Un equipo que no tiene techo

Eduardo Gómez
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La extraordinaria primera vuelta del Viña Albali Valdepeñas le ha permitido cambiar de objetivos en su segunda campaña en Primera, pasando de la permanencia al play off

Pablo Ibarra, en el partido ante el Barça. - Foto: Rueda Villaverde

El Viña Albali Valdepeñas dejó liquidado gracias a una extraordinaria primera vuelta su objetivo principal para esta campaña, la permanencia. Con 31 puntos en 15 encuentros, los vinateros se han convertido en la sensación de esta campaña en Primera División, concluyendo el año 2019 en la tercera plaza. Los azules, con una confianza a prueba de bombas, sellaron matemáticamente su clasificación para la Copa de España con una histórica victoria ante el Barça y los retos se han reorientado, pues ahora la meta está en la clasificación para el play off por el título.

El conjunto de David Ramos ya avisó de sus intenciones esta temporada logrando empatar en la jornada inaugural en una de las canchas más complicadas de la categoría, la del Jaén. Quizá se enfriaron un poco los ánimos en los dos partidos posteriores, cuando no pudo pasar del empate en su debut en casa frente al Ribera Navarra y encajar en Palma la primera de sus dos únicas derrotas.

El miniciclo ante los dos recién ascendidos, Córdoba y Burela, se saldó con dos victorias que permitieron a los valdepeñeros situarse en unos puestos de Copa de España que ya no abandonarían. Tras el empate, de nuevo en casa, frente al Santa Coloma, llegó el triunfo en la pista de un histórico como Osasuna Magna. 

«Ese partido fue el punto de inflexión. Ahí nos empezamos a creer que éramos capaces de todo», confiesa David Ramos. Y es que el Viña Albali pasó página rápidamente de su segundo tropiezo, en el Virgen de la Cabeza y ante el Levante, para iniciar una extraordinaria racha y que se prolonga hasta hoy, con un empate en la pista de Movistar Inter y seis victorias consecutivas.

El empate en Torrejón ante la escuadra madrileño dejó claro que la victoria en Pamplona no había sido, precisamente, fruto de la casualidad.

Con ese refuerzo moral el Viña Albali encaraba el último tercio de la primera vuelta, con un objetivo claro en el vestuario, certificar la clasificación para la Copa de España. Un reto que por entonces, a mediados de noviembre, era alcanzable, a pesar de que en el calendario quedaban aún muchas curvas.

Para empezar, dos choques en casa ante Cartagena y ElPozo Murcia, que los valdepeñeros resolvieron con una tremenda autoridad. 

Tocaba después visitar Peñíscola, el feudo donde logró el primer punto de su historia en Primera División, y la buena dinámica se mantuvo.

La primera opción de sellar el billete para la Copa de España llegó ante el Barça un 13 de diciembre y el Viña Albali no la desperdició, con un sensacional triunfo. 

Las victorias posteriores ante Zaragoza y O Parrulo  han redondeado una primera vuelta increíble que permite al Viña Albali tener licencia para soñar. «Pero siempre desde la humildad y el trabajo del día a día», como se encarga de recordar siempre su técnico.