Un Peribáñez de ritmo manchego

Hilario L. Muñoz
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Noviembre transporta al siglo XVII con una versión de la obra de Lope en la que la música, la escenografía y el vestuario crea una atmósfera digna del teatro más eterno

Un Peribáñez de ritmo manchego - Foto: Pablo Lorente

Aunque una obra clásica sea eterna por su mensaje, hay veces que su atmósfera, el tiempo del que habla queda tan lejano que cuesta imaginarse a una persona del siglo XXI sumergida en él. Ese viaje del presente hacia el pasado es el que realiza Noviembre Teatro con su Peribáñez y el Comendador de Ocaña. Su teatro se convierte desde que las luces se encienden en una máquina del tiempo, un viaje al ritmo de la música manchega de labor, de las bodas y la siega; tocada con instrumentos tradicionales como el pandero y la pandereta; rematada con un diseño de vestuario de tintes casi folclóricos.

Esa máquina del tiempo que dirige Eduardo Vasco sirve para recrear una historia de tintes casi heroicos, con un héroe de lo cotidiano que pasa de la sumisión al poder, temeroso ante la muerte de su comendador, a levantarle la mano para defender lo suyo, su honra, su casa y su hacienda. Un viaje de Peribáñez que se realiza sobre las tablas del teatro, desde un primer plano, en el que se sitúa la acción del pueblo, a la vista de todos, sin tacha en su honra; y un segundo, a oscuras, en el fondo del teatro, donde el poder, representado en el comendador y cuantos le rodean, va tejiendo su enredo, tratando de corromper la honra de Casilda, la mujer de Peribáñez, y el mundo que debían defender. Entre medias se encuentran los jornaleros y bachilleres, enredando y desenredando el entuerto, tratando unos de salvar su honra y otros de venderla.

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Un Peribáñez de ritmo manchego - Foto: Pablo Lorente
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Un Peribáñez de ritmo manchego - Foto: Pablo Lorente

Rafael Ortiz e Isabel Rodes marcan el ritmo de las actuaciones en los papeles de Peribáñez y Casilda, poniendo acento manchego al verso de Lope de Vega. Mientras, Alberto Gómez Taboada logra compensar el verso basto con la entonación del noble, con un comendador que se crece a lo largo de la obra hasta que rasga el teatro con su grito herido de muerte. De su lado Elena Rayos, José Ramón Iglesias, Francisco Rojas, Jesús Calvo, Manuel Pico y Daniel Santos apoyan con sus interpretaciones cada pasaje de la obra, con sus canciones y su entonación. Al final, todos los actores complementan esa atmósfera, ese viaje en el tiempo de hora y media a La Mancha que Lope soñó, a la que Noviembre abre una ventana.