Medio centenar de alumnos de entre 5 y 15 años participan durante esta semana en el Campus de Gimnasia Rítmica del Ayuntamiento de Ciudad Real, que está dirigido por Leticia Gómez junto a las monitoras María Rosa Zarcero y Lucía Ramírez.
Divididos en tres grupos por edades, las jóvenes gimnastas y un niño, el solanero Carmelo Díaz-Cano, realizan distintos ejercicios específicos de gimnasia rítmica, así como ejercicios corporales, como acrobacias y equilibrios. La cinta y también las mazas son los aparatos preferidos.
De forma conjunta llevan a cabo dinámicas, juegos y bailes, así como talleres relacionados con la gimnasia rítmica, como diseño de maillots, horquillas o maquillaje. Como remate a la jornada van a la piscina para refrescarse.
La gimnasia rítmica no para en verano - Foto: Tomás Fernández de Moya«Vienen con muchas ganas de practicar los aparatos y nosotras intentamos salirnos de lo que habitualmente hacemos en las clases de la escuela durante el curso», explica Leticia Gómez, que valora el hecho de que «las niñas están a a gusto y funciona el boca a boca. Nosotros no hemos tenido que ir buscando a las niñas. Nos gustaría poder abarcar más, pero es que las instalaciones son las que son y tampoco estamos tantas monitoras cualificadas».
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La gimnasia rítmica no para en verano - Foto: Tomás Fernández de Moya
La gimnasia rítmica no para en verano - Foto: Tomás Fernández de Moya
La gimnasia rítmica no para en verano - Foto: Tomás Fernández de Moya
La gimnasia rítmica no para en verano - Foto: Tomás Fernández de Moya
El impulso de este campus es también significativo respecto al crecimiento que está viviendo la gimnasia rítmica en Ciudad Real durante los últimos años. De hecho, la escuela municipal cuenta ya con casi 400 alumnas, que no son más por cuestiones logísticas, y en el Club Rítmica Alegría, tras seis años de vida y enfocado más hacia la competición, ya son cerca de 80 gimnastas. Un trabajo a largo plazo y de mucha paciencia, que encuentra en este campus una forma de continuar con su actividad durante el verano, ayudando también a la conciliación laboral, «algo que las familias también agradecen», apunta Gómez.