«Estamos enviando datos todos los días y no sé para qué»

Hilario L. Muñoz
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El presidente de la Asociación de Castilla-La Mancha de Residencias y Servicios de Atención a los Mayores (Acescam) realiza un relato de cómo están viviendo una epidemia que puede cambiar el futuro de estos centros.

«Nosotros no presentamos datos fríos, eso la administración» Foto: Pablo Lorente

¿Cuál es la situación de las residencias actualmente?
Hay residencias donde prácticamente no hay casos y otras en las que tenemos un porcentaje muy alto. Hay unas en las que sabemos su situación porque han dado positivo y otras en las que no lo sabemos porque estamos esperando los test, pero cómo no se lo hacen a todos… Desde que aparece un caso, se notifica y hasta que viene el test pueden pasar diez días o más.
¿Cómo se actúa en ese tiempo de espera?
La mayoría de residencias lo que hacemos es tener a la gente en sus habitaciones. Las zonas comunes se han dejado prácticamente para los que están muy asistidos, ya que por sus características no los puedes tener en su habitación aislados; al resto les estamos llevando el desayuno, la comida y la cena a su habitación. Cuando un residente tiene ya unos síntomas muy evidentes entramos en otro tipo distinto de aislamiento donde hay un modo concreto de atenderle y de cuidarle. El problema es que es un modo algo caótico, porque hemos ido aprendiendo sobre la marcha, y esta situación no se aprende en ningún centro educativo; esto se une a que mucha de la gente que tenemos de baja nos obliga a contratar con urgencia y sin la preparación y conocimineto previo de la residencia, de nuestros mayores. No tenemos margen para enseñarles a que se pongan los equipos de protección individual, ni margen para enseñar el protocolo y vamos aprendiendo casi sobre la marcha.
Esto implica que hay mayores que llevan semanas dentro de su cuarto...
En alguna residencia, el mismo día que los muchachos se quedaron sin clase hubo directores que optaron porque los residentes no salieran de sus habitaciones para evitar contagios. Era algo que nos venía a todos muy grande, no sabíamos y empezamos a prevenir. Esto no ha parado el contagio, porque no lo ha parado, pero, desde el principio se tomaron medidas muy duras. No es igual que la gente baje a desayunar, a comer, a merendar y a cenar, a que en su habitación se le presten todos los servicios. Eso es un desgaste tremendo de personal, de esfuerzo y de todo.
¿Cuál es la situación de esas bajas de personal que apuntaba?
Donde ha entrado el virus, en muchos casos, las bajas están rozando el 50 por ciento y con personal que es nuevo. Entre que tardan mucho en hacer las pruebas, si luego da positivo son dos semanas y si da negativo en un test debe repetirse en otro, hay trabajadores que llevan desde el principio de la pandemia en sus casas y en algunos casos sin que tengan ningún síntoma.
¿Cómo se realiza el proceso de contratación de nuevo personal en esta situación?
Ahora mismo, el primero que llega. Se puede exigir y poner condiciones cuando hay tiempo o existe un margen de actuación, pero cuando es tanta gente la que hay que contratar y la base de datos para sustituciones o contrataciones de verano se ha agotado y se da una persona baja, ¿qué haces?, ¿no comen los mayores, no cenan, no se acuestan? Se trata del primero que llega y en las condiciones que lleguen y a partir del tercer día se pueden mirar otros aspectos, siempre y cuando no se siga dando gente de baja, que, en estos casos, no ofrece ni siquiera tiempo estimado, ya que está a la espera de que le hagan los test.
¿Ha cambiado esta situación con los test rápidos?
No ha cambiado porque se tarda mucho en hacerlos. Vienen por oleadas y a veces ni siquiera los centros de salud conocen que se están haciendo las pruebas en los pueblos y no sabemos el control. Las residencias estamos enviando datos todos los días y no sé para qué, porque es un esfuerzo añadido en un contexto en el que nos faltan profesionales y toda la atención directa es lo más importante.
¿Concuerdan sus datos en cuanto a residencias que tienen positivos o los fallecidos que dicen día a día?
No lo sabemos porque la administración está jugando con los datos. Los que tienen coronavirus, los que han tenido síntomas, los que han salido en el primer test, los que han salido negativos y les repiten el segundo, los que han pasado la cuarentena…. No se sabe y, por mucho que nos quieran dar datos están jugando con ellos. Luego hay gente que se muere de un modo natural o por otras patologías, pero como no hay datos fiables de los test, no lo sabemos. Si fuese continuo podríamos tener alguna referencia pero a día de hoy no lo sabemos. Además, no podemos olvidar que en las residencias está muriendo gente porque vive gente mayor y los datos habría que situarlos también con la gente que está en su casa y está falleciendo.
¿Cómo es la muerte de un mayor por COVID-19 en una residencia?
Está siendo muy traumática porque la familia no se puede acercar, porque debes intentar paliar que se contagie el mal cuerpo o el malestar a todos los residentes y hay que prevenir que eso sea algo que vaya deprimiendo a la gente y agotándoles. Además, estamos con impotencia porque las residencias son hogares, no son hospitales. Por este motivo, como es una casa, cuando se muere alguien en tu casa te duele porque es alguien al que quieres, a quien has estado acompañando en el tiempo y que se ha puesto en tus manos, no para que le cuides pero no un día, una semana o un mes sino años y en general muchos años. A esto hay que añadir que por presión de las funerarias, la administración ha sacado una nota que, a parte de la presión que ya tenemos, nos obliga a que tenemos que poner el cuerpo dentro de una bolsa, echarle desinfectante y después que la funeraria pase a por el cuerpo. Es decir, lo que en las casas las funerarias tienen la obligación de hacer, en las residencias no. ¿Por qué nos obligan a hace una tarea que deshumaniza a nuestro personal despues de estar con alguien tanto tiempo? ¿Imaginas que estás cuidando a tu padre mucho tiempo y después de cuidar a tu padre te toca a ti también tener que dar ese paso tan difícil y tan complicado? Nuestros cuidadores que están realizando un trabajo de cariño y atención, encima, ahora tienen que sobreponerse a una circunstancia que es deshumanizante. Esto es presión de algunas funerarias porque otras los están haciendo como lo han hecho siempre, ejerciendo la responsabilidad. Esto es muy doloroso y en algún caso hemos tenido que llamar a otros profesionales, como en su descanso, para que los que los han visto morir no tengan encima que amortajarlo allí.
¿Se entienden estos cambios de protocolos en mitad de una epidemia?
Esto es como cuando desde el Gobierno de España sacaron una legislación y piden que se organice la residencia en función de las condiciones. Dicen que si hay coronavirus en una habitación se vaya a la siguiente y si no a la siguiente habitación pero ese señor está viviendo en su casa y con sus cosas. Cambiarles de habitación es un trauma para ellos. Habrá alguna residencia en la que sea posible pero en la mayoría es prácticamente imposible. Hay gente para la que estar encerrada en su habitación les está suponiendo un trauma. Se están realizando normativas que no son viables, que se realizan en un despacho, y que nos obligan a cumplir lo que es imposible de cumplir. Cuando se estigmatiza, cuando se penaliza, cuando se criminaliza, quién está pagando todo son los mayores.
¿Cuando habla de que tratan a las residencias como hospitales es porque hay casos de mayores que hayan tenido síntomas y se ha pedido que se les cuide en la residencia?
Tenemos a gente aislada como si estuviese en el hospital. Puede ser que en el hospital no se le fuera a hacer nada pero desde la administración se pide un servicio a las residencias que usted no está cubriendo. Nos tratan hospitalariamente cuando a la administración le interesa como ahora que nos piden que tengamos equipos de protección o mascarillas. ¿Cómo vamos a tener todo eso? Acaso en la formación de los auxiliares de geriatría, la oficial que da el Estado, enseñan cómo se pone un equipo de protección. En la vida se ha dado eso porque era impensable y ahora toca improvisar. Quedarse en la residencia obliga a tener un cuidado sanitario y hay zonas donde hay trabas, zonas con buena coordinación, otras que acogen a todos… Esto va por zonas.
¿La solución a esta situación de las residencias se encuentra en esa petición de residencias tipo 1 y 2 realizada al Sescam?
Esto ha sido una parte de la solución que desde el principio dijimos para evitar contagios. Si había sitios donde ya había muchos y encima tenían espacio suficiente como la gente que estaba en cuarentena, con síntomas o positivo que fuesen allí hasta que pudiesen dar el paso para incorporarse a las residencias. Entonces habría que dotar a las residencias de medios suficientes. Se trata de un modo de parar el contagio y la propagación. Para eso hay que tener muchos más test y priorizar.
¿Cómo se ve el futuro con 15 días más de cuarentena?
Mientras tengamos casos, tenemos que guardar el confinamiento de la gente en sus habitaciones y podremos sacarles a dar un paseo si tenemos personal para ello. Por este motivo, por mucho que levanten el confinamiento, esto no se puede normalizar en cuestión de 15 días, eso seguro. La otra cara de la moneda es en las residencias donde este ‘bicho’ no ha entrado y qué tienen que hacer, a todo el que entre a una residencia y venga a ver a su familiar se le pide un certificado de que no ha sido positivo y ha guardado la cuarentena. Estamos hablando de la parte más vulnerable de la sociedad y a la que la sociedad civil le ha acompañado, pero la administración le ha dejado en un rincón. Por tanto, por mucho que se levante el confinamiento en otros espacios, con los mayores debemos de seguir protegiéndoles por luchar por cada uno de ellos. Nosotros no presentamos datos fríos, eso nos pide la administración, a nosotros nos duele cada persona que se nos va a un hospital, con un positivo o cuando fallece. Junto a esto van a venir momentos muy duros y muy difíciles. Por una parte está la cantidad de bajas que vamos a tener en las residencias y habrá que hacer una reducción de personal. Por otra parte está la desconfianza global que se ha puesto las residencias. Se trata de una situación muy difícil y muy complicada. El coste que nos está suponiendo contratar a tanta gente para las suplencias está siendo muy importante, como el coste que supone la compra de material preventivo y de aislamiento y a eso le unes el coste de bajas tan significativo. Ya veremos si alguna residencia puede seguir prestando servicio.
 

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