría que dejar de lado la soberbia y realizar otro gesto de humildad del tipo "Me he equivocado y no volverá a ocurrir" –aunque seguía equivocándose-, si no quiere que lo conocido sobre su actuación personal a lo largo de su reinado acabe por sepultar su labor histórica. No parece que en este momento el rey emérito vaya a realizar un acto de generosidad con su hijo, ni tan siquiera con la institución que ha representado. Su deseo de residir en La Zarzuela y recobrar la paga del Estado tras su exoneración por la fiscalía –cuando se produzca- como ha revelado 'El Confidencial' son dos condiciones que lejos de acercarle a España le mantendrán alejado de su país, porque son inasumibles no solo por Felipe VI, sino por una ciudadanía defraudada cada vez que conoce sus andanzas aunque se libre de pagar por ellas por su inmunidad o por una actitud displicente de la Fiscalía y la Agencia Tributaria, revestidas del máximo respeto a las normas. La decisión del juez de Londres que entiende de la demanda civil presentada por Corina Larssen, será determinante para el futuro de Don Juan Carlos que tarde o temprano tendrá que volver a España. Pero sin condiciones.   

La Casa Real tiene un conflicto con uno de los miembros de la Familia Real de carácter político, además de personal, que sería necesario resolver cuanto antes. La actitud del rey Felipe VI en favor de una mayor transparencia, ejemplaridad y control de su actividad, la renuncia a la herencia de su padre, las limitaciones impuestas a los miembros de la Casa del Rey, sus renuncias personales y familiares revelan su deseo de hacer su reinado más cercano a la ciudadanía. Por ese motivo correspondería a la Casa Real la iniciativa para dar pasos que la conviertan en una institución con paredes de cristal, y aunque el Gobierno haya comenzado a marcar distancia con la resolución del embrollo, ninguna solución se arbitrará sin su acuerdo. Su mensaje de Nochebuena, siempre bajo la lupa en la situación de su Casa, debiera apuntar algún dato sobre sus intenciones.  

El Gobierno se ha retraído en la elaboración de una nueva ley de la Corona con la que se impidiera la repetición de comportamientos como los del rey emérito y que preservaran el prestigio de la institución. Pedro Sánchez no quiere verse sometido a un fuego cruzado entre la oposición y sus socios y abrir un nuevo conflicto. El presidente del Gobierno no es nada complaciente con Don Juan Carlos, pero su compromiso con la labor de Felipe VI está fuera de duda.