Fernando García Cano

Eudaimonía

Fernando García Cano


Equilibrar la individualidad y la socialidad

18/06/2021

Desde el pasado mes de mayo el Museo de Ciudad Real, en su sede del Antiguo Convento de la Merced, alberga la muestra del proyecto expositivo Barroco: divino y humano, realizado por 22 profesores y artistas de la Escuela de Arte y Superior de Diseño Pedro Almodóvar. El Manifiesto que abre la exposición alude a la valiosa colección barroca que posee dicho edificio como el referente que ha inspirado esta novedosa muestra. Si el modelo artístico barroco es dual y contradictorio en su búsqueda de la espiritualidad, de lo divino y lo humano, no está exenta de esos mismos caracteres la contemporaneidad convulsa que vivimos a raíz de la pandemia del Covid-19. Precisamente su irrupción obligó a interrumpir el proyecto en el que trabajaba ilusionado este colectivo docente y artístico, que ahora ha dispuesto de la oportunidad para sacar a la luz esta exposición cargada de mensajes.

            La constatación del carácter efímero de nuestra existencia en un mundo ilusorio, que valora la imagen como un elemento superlativo con la finalidad de estimular siempre nuevas emociones, nos obliga a buscar un equilibrio más humano que rescate nuestra parte espiritual y nivele la desequilibrada balanza entre nuestra individualidad y nuestra socialidad. Entre todas las pinturas, fotografías, collages, esculturas y objetos del conjunto expositivo se refleja bien cómo vivimos tiempos convulsos y eclécticos, llenos de contrastes entre luces y sombras, entre comportamientos exagerados o violentos y otros solidarios o casi impensables en otras épocas…

            En la muestra hay un espacio en el que se combina la instalación audiovisual y la plástica; una extensa cartela  nos ayuda a entender la intencionalidad de su autora, Isabel Ferrero. Se agradece ese texto para disfrutar con mayor profundidad del audiovisual y el fondo musical que lo acompaña, que se debe a la compositora barroca Bárbara Strozzi (1619-1677). También se captan mejor los contrastes entre luz y sombra, dorados y claroscuro de las esculturas tituladas Hombre versus naturaleza. Insuflar vida a personajes creados por grandes artistas, como Bernini, es lo que pretenden los trazos con técnica acrílica que muestran las series de pequeños cuadros titulada Barroco y emoción.

            Al ver los nombres y apellidos de todos los artistas, inmediatamente después del Manifiesto con el que empieza la exposición, se entiende que estamos ante una demostración más de cómo el claustro de la Escuela asume su responsabilidad hacia los museos de la ciudad, tal y conforme viene ejercitando desde hace años con muestras colectivas como esta. La simbiosis de estilos y técnicas tan variadas se enriquece también acogiendo obras de varios profesores jubilados desde hace años de la docencia, pero muy activos en su producción artística con el sello personal que los caracteriza.  Las anteriores exposiciones colectivas de estos profesores-artistas se realizaron en el Museo Provincial, el López Villaseñor, el Museo del Quijote y en el hall de la Biblioteca Municipal.

            Aspirar a lograr una mayor nivelación entre el individuo y la sociedad es no sólo algo loable, sino algo capaz de inspirar la tarea creativa de los artistas plásticos que pueblan nuestra ciudad. Tal vez la escultura titulada Tierra, única de Joaquín Barón, se me antoja emblemática de lo que sin pretenderlo logran transmitir estos artistas: que estamos en una misma tierra que aprecia y valora su arte, como demuestran también las salas de la planta superior de este Antiguo Convento de la Merced. En ellas pueden encontrarse también obras de muchos de estos artistas, como prueba del reconocimiento a su trayectoria personal. No están todavía en esos cielos todos los que pisan el suelo de la muestra, pero sin duda que lo estarán en el futuro, cuando lo divino y lo humano se vuelvan a juntar en la gloria a la que todo artista aspira: la perpetuidad de su obra. A quien no rehúya quebrarse los cascos filosofando sobre un objeto le recomiendo que no deje de llevarse un ejemplar de la Hoja de instrucciones que ofrece Javier Sáez Medrano, junto a su Pulposo; o mejor todavía que piense si responde a su título lo que presenta Valentín Almagro… Tal vez lo más parecido a la plácida experiencia estética, en su desnudez y en verano, sea una buena siesta como la que disfruta la protagonista del cuadro que expone Luis Manchado.